El objetivo de este artículo es realizar un balance, desde la Agrupación Anticapitalista VENCER, de lo que ha sido la lucha de este último mes y medio, un análisis de lo que significó, de lo que puede significarse y también un debate con las distintas corrientes políticas que participaron en su desarrollo.
Martes 9 de julio
En el 2022 hubo una toma entre estudiantes y funcionarias/os en el Campus Juan Gómez Millas de la U. de Chile y en la Facultad de Arquitectura y Urbanismo por problemas de infraestructura, mientras que en la de Ciencias Físicas y Matemáticas hubo una toma por justicia para Margarita Ancacoy. En ningún caso fueron movilizaciones que tuviesen el ánimo de generalizarse. A final de ese año se realizó el congreso refundacional de la Fech, que posibilitó que posteriormente, el 2023, se recompusiera la Fech con las juventudes de gobierno a la cabeza. El año pasado hubo una gran pasividad en la Uchile y el movimiento estudiantil general, con algunas movilizaciones más pequeñas, controladas y aisladas. Había perdido el proyecto de constitución al que apostaba el progresismo y del cual grandes sectores tenían ilusiones, y también era el primer año del gobierno de Gabriel Boric que había llegado con grandes promesas a los sectores populares, estudiantes, trabajadores, mujeres y diversidades.
Sin embargo este 2024 hemos vivido una movilización generalizada dentro de la Universidad de Chile, con la gran parte de las facultades paralizadas. Una movilización en el marco de una lucha anticolonial protagonizada por estudiantes en todo el mundo, que abrió cuestionamientos a la estructura autoritaria con la que funciona la educación superior y también al problema de financiamiento al cual se enfrenta la educación pública. Ha habido una movilización que ha tenido a todo el régimen encima (académicos, políticos, medios de comunicación, etc). El objetivo de este artículo es realizar un balance, desde el punto de vista de la Agrupación Anticapitalista VENCER, de lo que ha sido la lucha de este último mes y medio, un análisis de lo que significó, de lo que puede significarse y también un debate con las distintas corrientes políticas que participaron en su desarrollo.
Desde antes del principio: El rol de las juventudes de gobierno en la FECh
El Comité en Solidaridad con Palestina en la Universidad de Chile comenzó en octubre de 2023, tan solo días después de iniciada la última ofensiva de Israel sobre el pueblo Palestino que al día de hoy ha cobrado la vida de cerca de 40 mil personas. Surgió como parte de la Coordinadora nacional por Palestina que aglutina a distintas organizaciones políticas, entre ellas, la nuestra (Vencer), desde la cual buscamos que se desarrollase solidaridad con Palestina desde la organización de base en distintos lugares de estudio.
Fue en ese contexto que en conjunto a las personas que componíamos el Comité asistimos a un pleno de la Federación de estudiantes de la Universidad de Chile, presidida por la militante de las juventudes comunistas Catalina Lufín y con el frenteamplista David Águila como vicepresidente. La moción presentada fue que la Fech sacara una declaración repudiando el genocidio, es decir, un pronunciamiento político: algo mínimo para una federación de estudiantes de una universidad pública con un historial de luchas antiimperialistas. La idea era que esta declaración también exigiera una universidad libre de apartheid y que el Estado de Chile, por medio del gobierno de Gabriel Boric, rompiera las relaciones económicas, diplomáticas y militares con el Estado de Israel, demanda que hasta el día de hoy sigue sin cumplirse.
Sin embargo, la Mesa Directiva de la Fech desjerarquizó completamente la discusión sobre Palestina, privilegiando otros puntos rutinarios y meramente administrativos y lo pateó en dos ocasiones. Por lo tanto, la declaración finalmente salió varias semanas más tarde, mientras al genocidio ascendía a las 10 mil personas. Luego de esa declaración “de buenas intenciones”, el principal organismos de estudiantes universitarios no realizó ningún esfuerzo en fortalecer el Comité, convocar a las marchas pro-palestina ni llamar a asambleas en las facultades para discutir, por ejemplo, acerca de los convenios que tiene nuestra casa de estudios con instituciones de Israel. Desde antes del inicio del acampe en la Casa Central, las organizaciones de gobierno y dirigentes de los organismos estudiantiles ya venían cumpliendo el rol de trabar una posible lucha que, como vimos, tenía un importante potencial.
