La ministra de Economía, Nadia Calviño, considera que “una parte" de la reforma laboral del PP ha obtenido "resultados positivos al dotar de mayor flexibilidad al mercado laboral”. Mientras la juventud se enfrenta a una precariedad nacida de las Reformas del PSOE y del PP.
Martes 4 de junio de 2019
Foto: La ministra de Economía en funciones, Nadia Calviño. Detrás, manifestación de la plantilla de Telepizza Zaragoza durante la huelga del pasado 31 de mayo.
El pasado jueves, la ministra de Economía en funciones, Nadia Calviño, afirmaba que "no es productivo deshacer, revertir o reformar las reformas”, en referencia a la Reforma Laboral, tan cuestionada por la clase trabajadora, sindicatos y movimientos sociales como el de mujeres, que el 8M planteaba la derogación de esta Reforma entre sus demandas más sentidas. Incluso no sólo cuestionan la Reforma del PP, también la del PSOE del 2010 del gobierno de Zapatero que, entre otras cuestiones, abarataba el despido.
Un cuestionamiento que parece ser que la ministra del PSOE no comparte mucho, tal como valoró en una conferencia en Londres, declarando que “una parte" de la reforma laboral impuesta por el anterior Gobierno del Partido Popular (PP) ha obtenido "resultados positivos al dotar de mayor flexibilidad al mercado laboral”. También habló de algunos efectos “negativos" de la reforma laboral de 2012 que llevaron a un aumento de la "precariedad" anunciando aplicar “ciertas modificaciones legislativas y la negociación de un nuevo Estatuto de los Trabajadores y Trabajadoras”.
No obstante, las luchas de las mujeres trabajadoras y la juventud -sectores sobrerrepresentados en trabajos precarios- denuncian de manera perfecta la relación letal entre “mayor flexibilidad al mercado laboral” que reivindica Nadia Calviño y una mayor precariedad. Tan letal como mortal, como pudimos ver la semana pasada con la muerte por accidente laboral de un joven de Glovo.
"Hay que dedicar las energías a tratar de adaptar el marco laboral a las nuevas realidades, no volver a mirar atrás”, insistía la ministra”. Pero no “mirar hacia atrás” es demasiado tarde para quienes no ven nada hacia adelante, hacia el futuro. A quienes cargan en sus espaldas los dolores de la precariedad, la incertidumbre de continuar (o no) trabajando en nuevos contratos temporales o la pobreza de no llegar a fin de mes.
Las palabras de la ministra de un gobierno que se presenta “de izquierda y feminista” van acordes a la ya anunciada renuncia de Sánchez a derogar esta Reforma apenas llegar a la Moncloa. El artículo Sánchez mantendrá la reforma laboral de Rajoy ¿cómo prepararnos para tumbarla? explica muy bien cómo las modificaciones que proponía el PSOE y que ahora retoma con el nuevo gobierno, mantienen los sustancial de una Reforma que agradecerán muy bien la CEOE y el ÍBEX35: el fin de la ultractividad automática de los convenios, de la preeminencia de los de mayor rango de aplicación, dar más vía libre a la contratación en empresas externalizadas o imponer cada vez más la figura de “falso autónomo”.
Cuando la juventud precaria y las mujeres trabajadoras luchan y se organizan ¿Dónde están los sindicatos CCOO y UGT?
Ante estas declaraciones desafortunadas, los líderes de CCOO y UGT pegaron el grito en el cielo con una exigencia al gobierno para que desmonte los elementos más lesivos de la reforma laboral del 2012 antes de negociar el nuevo Estatuto de los Trabajadores que propone el PSOE, como ser la ultractividad, prevalencia de los convenios del sector y una nueva regulación de subcontratas, cuestiones sobre las que la ministra no se ha querido pronunciar.
Pero es sólo eso, un grito en el cielo: ningún llamamiento a la organización, ni a un paro, jornada de manifestaciones o huelgas. Nada nuevo, hace décadas que el modelo laboral capitalista impuesto en las décadas del noventa hasta ahora, ha pasado con la complicidad de los burócratas sindicales de CCOO y UGT. Por otro lado, difícilmente vayan a enfrentarse a un gobierno cuyo partido han llamado a votar, pidiendo al PSOE la formación un “gobierno de izquierda”.
