El gobierno mexicano no reconoció a Áñez por haber violado el orden constitucional de Bolivia. Por su parte, la autoproclamada presidente avalada por el golpismo boliviano se refirió a López Obrador como socialista y dijo "sentir pena" por los mexicanos.

Óscar Fernández @OscarFdz94
Viernes 15 de noviembre de 2019
Antes de incursionar en la política, Jeanine Áñez era presentadora de televisión en su natal Trinidad. Tras autoproclamarse presidente legítima de Bolivia por el golpe de estado instigado por la OEA y las Fuerzas Armadas, Áñez y sus dichos racistas saltaron a la luz pública internacional.
Uno de los más compartidos en redes sociales es un tweet suyo publicado el 14 de abril de 2013 diciendo: "Sueño con una Bolivia libre de ritos satànico [sic] indígenas, la ciudad no es para los indios que se vayan al altiplano o al chaco!!". En otro tweet, guardado por la Internet Wayback Machine, declara: "Que año nuevo aymara ni lucero del alba!! satànicos, a Dios nadie lo reemplaza!!". En ambos se puede apreciar el odio racista de su fanatismo cristiano.
Mientras que, por una parte amenaza a la prensa internacional por "causar sedición", al mismo tiempo envía a la policía y las fuerzar represivas a contener las movilizaciones que se están suscitando en varias ciudades. Refiriéndose al exilio del presidente Evo Morales en México, dijo que éste "se fue porque quiso".
Añadió: “A mí me dan mucha pena los mexicanos, porque de algo de lo que nosotros queremos salir, ellos decidieron entrar. Ojalá no pasen estas situaciones tan desafortunadas que hemos pasado nosotros solamente por reclamar el hecho de vivir en democracia y libertad, solamente por querer reclamar el hecho de que se respete el voto nuestro cuando vamos a las urnas. Yo espero que México no pase por todo lo que hemos vivido nosotros durante este tiempo, porque así son los socialistas, utilizan mecanismos democráticos y luego se aferran al poder; y después engañan a la gente, cooptan instituciones, se termina la institucionalidad democrática. Pero la decisión de los mexicanos fue esa: un socialista en el poder, y ojalá que no tengan que lamentarlo como nosotros lo estamos lamentando ahora”.
Con ello, Áñez demuestra su alineación a un bloque ultraderechista al que personajes como Jaír Bolsonaro, Sebastián Piñera, Juan Guaidó y Donald Trump han mostrado su apoyo. Y es que, más allá de la retórica que el gobierno de López Obrador pudiera tener, sus políticas de ninguna manera se parecen a las que impulsaron en su momento Evo Morales y Hugo Chávez (ya ni hablemos de un gobierno obrero y socialista que colectivice los medios de producción); esa comparación de Áñez alejada de la realidad es un indicador del peligro que significa este golpe impulsado por la ultraderecha boliviana.
A todas luces es un golpe
No sería la primera vez que la OEA da su respaldo a líderes impopulares. En 2014, por ejemplo, le lavó la cara a Peña Nieto por medio de la CIDH al "investigar" la desaparición de los 43 normalistas de Ayotzinapa. Con el golpe de estado en Bolivia la OEA muestra que está al servicio de los intereses de Estados Unidos, como históricamente siempre lo ha hecho, el caso más emblemático siendo la proscripción de Cuba de dicha institución tras el derrocamiento del dictador Fulgencio Batista.
Llama la atención que, por ejemplo, el 8 de noviembre las acciones de la compañía de autos eléctricos Tesla, propiedad del magnate Elon Musk, cotizaban en 333.27 USD. Para el 11 de noviembre ya eran 342.84 USD. Esto debido a que Bolivia tiene yacimientos de litio, los cuales las trasnacionales ven sedientos la posibilidad de saquearlos.
El general Carl Von Clausewitz pasó a la historia con su frase "la guerra es la continuación de la política por otros medios" (los medios violentos). En este sentido, cabe preguntarse a qué política responde la situación actual de Bolivia; no se trata de un simple accionar como sucede en Chile, donde las grandes mayorías han protestado contra el legado pinochetista y han llegado a levantar organismos que impulsan la autoorganización.
Lejos de ello, el alzamiento de las fuerzas armadas, junto a las muestras de racismo y xenofobia, así como la ya mencionada amenaza a los medios que "apoyen la sedición" son muestras de esa violencia por la cual se desconoció el orden constitucional boliviano. La derecha por décadas había declarado que el marxismo y las revoluciones habían sido cosas del siglo XX y que no se pueden aplicar ahora. Lo mismo decían de los Golpes de Estado y acá estamos.

Óscar Fernández
Politólogo - Universidad Iberoamericana