La posibilidad de rearticular al movimiento estudiantil a través de la lucha contra el genocidio
El potencial de la demanda de universidades libres de apartheid comenzó a mostrarse a nivel internacional, pues iniciaron los acampes en universidades prestigiosas de Estados Unidos y Europa. Siguieron países de Latinoamérica. De esta forma, en los primeros meses de clases se fue fortaleciendo y revitalizando el Comité por Palestina.
En las elecciones Fech de este año participaron cuatro listas: La del PC y el FA, la del PS, una lista independiente llamada Surgir la Fech y la lista Izquierda Anticapitalista y Consecuente de Vencer e independientes. De todas estas, ésta última fue la única que habló en la campaña acerca de tomar el ejemplo de las universidades alrededor del mundo que se movilizaban en contra del genocidio. El resto fueron distintas variantes de lo mismo: un gremialismo que no sale de la burbuja universitaria.
Justo al finalizar las elecciones y en el marco de la masificación de los acampes por palestina a nivel internacional, el Comité convocó a un pasacampus en Juan Gomez Millas que convocó a cerca de 150 personas. Ese mismo día pero más tarde, la moción en el Pleno Fech fue de convocar a un banderazo en la Casa Central de la Universidad de Chile, como un hecho mediático que colocara una bandera gigante de Palestina en el frontis del edificio. Pese a que la propuesta de la Mesa Directiva era solamente colgar banderas en las facultades sin irrumpir en la rutina de nadie, se aprobó unánimemente el banderazo para el miércoles 15 de mayo, día en que se conmemora la Nakba. El martes 14 se organizó una asamblea triestamental a la que llegaron cerca de 500 personas y se votó participar del banderazo, pero también tomar el ejemplo de las universidades alrededor del mundo y comenzar un acampe en la Casa Central. Además se votó que los centros de estudiantes allí presentes bajaran la moción de paro para los días miércoles y jueves, moción que se fue alargando hasta cumplir un paro de un mes y medio.
La hipótesis fue la siguiente: la lucha contra el genocidio abre la posibilidad para rearticular al movimiento estudiantil y construir una juventud antiimperialista. Esto en el marco de que al movimiento estudiantil internacional se le ha estado comparando, guardando las distancias y los contextos, con la juventud que protagonizó el mayo del 68’ en contra de la guerra de Vietnam.
Desde el principio: La FECh y su búsqueda por dividir entre lo “interno” y lo “externo”
Es un hecho objetivo que desde el inicio del acampe en la Casa Central el 15 de mayo, la comunidad universitaria se remeció completamente. Las y los estudiantes también se reactivaron tras un buen tiempo sin movilizaciones, comenzaron a haber votaciones de paro que superaron incluso las elecciones FECh que no llegaron al quórum y a realizarse asambleas masivas en distintos espacios. Además, la movilización obtuvo un apoyo transversal, con comunicados en apoyo por parte de los organismos sindicales como la Fenafuch y la Sitrahuch (sindicato a honorarios) y de académicos (Acauch). Asimismo, hubo una declaración en apoyo al acampe que obtuvo más de 1500 firmas, donde destacaban las de académicos, funcionarios, diputados, estudiantes, artistas, etc. Este apoyo provocó que la rectora Rosa Devés y las autoridades cambiaran su orientación, que hasta el momento había sido solamente criminalizar, a una nueva línea: hablar sobre Palestina y ofrecer un “diálogo triestamental”.
