En el sexto viernes de protestas una multitud de argelinos pidió la renuncia del jefe del Ejercito tras el intento de que sean las Fuerzas Armadas las que dirijan una transición sin Bouteflika.
Viernes 29 de marzo de 2019 15:00
Millones de argelinos se movilizaron en las plazas y calles de las principales ciudades del país en el sexto viernes consecutivo de masivas protestas contra el presidente del país, Abdelaziz Bouteflika, y su círculo de poder.
Ese círculo tenía este viernes un nombre propio: a los cánticos habituales de "no pararemos hasta que caiga el régimen, Bouteflika vete ya", los manifestantes agregaron gritos en contra del jefe del Ejército, general Ahmed Gaïd Salah, uno de los hombres más duros del hermético entorno del mandatario.
Salah hizo pública esta semana una propuesta para tratar de salvar al régimen tras el cuestionamiento masivo al presidente Bouteflica. El anuncio de Salah, que fue considerado como una maniobra por parte de los manifestantes, incluía la aplicación del artículo 102 de la Constitución, que permite inhabilitar al mandatario, gravemente enfermo desde 2013, por razones de salud.
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La puesta en marcha del artículo 102 otorgaría transitoriamente la jefatura de Estado al presidente del Senado, Abdelkader Bensalah, uno de los más firmes defensores de la continuidad de Bouteflika, de 82 años, al frente del país.
Pero como quedó en claro en las movilizaciones de este viernes, los argelinos no están dispuestos a aceptar que un hipotético periodo de transición sea controlado por miembros del viejo régimen, la casta política o los militares.
"Es un truco más del régimen. No nos van a engañar, deben irse y hacerlo ya", explicó a la agencia de noticias Efe Ahmad B., un profesor de secundaria en Hydra, uno de los barrios acomodados de la capital, que acude cada viernes a la Grand Post.
Al igual que los viernes precedentes, las marchas que se desarrollan en un ambiente festivo fueron reprimidas por la policía que rodeó desde temprano a los manifestantes mediante un amplio operativo que "vigilaba" de manera intimidante a los grupos que llegan al centro de la capital, Argel, desde los barrios periféricos.
Incluso también llegan de ciudades aledañas como Blida, o más alejadas como Tizi Ouzu, en la Cabilia.
El 11 de marzo, tras más tres semanas de protestas, el entorno del presidente anunció que éste no optaría a un quinto mandato consecutivo, y que las presidenciales previstas para el 18 de abril se sustituirían por un periodo de transición que tutelaría el ministro de Interior, Noureddin Bedaui.
La propuesta no convenció a los manifestantes, que volvieron a las calles al viernes siguiente para denunciar lo que consideraban una maniobra del círculo de poder para mantener sus privilegios y perpetuarse en el poder.
La movilización de este viernes contra la nueva maniobra, esta vez de la mano del jefe del Ejército, muestra tanto la fortaleza de los manifestantes como el desmoronamiento de las principales instituciones del régimen. A pesar del rol traidor de la burocracia sindical, que no llama a una huelga general para acabar de una vez por todas con Bouteflika y el viejo régimen, y del intento de varias de las figuras de los partidos del estáblishment (FLN y RND) de pasarse a la oposición, no logran encontrar una salida a la crisis política abierta en el país, a medida que las movilizaciones crecen cada vez más con el correr de las semanas.