Reproducimos el artículo “El 68 mexicano: limitaciones y alcances de una gesta heroica”. La Izquierda Diario trae la tercera parte de este escrito, como parte de una serie especial rumbo a una de las fechas más importantes del 68 mexicano, por lo que significaría para la historia desde entonces: el 2 de octubre.

Jimena Vergara @JimenaVeO
Miércoles 30 de septiembre de 2015
Los antecedentes: agitación obrera y lucha estudiantil
En México, desde la década del ´50, el movimiento obrero comienza a hacer una importante gimnasia de lucha contra el priato. El régimen, sostenido sobre el férreo control de las organizaciones obreras a través del charrismo sindical, comenzaba a dar signos de desgaste frente a la deslegitimación y el descontento.
El 4 de febrero de 1957, los telegrafistas comienzan a reducir su carga de trabajo, en respuesta a la demanda de aumento salarial presentada frente a la SCOP. Como respuesta, el gobierno despide a 27 dirigentes telegrafistas, lo que desencadena el paro de siete mil empleados distribuidos en 723 oficinas que exigen la reinstalación de sus compañeros.
Para el 10 de ese mes, los paristas, organizados en asamblea, presentan un pliego de peticiones que incorpora la reinstalación de los despedidos, cese de los funcionarios, no a la represión a los paristas y desconocimiento de la dirección sindical. Este último punto, va a ser el elemento común de los procesos huelguísticos que emergerán en México bajo el dominio del PRI y que comienzan a superar a sus direcciones burocráticas. Se trata de huelgas muy duras, por fuera y en contra de las direcciones sindicales, donde la propia dinámica de la lucha, arrastra a los trabajadores a mayores cuestionamientos del gobierno y el Estado.
Para el 11 de febrero, la huelga de los telegrafistas recibe la adhesión de los 320 operarios de Radio México. El gobierno decide dividir a los trabajadores y ofrecer aumentos salariales por categorías. Pero los trabajadores se niegan a aceptar el acuerdo al grito de ¡unidad!
El día 14 de febrero, los trabajadores de Radio Chapultepec se suman al paro. Para ese momento son ya 850 mil el número de mensajes y giros no despachados y retenidos por la huelga. Sin embargo, bajo la represión, las amenazas y el aislamiento promovido por las direcciones sindicales, los trabajadores deben volver a sus labores.
El 22 del mismo mes, se reanuda el servicio y el primer mensaje que se emite desde todas las plantas radiofónicas y las oficinas telegráficas va “en atención al presidente” Ruíz Cortines, para que se resuelvan las justas demandas de los telegrafistas. Finalmente, los trabajadores rompen con su sindicato charro y comienzan a organizar un sindicato independiente, logrando la satisfacción parcial de algunas de sus reivindicaciones.
De igual forma, luchas por salario que adquirían la fuerza de una lucha contra la burocracia sindical, las dio el Movimiento Revolucionario Magisterial. La lucha de los maestros, va a ser acogida por los estudiantes de las escuelas normales y los trabajadores del Instituto Nacional de Capacitación.
Pero el proceso huelguístico de mayor envergadura en este periodo, será el de los ferrocarrileros, que fuera parte de las banderas de lucha de los estudiantes insurrectos de 1968.
El 2 de mayo de 1958, aún bajo la presidencia de Adolfo Ruíz Cortines, varias organizaciones sindicales conforman la Gran Comisión Pro Aumento de Salarios, incluyendo a la dirección del Sindicato de Trabajadores Ferrocarrileros de la República Mexicana (STFRM).
A pesar de que el acuerdo de las asambleas sindicales fue exigir aumento salarial de 350 pesos mensuales, los dirigentes comenzaron a “bajar” la petición y finalmente negociaron con el gobierno una prórroga para ejecutar el aumento de salario.
Espontáneamente y desconociendo a su dirección, los ferrocarrileros se lanzan a la calle el 24 de mayo y sus secciones más combativas como la 13, 25, 26 y 28 difunden el “Plan del Sureste”, llamando a los trabajadores a rechazar los 200 pesos de aumento salarial y la prórroga pactada por sus dirigentes. Además, las secciones combativas, llaman a desconocer a los líderes charros y exigen el reconocimiento oficial de sus dirigentes elegidos democráticamente.