A la par, dos días antes del inicio del acampe, había comenzado una toma de la Facultad de Artes Centro de la Universidad de Chile, en respuesta al traumático accidente de una funcionaria Yolanda Galáz, quién perdió su dedo pulgar por la precariedad laboral, ya que la obligaron a utilizar herramientas de las cuales no tenía ningún tipo de capacitación. Esto destapó de alguna manera la precariedad de la infraestructura en las sedes de artes por la cual las y los estudiantes se ven obligados a movilizarse cada año, pues la situación en esas facultades es básicamente insostenible: Las “piscinas” en donde se almacena el agua “potable” tienen hongos, hay desperfectos en el sistema eléctrico que fácilmente podrían provocar incendios, goteras con agua contaminada que caen dentro de las salas en clases (que han provocado accidentes), entre otras problemáticas graves de este tipo.
De esta forma, con la movilización por Palestina en la Casa Central y la toma de las facultades de artes, se generó un interesante debate entre quiénes nos movilizamos. ¿Se trata de cuestiones opuestas? ¿O responden al mismo problema? Un sector de estudiantes, abrumados por los problemas de infraestructura de los cuales son víctimas, opinaba que la lucha por la ruptura de los convenios obstaculizaba su movilización, que no era momento para estar preocupado por cosas “externas” a la universidad. Este debate, el cual abordamos en un artículo en su momento, fue más o menos superado, ya que hubo una comprensión común, por lo menos en la gente más movilizada, de que los problemas de precarización educativa y la lucha por la ruptura de los convenios responden al mismo problema y tienen los mismos enemigos: la educación de mercado (y el sistema de financiamiento que beneficia a los privados y bancos) y el autoritarismo universitario, pues son las mismas autoridades las que definen con qué instituciones tener convenios (como las de Israel, lo que refleja la subordinación de la universidad al imperialismo, al igual que el Estado de Chile), las que definen también la distribución de recursos a las distintas facultades.
Pero en este debate, las juventudes de gobierno que dirigían la Fech (Con Catalina Lufín como vocera del acampe), parte de los mismos partidos que componen el gobierno de Boric, el que aún no ha roto relaciones económicas, diplomáticas y militares con el Estado de Israel, buscaron activamente seguir abriendo la brecha y la división entre las demandas “internas” y la ruptura de los convenios. En ningún momento buscaron convencer a las y los estudiantes de que lo que se necesita es la máxima unidad en la lucha, al contrario, buscaron potenciar la división. Entonces, mientras el PC dividía “por arriba” con la Fech, militancia de “la jota” participaba de la movilización para buscar mantener su legitimidad entre estudiantes de base.
La lucha por “nacionalizar” la movilización: El rol de la Confech
Con el apoyo transversal que tenía la movilización, estaba absolutamente planteado que la lucha se expandiera a otras universidades y se nacionalizara. La realidad exigía algo que era absolutamente necesario: que la Confech organizara e hiciera un llamado a un Paro Nacional educativo por universidades libres de apartheid. Ante esta exigencia, y al llamado a movilización desde el acampe que culminó en una gran marcha hasta La Moneda con más de dos mil personas, la Confech jugó un rol de freno: no quisieron convocar asambleas ni movilizaciones a nivel nacional y se limitaron a solamente sacar un afiche en las redes sociales del Zonal Metropolitano (instagram que no supera los 200 seguidores). Tampoco hicieron un llamado a paro ni siquiera a nivel regional. De hecho, la única universidad -además de la Uchile- que paralizó ese día fue la Usach, pero fue gracias a la organización del Comité por Palestina de dicha universidad que se logró convocar un bloque propio a la marcha. Pero esto no fue “gracias a”, sino que “a pesar de” la Feusach, “curiosamente” también dirigida por el PC y el FA, quiénes se negaron a llamar a asambleas para discutir acerca de los convenios que tienen con instituciones israelíes y que, hasta el día de hoy, no han puesto en el petitorio unificado que se está negociando con rectoría la demanda de la ruptura de los convenios, no han hecho una exigencia a un plebiscito y se subordinaron completamente al chantaje -absolutamente falso- de la “suspensión” de los convenios en la Usach.
