La artista visual y docente Viviana Campetti junto a vecinos y artistas regionales e internacionales llevaron adelante “Minga pasaje del Arte”, un proyecto de arte callejero en el oeste de la capital neuquina.
Lunes 17 de febrero de 2020 10:44
La Izquierda Diario entrevistó a Viviana Campetti sobre cómo surgió "Minga pasaje del Arte", un proyecto de arte colectivo ubicado en las calles Las Palomas entre Rafael Vázquez y Novella del oeste de la ciudad capital.
¿Qué representa este proyecto?
Para mí era un sueño y todo un desafío, convertir la calle y el barrio en una sala de arte. Trabajar en la deconstrucción de la polaridad entre centro y periferia (oeste). Mis obras siempre las pensé y las ideé en base al contexto nacional del momento. En este caso, transcurría el censo nacional 2010 así que con Marcela elaboramos un cuestionario para los vecinos y les preguntamos cómo veían la idea de intervenir la calle artísticamente y les gustó.
Fue transformador trabajar en conjunto artistas y vecinos ya que “Minga”, como proyecto original, viene más del trabajo rural y comunitario. Se logró una conexión entre vecinos y artistas importante. Nos demoramos un año en hacerlo y también fue presentado en el Concejo Deliberante donde se votó por unanimidad en el 2019 para ser una sala más del circuito de exposición.
¿Por qué es importante sacar el arte a la calle?
Primero, si el arte está guardado en una baulera para mí no es arte, es obra. El arte debe tener un público, una mirada de otro que te devuelve. El tema del gusto, la belleza de cómo ha sido construido socialmente, qué pensamos nosotros o cómo nos lo fueron metiendo y porqué no tener otra mirada. Por eso digo que la calle también te enseña. El público al hacerte devoluciones es un ida y vuelta, sin esto no hay comunicación real. Estar en la calle cada día era un aprendizaje y se dieron situaciones de vecinos que nunca se habían comunicado con nadie y de pronto abrían su reja, sacaban su reposera y empezaban a compartir.
A algunos les costó más que otros pero lo que no hay que pensar es "no puedo". Acá no estamos en una academia y justamente el arte en Minga es lo hacemos entre todos. Nos complementamos con otros oficios como la albañilería y se fue mezclando lo artesanal con lo artístico, el oficio y lenguajes diversos.
El arte no es sólo hacer ejercicios con una carpeta prolija, así no te llega. Es para disparar la cabeza, la sensibilidad que puedas pensar, sentir y hacer. Son los detalles que hacen que te sientas como hacedora y creadora, que algunas vecinas te digan "lo especial que hace sus días”, el entusiasmo de los chicos que miraban desde afuera y después empezaron a ser actores de la cuadra. Así nos empezamos a conocer.
¿Cómo se planteó la idea de ir a las gestiones obreras ceramistas?
Ya había trabajado con ellos desde extensión de la Escuela Superior Bellas Artes. Hicimos múltiples acciones cuando empezaron a ser Fasinpat y trabajamos lo de Carlos Fuentealba, las Madres de Plaza de Mayo, Santiago Maldonado y en el hospital Bouquet Roldan. Cada uno de esos cerámicos hoy forman parte del pasaje del arte. Les lleve el proyecto que apoyaron de una y los materiales son de ellos.
Todos los murales están hechos con mosaicos de Zanon y también de Cerámica Neuquén. Muchos obreros viven por acá y me decían que habían pasado a verlo. Siempre fue muy buena la predisposición de los y las ceramistas con nosotros los artistas.
Viviana resalta que este proyecto promete extenderse por los barrios de la ciudad, si hay vecinos predispuestos a llevarlo adelante y trabajar en común con artistas.
Minga resulta ser un proyecto inspirador que liga el arte a la vida. donde no sólo unos pocos hacen arte, sino que todos pueden hacerlo. El arte es un derecho a conquistar para toda la clase trabajadora.