La experiencia del movimiento de mujeres en los años 60 y 70 ha generado debate en el movimiento feminista actual. ¿Cuáles son los hechos y principales nudos de discusión? En este artículo explicamos al detalle.

Teresa Melipal Santiago de Chile
Martes 8 de marzo de 2022
A partir del año 1954, las mujeres de los sectores populares comenzaron a agruparse en centros de madres con la creación de una institución especializada llamada “El Ropero del Pueblo”, pero los centros de madres no terminaron de consolidarse hasta llegar al año 1962, con la creación de Central Relacionadora de los Centros de Madres (CEMA) la cual fue dirigida en 1964 por la Primera Dama de la nación, María Ruiz-Tagle (Valdés y Weinstein,1993).
También surgió la conformación de las Juntas de Vecinos y Organizaciones Comunitarias (1968), que incluía los Centros de Madres en la ley N° 16. 880 durante el gobierno de Eduardo Frei Montalva (Valdés y Weinstein,1989). Sin embargo, la Coordinadora de Centros de Madres (COCEMA) decretada por el gobierno de la Unidad Popular, comenzó a otorgar una relación de las mujeres populares con la sociedad actual, con el fin de establecer lazos comunitarios de las mujeres pertenecientes a aldeas, barrios y poblaciones (Consejería Nacional de Promoción Popular, S/A).
En Chile, a partir de 1964 y hasta 1973, periodo en el cual gobernaron Eduardo Frei Montalva y Salvador Allende Gossens, la sociedad chilena experimentó una creciente democratización mediante las reformas agraria y universitaria, las leyes de promoción popular y la organización de trabajadores urbanos, campesinos, estudiantes y pobladores. Durante esos años el Estado expropió casi el 50% de la tierra cultivable, creando asentamientos y Centros de Reforma Agraria (CERA), aboliendo el inquilinaje y triplicando el ingreso rural (Tinsman, 1995).
Recordamos que a inicios de los años sesenta la economía latifundista y las reformas agrarias de los gobiernos de la Democracia Cristiana y de la Unidad Popular predominaban (Tinsman, 1995). Es en este contexto, que la escolarización de las mujeres chilenas comienza a ascender expresándose en la cobertura educativa global en un 95% para 1973 (Rojas, 1994), esto debido a la implementación de las reformas educacionales de Frei con la enseñanza agrícola para mujeres, la ampliación de la educación básica de 6 a 8 años y la disminución de la secundaria de 6 a 4 años.
Producto de la política impulsada por el gobierno de Frei hacia la educación y centros de madres, las mujeres comienzan a tener más oportunidades con la aprobación de Ley de Jardines Infantiles, la ampliación del Fuero Maternal y el permiso Pre y Posnatal (Rojas, 1994). Durante el período de los años sesenta y setenta, el movimiento de mujeres a nivel internacional toma protagonismo con la lucha por los derechos reproductivos y sexuales por la demanda de la distribución de la píldora anticonceptiva en Europa y Estados Unidos (Fraser, 2015), pero esta demanda no tuvo mayor impacto dentro de las demandas de liberación femenina en Chile en aquella época, donde los sectores que se reivindicaban feministas correspondientes a sectores medios y profesionales rehuían del movimiento internacional (Rojas, 1994).
Otro aspecto relevante de aquellos años fue el alto número de representación de las mujeres parlamentarias en 1968, sobrepasando a los países como Inglaterra, Francia, Alemania Occidental y la India, donde el Congreso Nacional presentó 12 diputadas y 1 senadora con la mayor representación del partido Demócrata Cristiano, seguido por el Comunista, el Socialista y el Radical (Rojas, 1994), por lo que significó mayor participación de la mujer dentro del régimen y en la política. En 1972, durante el gobierno de la Unidad Popular de Salvador Allende, el congreso aprueba la creación de la Secretaría Nacional de la Mujer (SERNAM), dependiente de la Secretaría Nacional de Gobierno, el cual puso en marcha la creación de 400 jardines infantiles por todo el país (Javier Maravall, 2012), además, dio impulso a comedores populares a través de los Centros de Madres y la creación de las Juntas de Abastecimientos y Precios (JAP). En esto último, los CEMAS participaron activamente en las campañas de vacunación contra la poliometitis, así también en la campaña del medio litro de leche para los niños, las JAP y comités de navidad (Rojas, 1994).