La Fech en ese momento era vocera en la Confech y nunca se la jugaron por nacionalizar la movilización. A su vez, hay distintas Federaciones a nivel nacional que son dirigidas por las juventudes de gobierno, como lo reflejamos en un artículo del 22 de mayo. Las juventudes “comunistas” dirigen la FEUA (Antofagasta), universidad desde la que como Vencer hemos buscado también ser impulsores de un Comité por Palestina. Dirigen la FEUAH (Alberto Hurtado), también con un Comité por Palestina que ha buscado articularse con otras universidades donde las juventudes de gobierno no han jugado ningún rol. Dirigen la FEUTS (U de Talca de Santiago), FEULS (La Serena), FEDEP (Diego Portales, con vocería en la Confech, de la cual no movieron a nadie para la marcha más que a su representante), Convergencia Social (hoy en partido único del Frente Amplio) dirigen la FEUOH (O’higgins, Rancagua), y así se van sumando otras posiciones que tienen las juventudes de gobierno pero que se negaron a movilizar, negándose así a abrir una movilización nacional. Es evidente que son responsables del estado de pasividad de las y los estudiantes, porque su perspectiva no es el desarrollo de un movimiento estudiantil activo y organizado, sino que mantenerlo fuera del debate político para que no incomode los planes de su gobierno conciliador con la derecha y los grandes empresarios. El rol de la burocracia estudiantil, clave para el (no) desarrollo de la movilización, es algo que no ven corrientes por fuera del gobierno como el ECP (Estudiantes por la Causa Popular) , debate que hemos desarrollado en otros momentos y que retomaremos más adelante.
Respecto a la Fech, se disolvió la Mesa Directiva debido a la falta de quórum en las últimas elecciones, y la administración pasó al CRECE (Centros de Estudiantes). El 2 de junio (lo anunciaron públicamente el 5), los centros de estudiantes decidieron renunciar a la vocería Confech. Dijeron en un comunicado que la razón es que “buscamos concentrar nuestras fuerzas federativas y de acción en la actual coyuntura movilizadora por la que nos encontramos trabajando”, es decir, la toma de JGM que tuvo como fecha de inicio el 3 de junio. Esta decisión fue renunciar a lo que ellos mismos expresan a renglón seguido en el comunicado: “debemos (...) articular y dar cuenta que los problemas por los que hoy luchamos y buscamos un cambio, no solo se presentan en la Universidad de Chile, sino que se manifiestan en todo el territorio nacional, en todas las universidades públicas del país”. En efecto, y renunciar a la vocería significó renunciar a la búsqueda de la nacionalización de la lucha, aportar al aislamiento de la movilización en la U. de Chile y mantenerla en la línea del gremialismo.
Se expande la movilización en la Uchile: La toma de JGM y la lucha contra el “gremialismo”
Con la movilización de artes encaminada y el acampe en la Casa Central, los Centros de Estudiantes de las distintas facultades del Campus Juan Gómez Millas levantaron la moción de llevar adelante una toma del campus y propusieron un petitorio. Desde el principio, este se limitaba a lo estrictamente local, aunque tomando la ruptura de los convenios y la lucha por la vivienda en el contexto de los desalojos a las tomas y campamentos (como el Campamento Dignidad y la Toma 17 de mayo, por ejemplo). Abordar las problemáticas locales es completamente necesario. Sin embargo, como comenzó a discutirse en las asambleas, el problema reside en el sistema de financiamiento que tiene la educación pública -el que responde a las lógicas del mercado- y también al autoritarismo universitario, que se vio reflejado en los intentos de distintos decanatos (como el de Ciencias y el de Comunicaciones) de prohibir la movilización e imponer las clases. Las mismas autoridades que se niegan a romper los convenios e incluso a impulsar un plebiscito para que la comunidad decida, son los mismos que deciden la mala distribución de recursos en la universidad, privilegiando a algunas carreras (más “rentables dentro de la lógica empresarial de la educación) por sobre otras, como por ejemplo lo son las facultades de artes.
