La precarización en el trabajo se siente con mayor intensidad en los hombros de la mujer trabajadora, y aquellas que se desempeñan en el retail no escapan de esta realidad.
Sábado 2 de marzo de 2019
La vida de la mujer trabajadora en el retail es, por sobre todo, extenuante y mal remunerada. Hoy, ya no es una sorpresa que cientos de trabajadoras sufran larguísimas jornadas de trabajo y sueldos bajos, por lo que las horas extras se convierten, francamente, en una obligación. Sobre esto debemos sumar las horas que demoramos en llegar a nuestros lugares de trabajo, que para algunas trabajadoras llega a ser de dos horas, es decir, hasta cuatro horas gastadas únicamente en el trasporte, ida y vuelta, del trabajo al hogar.
Y aún más, hay que hacer evidente que diariamente nuestra jornada no termina ahí, la sociedad nos impone que debemos seguir con las tareas de crianza de nuestros hijos e hijas y las labores de casa, las cuales no son reconocidas como trabajo propiamente tal, y más que amor y entrega, es trabajo no remunerado.
Y como si fuera poco, la cada vez mayor escasez de personal (a raíz de la automatización de ciertas funciones y de la constante reducción de gastos que aplican los empleadores) hace más pesadas las jornadas y profundiza la polifuncionalidad de nuestro trabajo, teniendo que hacer de cajeras, ordenadoras y reponedoras. La exigencia de “proactividad en el trabajo” no es más que la búsqueda por presionar a la trabajadora para que cumpla sus funciones en condiciones aun más adversas.
Por otro lado es muy notorio que los empleadores tienden dejar de lado la contratación de mujeres y si se les contrata, serán priorizadas aquellas entre 30 a 45 años promedio (ojalá sin menores a su cargo) , para evitar los fueros y permisos que las madres tienen como derecho.
Esta lucha diaria que se observa en diferentes escenarios nos deja en evidencia que la explotación y opresión hacia la mujer aún no termina, pero si de luchar hablamos, las mujeres trabajadoras tenemos mucho que decir: en los últimos años y a través de la historia, las mujeres hemos estado en la primera fila de procesos de cambio social, con lo que hemos avanzado en diferentes aspectos políticos, económicos y sociales, pero nos falta mucho más por hacer, más aún cuando esos avances llegan en mayor medida sólo a un pequeño grupo de mujeres privilegiadas económicamente.
Nuestro descontento no nos deja más alternativa que organizarnos y demostrar en las calles nuestro descontento ¿qué seria del mundo si nos decidimos hacer un paro activo este 8 de marzo? ¿ qué pasaría si los trabajadores y trabajadoras paralizaran junto a las miles de mujeres que son víctimas de violencia machista, a nuestra hermanas mapuches víctimas de represión en la Araucanía, a las mujeres lesbianas, a millones de mujeres que sobreviven con pensiones hambre y a las mujeres que se han visto arrojadas a la realidad del aborto clandestino? Sin duda que "otro gallo cantaría".
Ad portas de un nuevo 8 de marzo, ¡hacemos un llamado todos y todas para que se sumen a un gran Paro activo! por las que lucharon Ayer, por las de hoy y las futuras generaciones, que se paralice el mundo y tiemble la tierra con la fuerza de la mujer trabajadora al frente de las y los explotados/as y oprimidos/as.