Los CEMA fueron un pilar fundamental para la organización de las mujeres en los barrios populares a nivel nacional, donde hasta fines de 1973 alcanzaron una cantidad de 20.000 centros a nivel nacional, lo que podría expresar un millón de mujeres organizadas en ellos bajo capacitaciones en costura, tejidos, cocina y artesanía (Rojas, 1994). El impulso de que las mujeres se organizaran en los CEMA fue impartido como una política consciente dentro del programa de gobierno de Salvador Allende, ante la mayoritaria votación femenina que alcanzó el candidato de la derecha, Jorge Alessandri, en las elecciones presidenciales de 1970 con un 41.79% en desmedro de Salvador Allende, quien obtuvo un 28,8% de votos femeninos (Rojas, 1994).
Mientras que en el plano ideológico sirvió reforzar su condición de esposa y ama de casa, con la finalidad de que las mujeres obtuvieran mayor oportunidad de socialización y organización cerca del hogar. La estructura ocupacional femenina para los años setenta comienza a ascender en relación a los años sesenta En el censo de 1970 reporta una disminución de las mujeres dedicadas exclusivamente al hogar respecto al año anterior (Rojas, 1994), por lo que un importante sector femenino comienza a engrosar los sectores de servicios, industrias, el comercio y trabajos independientes.
Durante el gobierno de la Unidad Popular, el protagonismo de la mujer se elevó desde el punto de vista social: con la participación de las mujeres en los sindicatos, juntas vecinales y centro de estudiantes, expresándose con la política del término de la distinción de los hijos legítimos e ilegítimos y el derecho a la alimentación (Power, 2008). También se distinguió en potenciar la participación de la mujer en la educación superior mediante becas a las mujeres con bajos recursos y con méritos académicos, promoviendo la igualdad de género en las áreas de la educación masculinizadas (Javier Maravall, 2012). El programa de gobierno de Allende contempló mejorar la condición de las mujeres con el derecho civil a las casadas, el divorcio con disolución de vínculo y que diera garantía a las mujeres y a sus hijos junto con la igualdad jurídica para todos los hijos nacidos fuera del matrimonio y la ampliación de salas cunas y jardines infantiles. También el gobierno destacó el nombramiento de la ministra del Trabajo, Mireya Baltra, segunda mujer ministra en la historia del país, quien pertenecía a las filas del Partido Comunista (Rojas, 1994).
Sin embargo, pese a las políticas hacia la mujer de parte de los gobiernos democráticos de Frei Montalva y Allende, el movimiento feminista chileno quedó en absoluto silencio durante este período, expresándose en la disolución del Memch y un escaso activismo feminista que se tradujo en militancias políticas.
Desde una perspectiva contraria a la demanda por los derechos sociales y económicos de las mujeres, un sector del movimiento de mujeres de los años setenta realizó movilizaciones contra el gobierno de Salvador Allende, esta movilización es conocida como “Los Cacerolazos” la cual inició a fines de 1972 como una provocación a los problemas de desabastecimiento junto con la política de desestabilización al gobierno que llevaba adelante la oposición (Rojas, 1994). En este período fueron las mujeres de la burguesía que agitaron las cacerolas exigiendo la salida de Allende (Power,2008).
Margaret Power (2008) sostiene que, a pesar del apoyo de los partidos Nacional, Demócrata Cristiano y del gobierno de los Estados Unidos (al cual denuncia por negarse a facilitarle documentación sobre sus campañas anticomunistas dirigidas a mujeres), los movimientos femeninos contra Salvador Allende actuaron autónomamente a los sectores de los partidos políticos mencionados. Sin embargo, Julieta Kirkwood cuestiona la autonomía del sector de mujeres que se movilizó contra Allende, señalando que fue la derecha quien orquestó este movimiento con mujeres de sectores de oposición cuya líder fue posteriormente ascendida al cargo de Ministra de la Familia (Kirkwood, 1981).
Texto extraído de: Vargas, Paloma. (2021). Feminismos y política en las movilizaciones por “Ni una menos”: análisis feminista contra la violencia de género. Tesis para obtener el grado de licenciada de antropología en la Universidad Academia de Humanismo Cristiano.