La pandemia ha tenido un impacto en la salud mental, que se ve agudizada debido a problemáticas previamente existentes gracias a la herencia de la dictadura y el capitalismo.
Viernes 18 de junio de 2021
El estudio “Un año del Covid-19” de la consultora internacional Ipsos reveló que Chile es el segundo país a nivel mundial que ha empeorado su salud mental, desde el inicio de la pandemia. La encuesta abordó la situación de más de 21 mil personas en 30 países, de las cuales un 45% declaró que su salud mental empeoró en el último año. En Chile, un 56% indica un deterioro de su salud física y emocional.
Esta situación de malestar se replica también en el ámbito escolar y universitario. Un estudio de la Universidad de Chile, demostraba que un 77,7% de las y los estudiantes mayores de 18 años, percibió que su estado de ánimo estaba peor o mucho peor, y solo un 6,6% percibió que estaba mejor desde el inicio de la pandemia.
Por su parte, niños y niñas también han sufrido cambios en su salud mental, provocado por no tener contacto físico con el resto de sus compañeros, la tensión que provoca una nueva exposición mediante el computador o celular, que muchas veces debe compartir con hermanos e incluso con sus padres, y el nuevo tipo de aprendizaje mediado por éste. Observándose el desarrollo de cuadros ansiosos, crisis de pánico e inclusive depresión.
En esa misma línea, las mujeres declararon tener mayores dificultades asociadas a problemas económicos, clases en modalidad online y problemas de concentración; un 5% más en relación a los hombres.
Por supuesto que la pandemia no es razón suficiente para explicar por sí misma la aparición de problemas o trastornos psicológicos, pero sí es un factor importante, que se agudiza por diversas problemáticas sociales y políticas, ya que no sólo es el miedo a enfermarse o morir por el virus, sino el miedo a los despidos, a ir en el Metro lleno, a la falta de condiciones sanitarias en los lugares de trabajo, a no poder llegar a fin de mes por los bajos sueldos, a no poder pagar los arriendos, las deudas, junto con la multiplicación de las tareas domésticas y de cuidado, entre tantas otras.
Frente a lo anterior, el uso de antidepresivos y ansiolíticos se ha disparado, lo que ha generado millonarias ganancias para la industria farmacéutica, que además se está enriqueciendo gracias a las vacunas, un verdadero negocio redondo. Ahora bien, la medicación puede ayudarnos a calmar la sintomatología, sin embargo, no resuelve el problema de fondo, que como vamos viendo no es individual sino colectivo.
Con el estallido social, la sociedad chilena abrió los ojos, denunciando los 30 años de la herencia de la dictadura, que no es más que precarización, saqueo de recursos, privatización de derechos básicos, entre tantos otros problemas, que hoy junto al covid-19 se ven acentuados; un ejemplo de ello es la precaria salud pública. Es sólo cosa de escuchar la denuncia de los trabajadores y trabajadoras del Hospital Barros Luco, quienes se han movilizado porque ni siquiera tienen agua caliente para ducharse ni para los pacientes, ni derecho a vacaciones. Hemos sido testigos de cómo las personas son hospitalizadas en sillas porque no hay más capacidad, un verdadero crimen cuyo nombre es salud de mercado.
Pero una de las lecciones que no podemos olvidar, es la necesaria unidad de las y los trabajadores y el pueblo para enfrentar todos estos pesares. Entendiendo que el problema de salud mental, junto con todas las problemáticas denunciadas el 2019 y agudizadas por la pandemia, no se resolverán de la mano del Gobierno, ni de los partidos de los 30 años, sino entre quienes sufrimos estos padecimientos, organizándonos y coordinándonos en los lugares de trabajo, estudio, poblaciones y barrios; esa es la fuerza que nos permitirá salir adelante, tanto en el plano emocional como material. Pues en la medida que seamos sujetos de nuestras vidas, es decir, cuando decidamos tomar las riendas y pelear por nuestro futuro, en unidad y hasta vencer, es que terminaremos con todos los padecimientos del capitalismo, avanzando a una transformación profunda de nosotros mismos, como sociedad y seres humanos.