De esta forma, se comenzó a discutir en las asambleas qué hacer. Desde la agrupación Anticapitalista Vencer lo que buscamos fue colaborar programáticamente a la movilización: propusimos en distintas ocasiones que había que retomar la lucha por educación gratuita, de calidad, democrática y no sexista. Que ésta sea financiada 100% por el Estado por medio de aportes basales directos, que provengan de la nacionalización de los recursos naturales (como el cobre y el litio) e impuestos a las grandes fortunas. También la importancia de la condonación del CAE, la que creemos debería ser sin indemnizar a los bancos usureros que se han llenado los bolsillos con el dinero de las familias trabajadoras. Respecto al problema del autoritarismo, creemos que la lucha debe ser por un co-gobierno triestamental, es decir, donde sean académicos/as, estudiantes y funcionarios/as quienes tomen todas las decisiones económicas y políticas de la universidad, partiendo por ejemplo con acabar con la precariedad laboral, el subcontrato y los contratos precarios.
Respecto a estos debates fundamentales, las otras corrientes políticas, como las juventudes de gobierno (principalmente el PC, ya el FA estuvo básicamente por fuera de la movilización y el PS se dedicó a criminalizar como buen partido neolibeal del régimen) plantean un “Nuevo Sistema de Financiamiento” en general, abstracto y sin desarrollo. Sin explicar qué sistema sería el que proponen y que, en realidad, es el programa del gobierno de Boric. Se resumiría en mejorar un poco más las becas pero sin cuestionar el sistema de conjunto. Por su parte, el ECP en ningún momento (asambleas, publicaciones, boletines, etc.) se refirió a qué solución darle a la crisis educativa. Se limitaron a consignas generales como “contra la precarización” o “contra la educación de mercado”.
Sin embargo, para avanzar en estas luchas, sumado a la demanda de la ruptura de los convenios y universidades libres de apartheid, era necesario que el movimiento saliera de las paredes de la Universidad de Chile. Es aquí donde nuevamente cobra relevancia el rol de las Federaciones y la Confech, de la cual los centros de estudiantes decidieron renunciar unilateralmente a la vocería (sin consultar a las asambleas). Mientras tanto, el ECP, que no ve el rol de la burocracia estudiantil y defiende la idea de que no hay que hacerles ningún tipo de exigencia, sin hacerle ni cosquillas a las juventudes de gobierno, se conformó solamente con protestas más o menos reducidas o que no salían de los márgenes de las personas que ya estaban movilizadas, sin buscar hegemonizar a otros sectores para que se sumen a la lucha y buscando rebajar el programa a lo gremial, con esto colaboraron activamente en que la movilización se aislara. Es decir, terminaron siendo furgón de cola del reformismo.
La lucha contra el autoritarismo y la exigencia de un plebiscito triestamental y vinculante
En contra del balance de que “movilizarse no sirve de nada”, esta lucha de mayo-junio de 2024 tuvo conquistas para el movimiento: un protocolo de movilización transversal realizado triestamentalmente que va a permitir que haya movilizaciones más adelante sin arriesgarse a las represalias de las autoridades. Algunas mejoras (aunque mínimas) en infraestructura, alimentación y accesibilidad. Se rompieron los convenios que tenía la Facultad de Filosofía y Humanidades con instituciones sionistas. Por otro lado, más allá de estos aspectos, la movilización logró que la problemática de Palestina se convirtiera en un tema nacional del cual tuvieran que referirse las propias autoridades y gobernantes. Mostró la posibilidad real de rearticular al movimiento estudiantil -lo cual otorga perspectiva- e hizo avanzar a un sector de estudiantes a una conciencia antiimperialista. Abrió un importante cuestionamiento al sistema de financiamiento y al autoritarismo universitario, como lo es por ejemplo al hecho de que sean “funcionarios” con sueldos de gerente quiénes tomen todas las decisiones de la universidad.