El secretario general de UGT, Pepe Álvarez, ya tampoco habla de derogar la Reforma, sino de acabar con sus elementos más lesivos y exige recuperar la autorización administrativa previa en los despidos colectivos y las causas objetivas del despido.
Por su parte, el secretario general de CCOO, Unai Sordo, también exige derogar estos elementos de la reforma laboral del PP -no así la del PSOE-, defendiendo que se apliquen los preacuerdos con el Ministerio de Trabajo en la anterior legislatura, entre patronal, Gobierno y sindicatos. Preacuerdos que como vimos, muy limitados y actúan como correctores de la precariedad laboral
Frente a la complicidad y pasividad de las burocracias sindicales de CCOO y UGT, la mayoría de las organizaciones sindicales alternativas y de izquierda del Estado viene exigiendo hace años la derogación de las reformas laborales de 2010 y 2012. Pero sobre todo, es una demanda constante y muy sentida por sectores de la juventud precaria. Ante tal situación, huelgas como la de Telepizza de Zaragoza del pasado viernes, adquieren mucha repercusión y reciben solidaridad activa de parte de la juventud y de las trabajadoras precarias de todo el Estado.
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Acciones de solidaridad de este tipo hemos podido ver frente a la muerte del joven trabajador de Glovo en Barcelona, con actos de protestas en varias ciudades. O las continuas luchas, paros y conflictos de diferentes sectores, como en el de las mujeres trabajadoras de Euskadi que vienen encabezando huelgas contra la precariedad, o la persistente lucha contra las externalizaciones de Las Kellys, las camareras que limpian los hoteles; por sólo nombrar algunos.
La mayoría de estos sectores en lucha se autoorganizan con el abandono de las direcciones sindicales de CCOO y UGT, ayudando así a perpetuar la enorme fragmentación que sufre el conjunto de la clase trabajadora, y en particular la capa más precaria tras su división en múltiples tipos de contratos y trabajos temporales e inestables. Muchos sectores pueden sentir miedo a luchar ante semejante situación de vulnerabilidad, pero otros ya sienten que no tienen nada que perder y que “sus vidas valen más que sus ganancias”, las ganancias de los capitalistas.
Si nada hicieron las direcciones sindicales burocráticas para ayudar a coordinar estas luchas, muchas veces dispersas o aisladas, hoy es crucial su coordinación y en estos años de crisis hemos visto ejemplos importantes de sectores que en procesos de lucha y autoorganización, han sabido conformar instancias de coordinación: desde las huelgas de los contratistas de Telefónica Movistar de 2015 que, bajo una enorme fragmentación entre decenas de contratas, se han unificado y coordinado muy a pesar de la burocracia sindical. Huelgas como la de Panrico, con comités de apoyo que han sabido aglutinar a todos los sindicatos alternativos y sectores en lucha. Una coordinación que pueda expresar las demandas más sentidas de los y las más explotadas de la clase trabajadora, que apunte en primer lugar a derogar las Reformas laborales del PSOE y del PP y todas las demandas que acaben con esta precariedad que sobreexplota y mata.
Un emotivo discurso de Asier Ubico, delegado del Comité de empresa de Telepizza por CGT, en la concentración del pasado viernes tras la huelga de Telepizza: “tenemos que volver a confiar en nuestras propias fuerzas y ponernos en pie nuevamente. Tenemos que coordinarnos entre nosotras y nosotros, superando las divisiones que las burocracias sindicales nos imponen a las trabajadoras y trabajadores para luchar juntos. Porque el enemigo es poderoso, pero cuando nuestra clase se levanta y sale a la lucha… es mucho más poderosa que ellos”.
Cynthia Lub
Doctora en Historia en la Universidad de Barcelona (UB), especializada en clase trabajadora durante el franquismo y la Transición, también en estudios sobre género y clase, feminización del trabajo y precariedad. Docente de educación secundaria pública.