En vísperas de la COP21 o Conferencia de las Partes de Naciones Unidas sobre el cambio climático, programada en París, se movilizaron en varias ciudades de todo el mundo entre el 28 y 29 de noviembre para repudiar la política climática de las grandes potencias, la ciudad de México no fue la excepción.
Martes 1ro de diciembre de 2015
El domingo 29 de noviembre en la ciudad de México se llevó a cabo la marcha mundial por el clima. Hubo dos convocatorias, una en la parte sur de la ciudad y otra que partió del Monumento a la Revolución, esta última hizo un recorrido que tuvo su primera parada en el Senado donde se colocó una manta y se exigió la aprobación de la ley de transición energética; y concluyó su recorrido en el Monumento a la madre con una ceremonia indígena.
Acudieron cientos de personas, se observó la presencia de varias organizaciones medioambientales, y se leían consignas como “no hay planeta B”.
Esta manifestación llevada a cabo en México y otros lugares del mundo se enmarca en el contexto de la COP21, conferencia cuyo inicio es el 30 de noviembre, hasta el 11 de diciembre en Paris, Francia. Las diversas movilizaciones cuyas demandas van orientadas a exigir un futuro donde no se emitan a la atmósfera gases de efecto invernadero y que se mantenga el calentamiento global por debajo de los dos grados centígrados, tuvieron lugar entre el 28 y 29 de noviembre en ciudades como Londres, Sâo Paulo, Berlín, Melbourne, Tokio, Kampala, Madrid, Canberra, Roma, entre otras.
¿Y en París?
A partir de los atentados del 13 de noviembre en Paris, el presidente de Francia, François Hollande, declaró el estado de emergencia, eso permite a las fuerzas policiales suspender el tránsito y detener a cualquiera sin ningún marco jurídico legal. Esto también impide cualquier tipo de manifestación.
Ya estaba prevista una movilización en Paris como en las demás ciudades del mundo a propósito de la COP21 pero con la instauración del estado de emergencia se prohibió.
No obstante, en la mañana del 29 de noviembre se realizó un acto simbólico en el que se colocaron cientos de zapatos parisinos en la calle. Después una cadena humana tuvo lugar, y más tarde un número mayor a las 5000 personas ejercieron de nuevo su derecho a ocupar las calles, manifestándose en contra de la Cumbre del clima y el estado de excepción instaurado por Hollande, el cual no busca más que atacar las libertades democráticas y el derecho a la manifestación sacando al ejército a las calles para reprimir.
Los manifestantesfueron reprimidos por la policía con golpes y gases lacrimógenos y detenidos masivamente después de haber sido cercados por horas. Esto muestra el verdadero destinatario de las medidas represivas bajo el estado de excepción: los sectores que repudian y se oponen a su política guerrerista y su farsa en “defensa del ambiente”.
Esta policía que reprime y criminaliza será la misma policía que en Paris protegerá a más de 150 jefes de gobierno y Estado, quienes formalmente persiguen un acuerdo vinculante para rebajar las emisiones contaminantes de gases de efecto invernadero pero en realidad, van a la COP21 a proteger y promover los intereses de los grandes empresarios- dueños de petroleras, agrobusiness y mineras -que han atentado contra la naturaleza, en el marco de la competencia de mercado, convirtiendo a la naturaleza en mercancía y asegurando así sus ganancias.
Unas semanas antes de iniciada la COP21, John Kerry, el secretario de Estado de Estados Unidos afirmó que las decisiones tomadas en París no serían vinculantes, esa declaración muestra que la preocupación por parte de quienes detentan el poder es inexistente con respecto al medio ambiente y las consecuencias que sufren los sectores de trabajadores, pobres y desposeídos.
La lucha por la naturaleza y contra la contaminación debe ser en clave anticapitalista, socialista y revolucionaria
Si son los grandes empresarios los mayores contaminantes y cuyos intereses son protegidos por los diferentes Estados, debe existir un movimiento que aglutine a trabajadores, jóvenes, campesinos pobres, mujeres, los mayores afectados por cuestiones climáticas, que cuestione las bases estructurales que permiten la contaminación y devastación ambiental y luche contra los verdaderos culpables.
Es por esto que se vuelve necesario romper con la lógica de producción capitalista, la cual se ha vuelto más brutal y rapaz con el medio ambiente, por ejemplo, a través del uso de fracking o fractura hidráulica para la extracción de hidrocarburos, pues cada vez necesita de técnicas más costosas y perjudiciales para el medio ambiente y la población de los alrededores. En ese sentido, una verdadera respuesta a la devastación del medio ambiente se debe plantear como perspectiva, expropiar a los capitalistas, dueños de las grandes empresas que contaminan y degradan el medio ambiente para poner la producción al servicio de satisfacer las necesidades de las grandes mayorías de forma armónica con el medio ambiente y así romper con la tensión creciente entre la ganancia capitalista y la crisis ecológica.