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Red Internacional
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A 100 AÑOS DE LA REVOLUCIÓN RUSA. Mujer y revolución: la experiencia del siglo XX para pensar el siglo XXI

Las conquistas de la revolución rusa reabren debates actuales: trabajo doméstico, aborto, amor libre, homosexualidad, prostitución, derechos de las mujeres trabajadoras.

Cynthia Lub

Cynthia Lub Barcelona | @LubCynthia

Lunes 3 de abril de 2017

La revolución de 1917 dio una explosión de conquistas importantes en cuanto a los derechos para las mujeres, que no existían antes de la revolución ni en ningún otro país de Europa. Para las bolcheviques y los bolcheviques, la emancipación de las mujeres era una tarea central de la revolución.

Como decía en el artículo Pensar lo “imposible”: las conquistas de las mujeres en la Revolución rusa, existe un fuerte prejuicio en sectores del movimiento feminista sobre el marxismo y su estrategia de emancipación de las mujeres. Un prejuicio basado en las políticas reaccionarias impuestas bajo el régimen de Stalin, que barrieron las conquistas traicionando los fundamentos del marxismo.
La experiencia de la revolución rusa es un primer gran paso para bucear en el carácter innovador y libertario de las ideas marxistas puestas en la práctica. Veremos algunas de estas conquistas a grandes pinceladas y cómo los debates se reactualizan en el siglo XXI.

Sobre la “esclavitud” de trabajo doméstico

Una de las grandes conquistas y gran parte de las tareas de la revolución era la cuestión del trabajo doméstico. La solución que plantearon fue su “socialización”, al considerar que la liberación de las mujeres dependía de la autonomía económica y financiera con respecto a los hombres, con el objetivo de alcanzar también la igualdad en la esfera pública.

Sin embargo, existe un gran desconocimiento sobre el pensamiento innovador del marxismo respecto a esta cuestión y los debates que brotaban en pleno Estado obrero. Por lo que gran parte del movimiento feminista, aún le reprocha haber desvalorizado o anulado la cuestión del “trabajo doméstico y de cuidados” en su pensamiento; lo que el marxismo denomina “trabajo reproductivo”.

Contrariamente, fue un tema clave después de la revolución de Octubre. Alejandra Kollontai, la primera mujer en ocupar un ministerio, como Comisaria del Pueblo para la Seguridad Social entre 1917 y 1918, decía que “la costura, la limpieza y el lavado se debían transformar, bajo el Estado obrero, en ramas de la economía como la metalúrgica o la minería”.

Inessa Armand, luchaba por acabar con la “esclavitud doméstica”. En un Congreso de Mujeres Obreras y Campesinas de 1918, sentenció, “Bajo el capitalismo, la mujer obrera debe soportar el doble fardo de trabajar en la fábrica y luego realizar las tareas domésticas en el hogar. No solamente debe hornear y tejer para el patrón, sino que también debe lavar, limpiar y cocinar para su familia. Pero hoy es diferente”.

Pero este problema no era sólo una preocupación de las mujeres marxistas. El propio Lenin decía que, “La verdadera emancipación de la mujer debía incluir no solamente la igualdad, sino también la conversión integral del trabajo doméstico al socializado”. También León Trostsky dijo que en cuanto el “lavado estuviera hecho por una lavandería pública, la alimentación por un restaurante público y la costura (...) el lazo entre marido y mujer sería liberado de todo factor externo y accidental”.

Es decir que, a diferencia de sectores del feminismo que actualmente plantean que la clave es una “nueva división de tareas” dentro de la familia con más responsabilidades para los hombres, las teóricas y teóricos bolcheviques buscaban transferir el trabajo doméstico privado, al ámbito público.

Qué lejos estamos bajo el sistema mundial actual, de soluciones como esta, ya que a los capitalistas se nutren de millones de mujeres en el mundo, “esclavas” de las tareas del hogar. Por eso hoy, podríamos exigir demandas en este sentido, como que el Estado y las empresas garanticen guarderías gratuitas para las mujeres trabajadoras. O residencias gratuitas para el cuidado de personas dependientes.

¡Si no será actual este debate!, cuando se convierte en un gran “drama” para la mayoría de las mujeres, por ejemplo del Estado español, donde las residencias para mayores son un verdadero negocio capitalista siendo imposible ser pagadas por las familias de la clase trabajadora. La traslación de lo que debería ser público hacia lo privado, producto de los recortes, precariza enormemente la vida de las mujeres en los hogares obligadas a cuidar de las personas mayores en condiciones de pobreza y precariedad. Muchas de ellas se ven obligadas a dejar de trabajar, “volver al hogar” para cuidar de los hijos o los ancianos.

