El Ministro de la Secretaría General de la Presidencia, Gonzalo Blumel, participó del programa de debate "Estado Nacional", donde se refirió al camino que ha llevado el gobierno desde Marzo hasta la actualidad, en medio de importantes críticas.
Domingo 12 de agosto de 2018
Como invitado al programa televisivo “Estado Nacional”, el Ministro de la Secretaría General de la Presidencia (SEGPRES), Gonzalo Blumel se refirió a los primeros meses del gobierno, y el desarrollo de diversas políticas impulsadas por este, colocando el centro en la materia económica.
Es así como el ministro tomó como un triunfo el crecimiento que se ha venido presentando durante estos últimos meses, y señalando que se ha expresado por medio de la generación de empleo y políticas sociales, y que promueven la empleabilidad, donde tomó como ejemplo el proyecto de ley de sala cuna universal del gobierno.
Por otra parte en el transcurso de sus palabras -en las que se valía de los incumplimientos del gobierno en materia de educación, salud o presupuesto fiscal- Blumel enfatizó en que el gobierno de Sebastián Piñera es un “gobierno reformista”, añadiendo en palabras posteriores “queremos hacer reformas que son muy importantes”, incorporando “queremos que este país vuelva a crecer pero con un sentido social que es muy importante”, prácticamente manifestando que el sello del gobierno es el rol social de su política, una cuestión que según el mismo ministro, fue un alejamiento notorio del anterior gobierno de Michelle Bachelet, del que tuvieron que hacerse cargo.
También enfatizó su línea hacia el potenciamiento de las Pequeñas y Medianas Empresas (PYMES), que según él son ahogadas, como también sobre una línea de modernización tributaria orientada al desarrollo de las políticas sociales, impulsado a través de un proyecto. Todo esto bajo la lógica derechista "mayor inversión, mayor empleo", cuestión totalmente desmentida por la realidad que vive hoy Latinoamérica.
Por último se le consultó por las palabras del actual Ministro de la Cultura, las Artes y el Patrimonio, Mauricio Rojas, quien se refirió al Museo de la Memoria y los Derechos Humanos, como un montaje, por lo que salió a su defensa, manifestando que Rojas ya había señalado en aquel momento no era correcto”, intentando salir al paso de una declaración injustificable.
La derecha festeja cifras que están lejos de dar una respuesta a los derechos del pueblo trabajador
Sin duda, la derecha se toma de los números para justificar sus 5 meses de gobierno, sobre todo del crecimiento económico que hoy según el gobierno se encuentra bordeando el 5%. Sin embargo contradictoriamente tal desarrollo económico, no se corresponde con la lapidaria agenda que ha intentado instalar Piñera y sus ministros en contra del pueblo trabajador. Es cosa de mirar el indignante Estatuto Laboral Juvenil, que arrastra a miles de jóvenes que condiciones laborales terriblemente precarias, la perpetuación del endeudamiento educativo, la política antiaborto, o la consagración de la impunidad en materia de derechos humanos.
A esto se suma un contexto político y económico, en el que han venido proliferando los cierres de fábricas y despidos masivos, siendo ejemplos la fábrica IANSA en Linares y MAERSK en San Antonio, a las que se han venido sumando otras más como Pastas Suazo. Sin dejar de lado las amenazas de una ola de despidos en la minería como Codelco Chuquicamata, o Minera Escondida que se vienen organizando, frente a una posible arremetida empresarial.
La chapa del gobierno puesta en los números, no es otra cosa que el ocultamiento de su maltrecha agenda legislativa, donde el diálogo hacia sectores de masas y movimientos sociales, está totalmente lejano a ser un sello del gobierno, sino más bien expresa la fragilidad de su hegemonía, impedida de arremeter de lleno con su agenda proempresarial y antipopular.
Ese reformismo del cual se autoproclama, no es otra cosa sino mera palabrería, que intenta responder a una situación cada vez más compleja por el gobierno, donde la tasa de desaprobación hacia Piñera ha comenzado a crecer al 41%, sumado a una serie de trabas legales y constitucionales que han dispuesto para satisfacer los intereses de los empresarios, la iglesia y el conservadurismo más recalcitrante.