Milei necesita llevar a Italia, al cónclave del G7 en Apulia, la aprobación del Senado de su proyecto de Ley “Bases y Puntos de Partida para la Libertad de los Argentinos”. Sería una demostración de consenso institucional, que le reclaman organismos internacionales y capitales con pretensión de inversión en el país.
Martes 11 de junio 19:59
Milei necesita llevar a Italia, al cónclave del G7 en Apulia, la aprobación del Senado de su proyecto de Ley “Bases y Puntos de Partida para la Libertad de los Argentinos”. Sería una demostración de consenso institucional, que le reclaman organismos internacionales y capitales con pretensión de inversión en el país. Ya pasó un semestre y el gobierno funciona con “decretos” que podrían derogarse, y avala la incertidumbre sobre el rumbo económico y político. Es un tema que la “política” más allá de las instituciones, o sea, en la organización popular y en la calle, reconoce y por eso se juega una partida trascendente en una movilización que genera polémica aun en un amplio sector social y sindical, caso de la CGT, que no estará como tal en la movilización que empujan diversos sectores sociopolíticos de oposición a la política oficial y de sus socios de la “oposición dialoguista”.
El gobierno necesita la aprobación, aun con modificaciones, lo que permitirá volver a la Cámara de Diputados para obtener, quizá en julio, una ley que es una verdadera reforma estructural del funcionamiento socio económico del país. El gobierno señala que es continuidad y profundización de las reformas de los 90, que consolidaron un objetivo explicitado y no materializado en el programa de la dictadura genocida. Desde la oposición crítica, especialmente desde la izquierda, se reconoce la gravedad y se organizan todas las iniciativas de protesta y movilización que condicione a los parlamentarios para frenar las regresivas reformas contenidas en el proyecto legislativo. Lo que se discute es un tema trascendente, no solo para el país, sino para la economía mundial, que en Apulia considerarán la continuidad de una policrisis que se manifiesta en un crecimiento pobre y baja productividad más allá de la innovación tecnológica o la inclusión masiva de la digitalización en los procesos económicos.
La economía mundial necesita estímulos a la inversión de capitales para consolidar un rumbo transnacional, que al mismo tiempo ponga freno a la expansión económica de China, que hoy asume el proyecto globalizador, desde la planificación y el poder centralizado del Partido Comunista. Esta estrategia desde Beiging involucra nuevos acuerdos productivos y de circulación de capitales, de bienes y servicios, con economías sancionadas por la hegemonía estadounidense y sus socios globales en Europa y Asia. Esa contradicción induce la ralentización de la economía mundial que reconocen los organismos internacionales, por lo que Argentina pretende mostrar el camino con un rumbo de privatizaciones, desregulaciones y estímulos fiscales, cambiarios, monetarios muy convenientes.
No solo es la ley Bases, sino el proyecto de disciplinamiento que supone el proyecto Milei, con pretensión de receta universal. El capital global pretende reformas estructurales, laborales y previsionales, resistidas por los movimientos sindicales, sociales y populares en los distintos países que intentan avanzar con esa reaccionaria agenda. El capital hegemónico demanda una “política” que logre consenso para disciplinar la conflictividad y lograr apoyos a sus propuestas reaccionarias. La lógica de la política Milei en el país se apoya en un consenso, por ahora pasivo, de base electoral y construido en un dialogo directo, vía redes sociales y el apoyo de la prensa y periodistas de la hegemonía comunicacional. Es una experiencia en desarrollo, que explica la militancia permanente del presidente libertario en todos los escenarios globales con potencialidad de intervenir en la lucha de ideas contemporánea. Claro que, si hace falta reprimir, no se escatiman esfuerzos y en ese ámbito no existe el ajuste fiscal.
Una derecha global, universalista para el capitalismo
El gobierno Milei no constituye una “derecha nacionalista”, sino que sostiene una perspectiva liberalizadora a ultranza para relanzar el capitalismo en crisis, asimilable al proyecto pinochetista que en plena crisis de rentabilidad en los 60/70 ensayó las políticas ortodoxas de Chicago para instalar lo que luego se definirá como ofensiva “neoliberal”, una propuesta que trascendió la lógica nacional y se transformó en proyecto del capital más concentrado. A medio siglo de esa experiencia y ante una nueva crisis que se arrastra desde el 2007/09, con bajo crecimiento, la expectativa del éxito del capitalismo, reivindicado hasta el cansancio por Milei, quien se presenta como un técnico del crecimiento, la propuesta libertaria desde el gobierno argentino pretende constituirse en vanguardia de una propuesta global. Que lo pretenda no quiere decir que lo logrará, pero es una posibilidad a tomar seriamente, a no subestimar, claro, tampoco sobreestimar.
La crisis mundial se presenta en la competencia de precios entre los grandes capitales monopolistas, una inflación que interfiere la reducción de las tasas de interés en los mercados financieros globales, y que en términos generales, la crisis induce un mayor gasto militar en un horizonte de guerra que oculta las dificultades de EEUU y sus principales socios del capitalismo desarrollado para sostener la dinámica de dominación construida desde Bretton Woods y redefinida hacia 1991 con la caída de la bipolaridad mundial. En ese marco, China y su proyecto de “multipolaridad” constituye un problema a confrontar. Si el capitalismo era disputado en un sentido civilizatorio por el socialismo desde 1917 hasta 1991, ahora la discusión remite a la hegemonía dentro del régimen del capital.
Variadas son las políticas para construir la multipolaridad, desde los BRICS con sus nuevas inclusiones, que Argentina rechazó desde la asunción del nuevo gobierno en diciembre pasado; a múltiples cónclaves globales, caso del recientemente realizado “27 Foro Internacional de San Petersburgo”, en Rusia en los primeros días de junio. Allí, el presidente de Bolivia solicitó el apoyo ruso para incorporar al país andino como socio de la ampliación de los BRICS. Esta es una confluencia diversa, matizada y conflictiva que incluye orientaciones muy diferenciadas entre sus componentes, pero buscando un lugar en la reorganización multipolar del capitalismo contemporáneo.
Resulta clave el debate político del próximo 12 de junio, a favor o en contra del proyecto en tratamiento en el Senado de la Nación Argentina. Insistamos que no solo tiene interés local, sino mundial. La situación local interviene en el debate mundial y viceversa, especialmente cuando la derecha avanza en sus posiciones y visibilidad como opción para millones descartados por el orden capitalista y que buscan rápida salida en cantos de sirena de viejas recetas recicladas de liberalismo, aun cuando se presenten como novedosas propuestas. En rigor, solo una propuesta emergente de la organización social con perspectiva de emancipación, en tanto renovación de propuestas colectivas de solidaridad para la satisfacción de necesidades sociales y respeto de la naturaleza pueden ser opción civilizatoria ante una crisis que amenaza la vida y los bienes comunes.