Sobre la prostitución y la ‘moral sexual’

Otra gran cuestión es el complejo debate actual sobre la prostitución, que también se despenalizó durante la revolución de octubre. Solo tomaremos un aspecto del debate sobre lo que plantea parte de la intelectualidad del movimiento feminista, cuando acusa al marxismo de plantear una salida abolicionista fundamentada en prejuicios moralistas.

Imposible abarcar este debate en este artículo, pero sí dejar planteado, como en varios artículos, que “Lejos de la consideración burguesa de la prostitución como un escándalo moral, Kollontai, férrea defensora de la liberación de la sexualidad y de la idea de que debía ser la clase obrera la que avanzara en la conquista de una nueva moral sexual capaz de romper con el puritanismo y la monogamia tan funcionales al patriarcado capitalista, consideró la prostitución una institución que condenaba a las mujeres pobres y que además era totalmente contraria a la idea socialista del amor libre, entre iguales, por estar fuertemente vinculado a una relación comercial”.

Por tanto, la lucha contra la institución de la prostitución se ejercía a través de la defensa del derecho de las mujeres a gozar del deseo sexual igual que lo hacen los hombres, sin renunciar a la solidaridad y la igualdad entre ellos. Si la prostitución es una realidad que surge con la sociedad de clases, y que se extiende a nivel mundial gracias a la confluencia entre patriarcado y capitalismo, es una utopía pensar que podrá desaparecer dentro del sistema económico que la produce.

A la vez entendiendo que de nada sirve la persecución ni la criminalización de las mujeres que se encuentran en situación de prostitución; por lo que es necesario acabar con la situación de pobreza o precariedad en la que se encuentra una gran parte de las mujeres trabajadoras y que cada día empujan a más mujeres y jóvenes a la prostitución. Y que existe un gran comercio mundial que son las redes de trata.

Para profundizar más en la actualidad de este debate: ¿Regulación o Abolicionismo? Un debate que no tiene sólo dos posiciones excluyentes, de Andrea D’Atri.

Sobre el amor libre y la libertad sexual

Todos estos fueron grandes debates que se ponían en práctica en el nuevo Estado obrero, junto al amor libre y la sexualidad. Fue Alejandra Kollontai quien hizo las primeras elaboraciones sobre la mujer nueva, el amor libre y la revolución sexual. Sobre las nuevas relaciones sexuales y afectivas que debían comenzar a definirse en el seno de la revolución, dedicando al amor y la moral muchos de sus escritos.

Respecto a la homosexualidad, "La legislación soviética declara la absoluta no interferencia del Estado y la sociedad en las cuestiones sexuales. (…) Respecto a la homosexualidad, sodomía y otras formas de placer sexual, que en la legislación europea son calificadas de ofensas a la moralidad, la legislación soviética las considera exactamente igual que lo que se conoce como relación ’natural’”. Así, los bolcheviques derogaron las leyes en contra de la homosexualidad en diciembre de 1917, medio siglo antes que los primeros países capitalistas en hacerlo.

Actualmente se ha avanzado en leyes de reconocimiento para personas LGTBI. Pero esta igualdad ante la ley se contradice con la igualdad ante la vida frente a la brutal discriminación que sufren en los centros de estudio y de trabajo, en golpizas y abusos en las calles de los que se sirve el sistema patriarcal y homófobo, en la intromisión de la Iglesia y la moral burguesa que tiñe a todas las instituciones del sistema capitalista.

El aborto

El derecho al aborto legal y gratuito también se conquistó en Rusia por primera vez en la historia, el 18 de noviembre de 1920, cuando Alejandra Kollontai promovió un decreto que lo declaraba como un derecho libre y gratuito. Pasado un siglo, hoy seguimos luchando por este derecho en gran parte del planeta. Y miles de mujeres mueren en abortos clandestinos.

Por los derechos de las mujeres trabajadoras

Fueron muchas las Mujeres Combatientes en los días de la Gran Revolución de Octubre, dedicadas incansablemente a la tarea apasionante de organizar a las mujeres trabajadoras y luchar por sus derechos.

A pocos días de la toma del poder, el Partido Bolchevique organizó el Primer Congreso de Mujeres Trabajadoras de toda Rusia, en el Alejandra Kollontai tuvo un rol destacado y donde se resolvió crear comisiones de agitación y propaganda que más tarde se transformaron en la Secretaría de la Mujer.