Con el Campus Juan Gómez Millas devuelta en clases y el acampe de la Casa Central en un retroceso ordenado y preparando una demostración de fuerzas en una gran jornada cultural y musical que se llevará a cabo el día domingo 14 de julio en el frontis de la Casa Central, es de gran importancia seguir organizándonos y cuestionando este sistema de universidades-empresa. Quedó absolutamente demostrada la intransigencia criminal de las autoridades lideradas por la rectora Rosa Devés Alessandri, ya que se han negado a romper los convenios y a llamar a un plebiscito para que sea la comunidad la que decida. Pasaron a la historia como las autoridades que criminalizaron a las y los estudiantes que se movilizaban, como en todo el mundo, en contra del genocidio en Palestina. Parte de esta misma intransigencia y criminalización fue el retiro unilateral y represivo de los lienzos colocados en el frontis hace algunos días.
Es una tarea para las y los estudiantes más activos y movilizados que el cuestionamiento al autoritarismo siga desarrollándose. Es por eso que es completamente imperioso llevar adelante -como ya comenzó a hacerse desde el acampe- una amplia campaña de exigencia a que la rectora ponga a disposición todas las herramientas institucionales para el impulso de un plebiscito triestamental y vinculante, mientras que a la par se impulsa una consulta a todos los estudiantes de la universidad para dar un ejemplo de democracia que tanto asusta a las autoridades privilegiadas. De esta forma, reagrupar nuestras fuerzas, reorganizarnos y fortalecer el Comité en Solidaridad con Palestina, ya que el genocidio no termina, al contrario, avanza de forma cada vez más brutal, y nuestra universidad sigue siendo cómplice de crímenes de guerra. Emplazamos a todas las organizaciones de izquierda que hacen política dentro de la universidad a que se sumen a estas campañas.
La necesidad de una corriente anticapitalista, antiimperialista y antiburocrática en el movimiento estudiantil
Si se puede decir que la movilización no logró expandirse, nacionalizarse y radicalizarse tanto en programa como en método, fue responsabilidad de la dirección actual de los organismos estudiantiles, es decir, las juventudes de gobierno, quiénes -como abordamos más arriba- recibieron la colaboración -tal vez involuntaria- de organizaciones supuestamente combativas como el ECP que contribuyeron al aislamiento de la movilización y a que no avanzara programáticamente.
Esto abre nuevamente la necesidad de seguir fortaleciendo una corriente estudiantil que sea anticapitalista, es decir, que sea consciente de que todos los males de la clase trabajadora, sectores populares y estudiantes es por culpa del capitalismo explotador, destructor de la humanidad y la naturaleza. Una corriente que sea internacionalista y antiimperialista, que busque organizar a las y los estudiantes en contra de las mayores aberraciones en beneficio de los grandes burgueses mundiales, como lo es el genocido más grande del siglo XXI del cual somos testigos. Una corriente que sea antiburocrática, que incomode a la dirección reformista del movimiento estudiantil y del movimiento obrero, tanto en la lucha de clases como en el terreno electoral, este último para buscar influenciar a sectores más amplios y mostrarse como una alternativa frente al derrotismo y la desmoralización. Solo una corriente que se plantee firmemente la lucha contra la burocracia, que desenmascare públicamente a “los falsos amigos del pueblo”, puede dotar al movimiento estudiantil de una estrategia para vencer, la que va íntimamente ligada a una corriente pro-obrera que busque la unidad con las y los trabajadores.
Esa es la perspectiva que tenemos quiénes militamos en la agrupación Vencer, impulsada entre militantes del Partido de Trabajadores Revolucionarios y compañerxs independientes para tener una perspectiva nacional. Por esta razón es que estamos buscando legalizar una alternativa de las y los trabajadores en la Región Metropolitana para presentar candidaturas a diputados, y también presentando una lista al municipio de Antofagasta.
Benjamín Vidal
Periodista - Universidad de Chile