A propósito del revuelo que generó la posibilidad de expropiación de la empresa Vicentin, hacemos un repaso histórico junto a Milcíades Peña, sobre cómo se fueron configurando la estructura agraria y la dependencia nacional con el modelo agroexportador.
Miércoles 24 de junio de 2020
Mata Ciccolella
Para conocer mejor y entender por qué el agro tiene tanto peso en la estructura económica y política nacional hoy en día, tenemos que remitirnos a más de un siglo hacia el pasado, justamente al momento en que se estaba consolidando como Estado Nación, lo que hoy conocemos como Argentina.
Las penas son de nosotros
Intentaremos hacer un repaso desde la obra de Milcíades Peña sobre cómo se fue configurando la estructura agraria y la dependencia nacional con el modelo agroexportador. Peña fue un historiador militante trotskista argentino, sin formación estrictamente académica, que en su corta vida nos dejó una serie de artículos y libros, en donde retomó las elaboraciones más importantes del marxismo para revalorizar el estudio de la historia nacional, desde una visión alternativa a la que primaba en la época. Polemizó en la década 1950 y 1960 tanto con la versión liberal-mitrista que dominaba la historiografía, como también con la lectura revisionista que crecía durante el peronismo.
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En su libro, “La era de Mitre. De Caseros a la Guerra de la Triple Infamia” [1], Peña realiza un pormenorizado análisis sobre las facciones y enfrentamientos que se dieron al interior de la clase dominante rioplatense. Analiza cómo logra constituirse e imponerse a nivel nacional el modelo de la oligarquía porteña y el liberalismo mitrista, apoyándose en los poderes dominantes del interior, sobre todo los estancieros del Litoral y La Pampa húmeda. Esta alianza se construye para lograr una “paz interna”, configurar un mercado local a medida de los intereses de ambos sectores, y para consolidar el territorio y el gobierno nacional.
Llevando adelante la expansión de la frontera y la institucionalización de “nuevas” tierras con títulos oficiales de propiedad, que aseguraron el poderío de unas pocas familias, sobre la base del exterminio a los pueblos originarios. De esta forma, la oligarquía terrateniente se ubica como un pilar fundamental en la construcción del Estado nacional y del modelo productivo del país.
Podemos encontrar, entonces, los orígenes del modelo agroexportador entre 1850-1880, en donde se afianzan las relaciones comerciales que estos grandes estancieros junto a la burguesía local, establecen con los capitales extranjeros. En este periodo ya nos topamos con un gran peso de los capitales británicos que con el paso del tiempo irán avanzando cada vez más.
Este libro le permite a Peña llegar a la conclusión de que esas disputas que tuvieron lugar entre la clase dominante rioplatense durante gran parte del siglo XIX, son las que obturan el desarrollo de una burguesía nacional fuerte en la zona. Ya que se terminan imponiendo los grupos de la oligarquía terrateniente, que confluyen con los intereses extranjeros, al ubicar al país como un mero productor de materias primas baratas, que después volverían al mercado local en forma de bienes manufacturados por los países industriales.
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Un mundo revolucionado
A fines del siglo XIX, el mundo estaba viviendo grandes cambios de la mano de la segunda Revolución Industrial en Europa, con epicentro en Gran Bretaña. La excepcionalidad de este proceso, estuvo centrado en los grandes cambios que generaron las innovaciones técnicas de la época, que permitieron transformar el proceso productivo para hacerlo más eficiente en términos del mercado. Sobre todo, con la explotación del acero y el petróleo, que acortaron los tiempos y costos del transporte, para extender las vías comerciales de manera más rápida y barata. A su vez, estos desarrollos técnicos también fueron puestos en función del dominio imperialista, aumentando la expoliación de los recursos que se encontraban en las colonias que algunos países de Europa tenía en Asia y África.
Ustedes se preguntarán qué tiene que ver todo eso con nuestro país, veamos. Esta pujanza nunca antes vista, se fue extendido hacia nuevos países que se sumaban a la revolución industrial. Lo que llevó a un aumento cada vez mayor de la competencia ya existente entre mercados, que tomaban ahora la forma de competencia entre Estados. Este combo empujó a los estados a competir entre sí, en la búsqueda de nuevos mercados externos que se ubicaron como receptores de los productos que estaban fabricando en gran cantidad y menor tiempo. Sin dudas este proceso no se dio de manera pacífica, y fue el que abrió las puertas a la nueva etapa imperialista, que Lenin caracterizó como la fase superior del capitalismo.[2]
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Al respecto y volviendo a la Argentina, Peña nos dice:
“En las cuatro últimas décadas del siglo XIX las grandes naciones capitalistas evolucionan hacia el imperialismo, y esto modifica no solo el capitalismo interno de esos países sino toda la estructura de la economía mundial, que por otra parte recién entonces se convierte en propiamente tal. Poco o nada de lo que ocurre en la Argentina a partir de la presidencia de Mitre puede comprenderse si se pierde de vista esta restructuración de la economía internacional , y su política.” [3]
Gran Bretaña era la punta de lanza de la revolución industrial, y con esa misma prepotencia invadió a países enteros en la búsqueda de materias primas baratas y nuevos mercados en los cuales colocar sus productos manufacturados, hechos a costa de la explotación de obreras y obreros británicos en las grandes fábricas de Manchester y Lancashire. Aunque las tierras pampeanas no fueran invadidas militarmente por este país, sí se establecieron relaciones de dominación.
