En el marco de la convención de diseño Trimachi DG, los ciborgs Neil Harbisson y Moon Ribas disertaron y contestaron preguntas sobre arte, tecnología y filosofía transespecie, con una particular veta empresarial.
Martes 18 de octubre de 2016
El británico Neil Harbisson es un artista y activista ciborg, famoso por haber superado, con ayuda de la tecnología, una condición de nacimiento llamada acromatopsia por la que veía los valores de negro, blanco y grises pero no los colores. Desde 2004 tiene una antena osteointegrada a su cráneo que le permite traducir los colores a sonidos y así “ver” tanto los tonos percibidos por el ojo biológico como los infrarrojos y los ultravioletas. Al convertirse en ciborg Harbisson no sólo “reparó” su biología sino que se auto-diseñó un nuevo sentido: la posibilidad de escuchar los colores y recibirlos desde cualquier parte del mundo a través de internet.
Moon Ribas, amiga de Neil desde la infancia, es una coreógrafa y bailarina ciborg con un implante sísmico online en su brazo. Este dispositivo vibra al percibir los terremotos en todo el globo terráqueo que se suceden a intervalos de escasos minutos; gracias a lo que llama “el uso del internet como un nuevo sentido” ha creado espectáculos de música y danza coordinados con el movimiento del planeta.
Ambos llegaron como expositores invitados al Trimarchi (una de las convenciones más grandes del mundo, según sus organizadores) con el apoyo del British Council. Frente al enorme público asistente, los activistas plantearon que la evolución humana “ha llegado a un punto en que todos somos, por lo menos, ciborgs psicológicos. Decimos ‘me quedé sin batería’ en lugar de ‘el teléfono no tiene batería’. Es decir, hablamos como si el teléfono fuera parte de nuestro cuerpo”. Para ellos los dispositivos que tienen incorporados son parte de su cuerpo como cualquier otro órgano, y por este motivo han tenido conflictos con la ley, como cuando el gobierno inglés le solicitó a Neil que se quitara su antena para la fotografía de renovación del pasaporte. La apelación de Harbisson llevó a que el estado británico acabará reconociéndolo oficialmente como ciborg.
Además de relatar sus nuevas vidas y dar detalles sobre sus actuales producciones artísticas, Harbisson y Moon dedicaron parte de su charla a hacer una invitación a la evolución mediante el autodiseño de nuevos sentidos: “¿Por qué en lugar de gastar dinero iluminando los espacios que habitamos no nos añadimos un nuevo ojo de visión nocturna? ¿Qué tan útil nos podría resultar un ojo retrovisor en lugar de un espejo retrovisor en el automóvil?” plantearon los conferencistas.
En función de esta propuesta, desde 2010 Harbisson y Ribas dirigen la Cyborg Foundation, organización que en palabras de sus fundadores pretende “incentivar la ampliación de sentidos y capacidades humanas mediante la creación y aplicación de extensiones cibernéticas en el cuerpo humano, promover el uso de la cibernética en eventos culturales y defender los derechos de los ciborgs”. Esta fundación ha dado paso, recientemente, a Cyborg Nest, una empresa que se dedica a fabricar sentidos artificiales y los vende: una particular forma de explotación comercial de la filosofía transespecie, que corre en paralelo a las realizaciones artísticas de sus CEOs. Entre otros servicios, esta empresa ofrece dientes artificiales con luz led y un chip implantable en el pecho que vibra al apuntar al norte magnético, para mejorar el sentido de la orientación.
Hacia el final de la presentación, los ciborgs contestaron preguntas del público, muchas de ellas referidas a la factibilidad de implementación de su propuesta de auto-evolución mediante un movimiento ciborg, así como a sus consecuencias:
¿Cuál es tu opinión sobre el transhumanismo?
El transhumanismo habla de la “muerte como una opción”. La tecnología en los términos en que la presentan, ¿puede superar la frontera de la muerte biológica? Si es así, ¿estamos ante las puertas de una nueva religión ciborg?
En los últimos años, con el desarrollo capitalista, la tecnología avanzó hasta un punto tal que nos permite modificar totalmente el mundo en función de las necesidades humanas, pero muchas veces esas modificaciones se hacen al costo mismo de la naturaleza, del ambiente y terminan incluso siendo perjudiciales para las personas. ¿En qué medida este movimiento ciborg podría superar esa especie de escisión entre hombre y naturaleza, si es que la puede superar y cómo colaboraría para eso?
En un mundo tan horroroso como el que vivimos, lo que ustedes postulan ¿no es a la vez banal y horrible? ¿Cómo podrían democratizar su propuesta de hacerse ciborgs?