Finalmente el 26 de junio se realiza el primer paro ferrocarrilero, 40 secciones del sindicato expulsan a la burocracia y forman el Comité Ejecutivo por Aumento de Salarios, dentro del cual se encuentra Demetrio Vallejo. El paro general ferrocarrilero, que paraliza todas las vías férreas nacionales será el 1 de julio y obtendrá un triunfo parcial consiguiendo aumento de salario, la expulsión de la burocracia sindical y el reconocimiento de la nueva dirección, encabezada por el mismo Vallejo.
Sectores cada vez más amplios de las masas obreras estaban muy inquietos. La lucha ferrocarrilera había demostrado dos cosas: que se podía torcer el brazo al gobierno y ganar mejoras laborales, y que se podía expulsar a los charros. El de 1958, es el año en que los petroleros de las secciones 34 y 35 expulsaron a sus dirigentes charros y en que el magisterio combativo del MRM enfrenta sin tregua a la dirección del SNTE para disputar la dirigencia de la sección 9 del Distrito Federal.
Para la toma de posesión de Adolfo López Mateos, ya el país estaba imbuido de una agitación obrera. Los telefonistas realizaron paros escalonados, los ferrocarrileros emplazaron a huelga por reivindicaciones laborales. Las empresas se negaron a responder sus exigencias y 74 mil trabajadores del riel volvieron a la huelga nacional.
El gobierno declaró inexistente la huelga y las empresas comenzaron los despidos masivos. El 28 de marzo, mientras se celebraban masivas asambleas en locales sindicales y estaciones, el gobierno lanzó una operación militar cercando alrededor de 15 mil trabajadores y realizando aprehensiones en masa que llenaron los cuarteles de presos políticos. El secretario de organización del sindicato, Gilberto Rojo Gómez, llamó a los ferrocarrileros al trabajo y anunció que el gobierno se había comprometido a dejar en libertad a los presos. Una vez desarticulada la huelga, el mismo Rojo Gómez es encarcelado.
Durante el mandato de López Mateos, se fueron a huelga los pilotos de las principales compañías aéreas organizados en la Asociación Sindical de Pilotos Aviadores (ASPA), los trabajadores del Sindicato Nacional de Trabajadores Azucareros, los obreros textiles y los telegrafistas, sumando aproximadamente 2358 huelgas, la mayoría de ellas contra las direcciones sindicales priistas. De igual modo, a pesar de las derrotas, durante el periodo de gobierno de Díaz Ordaz, fueron los profesionistas médicos y maestros universitarios, los que protagonizarán movimientos huelguistas de gran envergadura.
El movimiento estudiantil no fue inmune a esta agitación y durante la década previa a la irrupción de 1968, protagonizó importantes procesos, además de la creciente solidaridad de la juventud con las luchas obreras, que se evidenció con mayor fuerza en el apoyo a la lucha magisterial.
El más emblemático de estos procesos es conocido como “el movimiento de los camiones” frente al aumento de tarifas, que si bien no implicó la paralización de actividades en las universidades, si estableció los primeros lazos de unidad entre los estudiantes del IPN y de la UNAM, y la solidaridad de sectores populares con los estudiantes.
Según Gilberto Guevara Niebla, el movimiento de los camiones tuvo las siguientes características: “(…) la unión entre obreros y estudiantes fue bloqueada por la política oficial (los estudiantes recibieron de la policía trato diferente al que recibieron los obreros, como lo demuestra la represión contra petroleros del día 29 y por la política de los dirigentes estudiantiles; (…) el movimiento incorporó a estudiantes de las dos redes de instituciones públicas de educación superior: alumnos de la UNAM y del IPN y (…) se perfilaron en este conflicto vanguardias de estudiantes politizados que pugnaron por articular la lucha estudiantil con las luchas obreras. No obstante sus limitaciones, este movimiento fue el heraldo histórico de la insurgencia estudiantil de los años sesenta” (Guevara Niebla, 1988:25). Para 1956, los estudiantes del Instituto Politécnico Nacional se lanzan a la huelga la cual es coartada por la intervención del ejército, la toma militar de las instalaciones y la aprehensión de sus principales dirigentes.
El movimiento de 1968 no cayó del cielo, si no que es el resultado de un largo proceso de agitación obrera y estudiantil contra un régimen antidemocrático, que sustentó el tan mentado “desarrollo estabilizador” en la explotación de millones de trabajadores y en coartar las libertades democráticas de la juventud. Las experiencias de lucha de la clase obrera y la juventud permitieron una acumulación de experiencia que estalló a finales de los ´60 y se expresó en las luchas de los ´70.
Continúa...
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Jimena Vergara
Escribe en Left Voice, vive y trabaja en New York. Es una de las compiladoras del libro México en llamas.