Dio a conocer una serie de medidas para conseguir un “Estado de Bienestar”, el punto que ha generado más polémica es en el que propone que el Inegi mida la riqueza y así se ponga en evidencia la desigualdad económica, así como el Coneval mide la pobreza.
Lunes 18 de mayo de 2020
El dirigente de Morena dijo que hay 145 mil personas que concentran casi el 50 % de la riqueza del país. Efectivamente la brecha de desigualdad económica en México es 38 veces más grande que el promedio mundial. Tan sólo 6 mexicanos concentran la misma riqueza que el 50 % más pobre.
La intención de esta reforma, dijo “no es expropiar ni quitar fortunas sino ir reduciendo la brecha tan enorme entre los que tienen muchos millones de dólares y los que no tienen nada o con una clase media que se empobrece cada vez más”. ¿Cómo se va a reducir esa brecha? Eso no lo menciona.
El plan es que este reducido sector que concentra la mitad de la riqueza, se solidarice con los gastos y apoye con el Estado de Bienestar. En esta afirmación hay dos grandes incoherencias. La primera es que cada día es más evidente que los empresarios no tienen ningún interés por solidarizarse con el pueblo pobre y trabajador.
Sólo basta voltear a ver las condiciones en las que los patrones obligan a laborar a los trabajadores en plena pandemia, reduciéndoles el salario, despidiendo a millones y así buscando descargar la crisis en los hombros de los más desposeídos. Nada más ilustrativo que el caso de Grupo Salinas.
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La segunda contradicción es la ilusión de construir un Estado de Bienestar en plena recesión económica. Como explicamos en esta nota, este modelo económico y político se constituyó después de la Segunda Guerra Mundial en EE.UU. y países de Europa, gracias a la destrucción de fuerzas productivas que implicó la misma, lo que permitió que los gobiernos pudieran asumir mayores gastos en el sector público a través del endeudamiento.
Además, esta política fue utilizada para beneficiar a sectores de la clase media y a una ínfima parte de la clase obrera, creando así una aristocracia al interior de la misma a costa del empobrecimiento de las grandes mayorías. Hoy las condiciones económicas apuntan en sentido contrario, sin mencionar que la política del Morena se ha caracterizado por crear una serie de programas asistenciales que lejos están de suplir los enormes recortes al sector público.
No han faltado los críticos de derecha que han saltado frente a esta propuesta del presidente del Morena, cuestionando que esto puede ser una cacería de ricos y que cómo se garantizará que no se abusará de ellos. Es evidente que no admitirán ninguna medida que ponga en cuestión los privilegios que durante décadas han cosechado. Pero en realidad la medida propuesta por el Morena no apunta realmente a atacar los privilegios de la cúpula empresarial.
Ramírez dice que la única intención es evidenciar la desigualdad económica, pero los trabajadores y las trabajadoras la conocen en carne propia, no es necesario que el Inegi lo investigue. Cualquier medida será completamente impotente si no contempla imponer impuestos progresivos a las grandes fortunas, de Carlos Slim, de Salinas Pliego y Germán Larrea, pero esto no es suficiente, la expropiación -esa palabra de la que tanto busca delimitarse el partido oficialista- de los sectores estratégicos para hacer frente a la crisis, es la única garantía de que ésta no la van a pagar los trabajadores y que no se profundizará la desigualdad social que tanto agobia a los morenistas.
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