Las movilizaciones de miles de personas que protestaron contra la corrupción del gobierno y la vicepresidenta Roxana Baldetti, ligada a una red de fraudes aduaneros, lograron la renuncia de la exfuncionaria. Vamos por más gritan en las calles.

Sandra Romero México | @tklibera
Domingo 10 de mayo de 2015
Las semanas pasadas un escándalo de corrupción vinculó a Roxana Baldetti en una red de defraudación aduanera, lo que encendió la inconformidad de miles de personas que se manifestaron por miles en la Plaza de la Constitución de la ciudad de Guatemala.
El 13 de marzo pasado le fue retirado el fuero político a la exvicepresidenta por decisión “unánime” de la justicia guatemalteca. Ahora, en una conferencia de prensa, el presidente Otto Pérez Molina anunció el revés del gobierno. Es una decisión calificada como histórica por la prensa nacional, porque lo común en realidad es la impunidad que ha prevalecido durante todo el gobierno, frente a los casos de corrupción y enriquecimiento ilícito que involucran a distintos funcionarios y miembros del gabinete.
Una salida política ante el cuestionamiento del gobierno
La decisión de renuncia para Roxana Baldetti, anunciada por el presidente Pérez Molina, es un intento del gobierno por recomponer la crisis política que abrieron estas movilizaciones y darle una salida legal y “ordenada”. “Colaborará con las investigaciones” anunció, en un discurso donde intenta simular intolerancia ante actos de corrupción, mientras se mantienen en el poder o en la impunidad todos los políticos involucrados en escándalos anteriores.
Como Armando Paniagua, exdirector del extinto Fondo Nacional para la Paz, el enriquecimiento de la familia Baldetti, relacionado con el crimen organizado. Rafael Santizo Hernández, director del Fondo de Desarrollo Social, Juan Carlos Monzón, secretario privado de la vicepresidenta o el propio Juan de Dios Rodríguez, director del Instituto Guatemalteco de Seguridad Social y ligado a las labores militares de inteligencia durante la guerra sucia de Guatemala. Todos involucrados en fraudes, evasión fiscal y enriquecimiento ilícito.
Aunque tiran una cabeza para fortalecer a un régimen criminal donde la corrupción es la constante, la decisión no deja de ser un elemento de debilidad del gobierno y sin duda es un logro de las movilizaciones. Sin embargo, para que esta salida política no sea el inicio de un intento del gobierno por fortalecerse, ahora con las banderas de “combate a la corrupción” en alto, sería necesario que los trabajadores y jóvenes que han participado en las protestas y exigido la renuncia de Baldetti, ahora se planteen qué sigue en la lucha.
En este “mundo del revés” donde la justicia está al servicio de los ricos, el cinismo de la presidencia se enmarca en una conferencia de prensa donde aparece Otto Pérez “decaído”, acongojado por lo que ha ocurrido con su compañera de corruptelas, a quien describe como “valiente”.
El presidente podrá decir que Baldetti pretende colaborar con la justicia, pero no hay que olvidar que el sistema judicial de Guatemala está acostumbrado a exculpar de los peores crímenes a la clase política dominante y a sus mandos policiales y militares, como la aberrante impunidad ante los crímenes cometidos durante la guerra sucia y todos estos actos de corrupción, entre otros.
Además, la renuncia “voluntaria”, como siempre que ocurren estos casos con miles de personas en las calles, es un intento por anticipar una decisión “a título personal” antes que la movilización la imponga y el propio movimiento social se fortalezca.