Las vaquitas son ajenas
En este contexto de desarrollo del imperialismo, Argentina se inserta en la nueva división internacional del trabajo como un país productor de materias primas, de base predominantemente agraria, orientando toda su estructura productiva para satisfacer centralmente la demanda británica. Siguiendo a Milcíades Peña, podemos definir a estas relaciones como dependientes, atrasadas y semicoloniales:
“En el mercado mundial, el monopolio necesita mantener el atraso de las regiones atrasadas, porque precisamente extrae sus superganancias de ese atraso, del desnivel que el mismo implica entre las economías imperialistas super desarrolladas y las economías atrasadas y dependientes.” [4]
De esta forma se afianzan aún más los lazos de dependencia ya existentes con el país británico, se produce un salto cualitativo en la relación de subordinación y dependencia con la inversión y el crédito inglés.
En su estudio “De Mitre a Roca. Consolidación de la oligarquía anglo criolla” [5], Peña va a plantear que a través de la injerencia del capital británico en la inversión local, se propició un desarrollo en función de los intereses extranjeros con el modelo agroexportador. Para lo cual se necesitaron ciertas modificaciones en la estructura interna del país, que terminaron por afianzar dicho modelo.
Ejemplo de esto fueron la incorporación de mano de obra, a través de la proletarización de los sectores que aún no habían sido absorbidos por el sistema, como los “gauchos” y “vagos”. O con la diversificación de la producción, que se generó incorporando avances tecnológicos sobre la base de empréstitos británicos. Este lazo también se ve con la financiación que realiza Gran Bretaña del sistema de ferrocarriles argentino, con el objetivo de abaratar los costos de transporte, haciendo que lleguen más rápido al puerto los productos para ser exportados hacia el viejo mundo.
A partir de estos mecanismos, Peña esboza que los ingleses ataron a la economía local a los designios extranjeros, ubicándose en el primer puesto del comercio exterior argentino, y encontrando también la forma de introducir sus mercancías en el mercado sudamericano desde el puerto porteño. En este sentido, Peña va a referirse a los límites de la “oligarquía anglo criolla” para llevar adelante un proyecto de transformación social, por los múltiples lazos de sumisión que la atan al imperialismo. Esta conclusión sigue manteniendo vigencia y se vuelve muy importante para pensar las discusiones que están presentes en la realidad latinoamericana.
Como decíamos al comienzo del artículo, Milcíades Peña es un autor fundamental para ser estudiado por todos los que queremos tener una comprensión de la historia de nuestro país desde una perspectiva de izquierda, que recupere a los sujetos que con su trabajo y sus luchas escribieron las páginas de la historia y muchas veces fueron olvidados por las academias. Un estudioso y un militante que nos aporta para pensar desde el marxismo los problemas particulares que se presentan en las situaciones latinoamericanas, signadas por los problemas que acarrearon el atrasado y la dependencia.
[1] Peña, Milcíades, “La era de Mitre. De Caseros a la Guerra de la Triple Infamia”, en compilación “Historia Del Pueblo Argentino”, Editorial Emecé 2012
[2] Lenin,“El imperialismo, etapa superior del capitalismo”. Editorial Anteo. Buenos Aires. 1974
[3] Peña, Milcíades,”La Argentina en la época del Imperialismo” p 269, en compilación “Historia Del Pueblo Argentino”, Editorial Emecé 2012
[4] Peña, Milcíades,”La Argentina en la época del Imperialismo” p 275, en compilación “Historia Del Pueblo Argentino”, Editorial Emecé 2012
[5] Peña, Milcíades, “De Mitre a Roca. Consolidación de la oligarquía anglo criolla”, en compilación “Historia Del Pueblo Argentino”, Editorial Emecé 2012
Brenda Hamilton
Profesora de historia (UBA). Miembro del comité editorial del suplemento Armas de la Crítica.