El Secretario adjunto del Sindicato de Camioneros criticó a los líderes de la CGT, en medio de una interna entre los principales dirigentes sindicales de cara a la renovación de autoridades. La reunión por Zoom con los empresarios y el conflicto con Mercado Libre como elementos de fondo.
Martes 18 de agosto de 2020 20:47
Foto: Política Argentina
Pablo Moyano hizo algunas declaraciones a El Destape Radio en torno a lo que fueron las movilizaciones de ayer por parte de los sectores de derecha y base social de Juntos por el Cambio.
Allí se refirió a esa movilización como “algo vomitivo” con “expresiones de odio hacia los trabajadores”. Y aprovechó la ocasión para fustigar nuevamente a los líderes de la CGT Héctor Daer y Carlos Acuña. Cuestionó que los trabajadores conducidos por ellos se sientan representados con sus acciones y señaló que “hay una necesidad de expresarnos en las calles”.
Los enfrentamientos entre la central obrera y el dirigente de camioneros no puede verse por fuera del proceso de renovación de autoridades en el que se encuentra la central y que viene siendo estirado por el marco de la pandemia.
Existe una disputa en torno a cuál será la conducción futura. Varias voces señalan que el dirigente del sindicato de sanidad, Hector Daer, es el elegido por el presidente para seguir al mando, además de ser amigos personales.
Por su parte, los Moyano, luego de su ruptura con la central en 2018, nunca abandonaron la pelea por retomar el poder de la organización.
Dos hechos cercanos en el tiempo y que hacen al contexto en el que se dan estos cruces son la reunión que mantuvieron el martes 21 de julio los titulares de la CGT Daer y Acuña junto a otros importantes dirigentes de la central con los empresarios agrupados en la Asociación Empresaria Argentina (AEA).
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De esa reunión salió un documento común en el que se hablaba de la reactivación de la economía en paralelo a la necesidad de una reducción de la carga impositiva para las patronales y el cierre rápido de la negociación de la deuda (el cual terminó ocurriendo el pasado 4 de agosto).
Es decir un acto bochornoso por parte de los dirigentes sindicales que a pesar de la realidad demostrada durante décadas, se supone que su función es defender los intereses de la clase trabajadora en lugar de sacar comunicados con demandas empresariales.
Como consecuencia de esa reunión se produjeron declaraciones de Máximo Kirchner, actual presidente del bloque oficialista en la Cámara de Diputados. A sus críticas, los dirigentes respondieron “Este muchacho nunca trabajó y ¿nos va a decir a nosotros como manejarnos?”.
Desde la central afirmaron que esa reunión con los empresarios de AEA, a pesar de las críticas recibidas por sectores del oficialismo, no estaba por fuera del visto bueno de Alberto Fernández en pos de su búsqueda de pacto social.
Otro suceso que se dio durante las últimas semanas y meses fue alrededor de un conflicto que mantienen los sindicatos de Camioneros y de Carga y Descarga en torno a la representatividad de los trabajadores de un depósito de Mercado Libre en la zona del Mercado Central.
Justamente uno de los asistentes a esa reunión que desató la polémica fue Marcos Galperín, el dueño de esa empresa de compra y venta online que vio crecer su patrimonio y el valor de su empresa de forma exorbitante en lo que va de la pandemia.
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Vale tener en cuenta que mientras Pablo Moyano habla de salir a las calles y de defender los derechos de los trabajadores, él junto a su padre Hugo Moyano jugaron el mismo rol que hoy los Daer y los Acuña cuando tenían el control de la CGT durante los gobiernos kirchneristas. Dejaron pasar los ataques al salario y pérdida de poder adquisitivo de los trabajadores, a la vez que se aislaban los conflictos que se desarrollaban en distintos lugares de trabajo. Los pocos paros generales que convocaron fueron por presión de las bases pero de forma tardía, pasiva y sin continuidad.
Sin ir más lejos, la semana pasada Moyano participó junto a Grabois y Gerardo Martinez (Construcción) de la presentación del “Plan de Desarrollo Humano Integral”. Un nombre bastante cínico para un proyecto que tiene como fin una “alianza virtuosa entre el sector privado y el de la economía popular”, y mencionando la existencia de “nuevas formas de trabajo desprotegido que ganan terreno”, se propone dar trabajo precario en obras con un salario de $ 10.000 por 60 horas mensuales. Es decir un ingreso que ni siquiera supera el nivel de indigencia medido por el Indec, de $18.000.
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Una genuina salida de esta crisis para las y los trabajadores del país pasa por su organización desde abajo, independiente de éstos dirigentes que están hace décadas en sus sillones y se encargan de cuidar los planes de los poderosos y de los que siempre ganan.
En esa dirección se vienen llevando adelante plenarios abiertos convocados por el Movimiento de Agrupaciones Clasistas (MAC) junto con agrupaciones antiburocráticas y luchadores, los cuales se proponen juntar fuerzas para terminar con la pasividad cómplice de las burocracias sindicales en medio de la crisis sanitaria.
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