El día 30 de junio se registró una importante movilización de miles de trabajadores y sectores populares, con la contradictoria participación de empresarios y funcionarios locales, en la ciudad de Monclova.
Jueves 2 de julio de 2015
Esto después de que fueran despedidos al menos 4 mil trabajadores en los últimos días, cuestión que provocó un fuerte descontento en la región, en el contexto de la crisis acerera generada principalmente por la libre importación de metal
Gobierno entreguista y crisis acerera
Producto de la liberación de la importación de metales, como uno de los pilares de la política económica principalmente hacia nuestro vecino del norte, el contexto de la movilización ha sido la penetración cada vez más rapaz de los productos metalúrgicos hacia nuestro país.
Estos productos llegan por debajo de los precios de los metales en México. Compiten con ventaja frente a las empresas mexicanas, y la consecuencia de este proceso ha sido el despido masivo de miles de trabajadores y el cierre de fábricas, sin ninguna solución para las miles de familias que enfrentarán las filas del desempleo, o la precarización.
Ildelfonso Guajardo Villarreal, secretario de Economía, por una parte anunció que no aplicará ninguna medida “setentera” –en referencia a los últimos años de proteccionismo económico que vimos en nuestros país impulsado por los últimos presidentes Echeverría y López Portillo antes de la adopción del modelo neoliberal–, al mismo tiempo que cínicamente negó que existieran despidos.
Los trabajadores y los sectores que se movilizaron
A una semana de las declaraciones de Villareal el día 30 de junio se confirmó el despido de 700 empleados más, esta vez de confianza, de una de las dos acerías más grandes del país, Altos Hornos de México (Ahmsa), cuya sede está en el estado de los masivos despidos y que empezó el pasado 15 de junio.
La concentración-movilización del día 30 no sólo estuvo compuesta por trabajadores descontentos ante los despidos, sino que al llamado acudieron sus familias, trabajadores taxistas de la región, además de la presencia de empresarios del transporte, industriales, mineros y de la construcción en compañía de algunas autoridades de la región como alcaldes, legisladores locales y federales.
Intereses contrapuestos
Sin embargo, existen intereses contrapuestos en la movilización de hoy. Tal vez el motor de la movilización para los trabajadores sea la demanda de la reincorporación de todos los despedidos. Pero también que se apliquen las medidas necesarias para proteger a los trabajadores no sólo de las empresas extranjeras que compiten con sus precios más bajos y a las empresas nacionales que impulsan los despidos.
La clase empresarial de la región, ante su desventaja en la competencia capitalista con las empresas extranjeras, principalmente estadounidenses y chinas, intenta usar el descontento de los trabajadores con el fin de presionar al gobierno para que imponga una barrera arancelaria más conveniente hacia sus intereses. Todo para no perder sus cuantiosas ganancias.
Esto lo demuestran las recientes declaraciones de los directores de Relaciones Internacionales y Comunicación de las empresas DeAcero y Ahmsa, Juan Antonio Reboulen y Francisco Orduña respectivamente, que acusaron a las políticas instrumentadas por la Secretaría de Economía como “dogmáticas”.
A esto se suma el acompañamiento de dirigentes de al menos 10 antiguas secciones sindicales, curiosamente de la pro patronal e históricamente priista Confederación de Trabajadores de México (CTM) y además de legisladores locales y federales surgidos del Partido Revolucionario Institucional (PRI).
Todos ellos fueron responsables durante los últimos años de dejar pasar las reformas laboral y energética, que a su vez son el origen de toda la situación que se vive hoy. No sólo se negaron conscientemente a enfrentar los ataques sino que dieron el visto bueno y cerraron filas con el gobierno. Sin embargo, ahora apoyan la exigencia de aranceles a las importaciones para atender la problemática de este sector empresarial en la región.
La reducción de la producción acerera ha sido la principal consecuencia de la situación que se vive hoy en cuanto a la competencia de precios en la región pero también en todo el país.
Esto tendría un efecto principalmente sobre las medidas a aplicar por parte de los empresarios, ya que se reduciría la planta. Tan sólo en la empresa Ahmsa podría ocasionar el despido de otros 4 mil trabajadores según sus propias declaraciones, en caso de que no se implementaran medidas en un corto plazo. Se dejaría así un saldo total para un periodo próximo de al menos 20 mil trabajadores en la calle y sin esclarecer todavía las condiciones de los despidos.
Una primera movilización no sin contradicciones
Esto es una nueva muestra de que el gobierno es agente directo del capital imperialista. Lo sacrifica todo para sus amos: expolia a la población, genera altos niveles de contaminación ambiental, y ahora solapa el despido masivo de trabajadores. Así contribuye el gobierno mexicano a que las trasnacionales y el empresariado nacional llenen sus arcas.
Ante la crisis de la industria acerera, el empresariado del sector quiere salvarse y para eso exige aranceles a la importación de acero. No extrañaría que aun obteniendo esta “ayuda” del gobierno pasen los despidos y aproveche la ocasión para precarizar aun más las condiciones laborales de los trabajadores del sector.
Los trabajadores que se movilizaron contra los despidos tienen grandes retos por delante, ya que sus intereses se contraponen a los de los empresarios y del gobierno: son las y los trabajadores quienes sufren la explotación en los conglomerados industriales todos los días. A esto se suma la baja real del salario más el clima de violencia en la región, en donde quienes están más expuestos no son los empresarios que viajan en lujosos coches y escoltados por varios agentes y guardaespaldas, sino los trabajadores que día con día se salen de sus casas esperando poder regresar a ver a su familias.
Son los trabajadores los que producen todas las mercancías de la región y son los que pueden parar la producción y de esa manera las ganancias de los empresarios. Es necesario extender la lucha a todos los sectores que viven condiciones similares.
En Coahuila se juegan miles de despidos, aunque no se habla aun de cierre. Frente a la crisis capitalista, los empresarios pretenden que las familias obreras paguen el costo y padezcan hambre. Es necesario que los trabajadores forjen su propio camino, sin confiar en la corrupta clase política de los partidos tradicionales ni en la burocracia entreguista.
Para esto los trabajadores no parten desde cero: los trabajadores de la industria acerera pueden retomar las ricas experiencias de luchas obreras en otros países.
En Argentina, en 2001 cuando Luigi Zanon amenazó con cerrar una fábrica de cerámicas, los trabajadores, que habían recuperado su sindicato y se organizan en forma democrática, tomaron la fábrica y la pusieron a producir bajo control obrero. Las primeras producciones que salieron se destinaron a obras públicas de interés social: por ejemplo, los ceramistas donaron cerámicos para el centro de salud de una comunidad cercana. Así forjaron una sólida alianza con los pobladores de la región, que perdura hasta hoy.
En Grecia, país inmerso en una profunda crisis desde años, existen varios casos también de tomas de centros de trabajo y puestas a producir bajo control de los trabajadores, como la fábrica Vio.Me, que producía químicos y materiales de construcción, que fue tomada en 2011 y puesta a producir por los obreros.
Estos ejemplos muestran que los trabajadores sí pueden dar una salida a la crisis capitalista.
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Jesús Pegueros
Estudiante de la Facultad de Economía de la UNAM