También Inessa Armand apostó por una propaganda accesible para las trabajadoras con menos conocimientos. En 1920 escribía que “Bajo el régimen burgués se priva a la obrera de los escasos derechos políticos que se otorgan al obrero. En la fábrica, en el taller, está todavía más oprimida, más explotada que el obrero, porque el patrón usa su poder para oprimirla no solamente en su calidad de proletario, sino también para infligirle todo tipo de ultrajes y violencias en tanto que mujeres”.

Otra de las más grandes mujeres revolucionarias marxistas dedicada a esta tarea a nivel internacional, fue la alemana Clara Zetkin, organizadora de las mujeres trabajadoras y socialistas. A lo largo de toda su vida denunció la opresión de la mujer trabajadora en el capitalismo y defendió los derechos de las mujeres trabajadoras.

Nuestra lucha actual contra la brecha salarial entre hombres y mujeres o por “igual salario por igual trabajo”, ya la planteaban estas mujeres un siglo atrás. Su actividad se centró en la organización de la internacional de las mujeres trabajadoras y socialistas. Hasta el estallido de la primera guerra mundial, participó en cada congreso de la II Internacional luchando por los derechos de la mujer y en una decisiva batalla contra el reformismo de la socialdemocracia.

Las conquistas de la revolución traicionadas por el régimen de Stalin

Junto a todas estas conquistas se garantizó el derecho al divorcio, se eliminó el status de inferioridad legal de las mujeres. También arrasaron contra el privilegio masculino sobre la propiedad y la herencia eliminando la figura jurídica de “hijo legítimo”, y todos los hijos nacidos dentro o fuera del matrimonio tendrían los mismos derechos.

Bajo el régimen de Stalin todas estas conquistas retrocedieron. Se prohibió el aborto cuando Stalin declaró en 1936 que “El aborto que destruye la vida es inadmisible en nuestro país. La mujer soviética tiene los mismos derechos que el hombre, pero eso no la exime del grande y noble deber que la naturaleza le ha asignado: es madre, da la vida”. También se condenó la prostitución y se criminalizó la homosexualidad. Todo esto, acompañado con la reproducción de los estereotipos tradicionales de las mujeres como madres dedicadas al hogar y el entronizamiento de la familia, a través de la propaganda del Estado.

En 1944 se aumentan las asignaciones familiares, se crea la orden de la “Gloria Maternal” para la mujer que tuviera entre siete y nueve hijos y el título de “Madre Heroica” para la que tuviera más de diez. En 1953 nos encontramos con legislación sobre derechos de la madre y el niño en la Unión Soviética, reivindicando el rol de la familia señalando que, “Precisamente la familia asegura las condiciones normales para el nacimiento y la educación de los hijos, crea las premisas más favorables para que la mujer cumpla con su noble y alto deber social de madre”.

Esta es la raíz de los enormes prejuicios actuales contra el marxismo. El estalinismo ensució estas grandes ideas y en la práctica significó una verdadera ruptura con la estrategia emancipadora del marxismo. Nada más lejos del pensamiento revolucionario que, desde los tiempos de Marx y Engels, planteó los verdaderos orígenes y funciones de la familia, denunciando la opresión que se ejerce sobre las mujeres y planteando su abolición junto a la propiedad privada.

Quienes a Stalin se opusieron defendieron el marxismo limpiándolo de las prácticas reaccionarias que traicionaron la revolución bolchevique. Por eso masacró, encarceló y persiguió a miles de sus opositores, como a las valerosas mujeres oposicionistas al régimen stalinista como Eugenia Bosch, Nadejda Joffe o Tatiana Miagkova.

Las mujeres feministas socialistas de Pan y Rosas nos inscribimos en esa tradición. Los debates son múltiples y negarse a reactualizarlos creativamente al calor de la realidad actual, sería de un dogmatismo reduccionista, contrario a las ideas liberadoras de las grandes mujeres marxistas. Pero negar estas grandes experiencias sería condenarnos a empezar de cero.

Para profundizar: PARTE I: Pensar lo “imposible”: las conquistas de las mujeres en la Revolución rusa.

*Parte II, escrito en base a la ponencia de la charla de Pan y Rosas, “Mujer y Revolución rusa”, Barcelona, 7 de marzo de 2017.

Bibliografía de Consulta:
D’Atri, Andrea, Pan y Rosas, Pertenencia de género y antagonismo de clase en el capitalismo, Buenos Aires, Ediciones IPS, 2013.
Goldman, Wendy, La Mujer, el Estado y la revolución, Buenos Aires, Ediciones IPS, 2010.


Cynthia Lub

Doctora en Historia en la Universidad de Barcelona (UB), especializada en clase trabajadora durante el franquismo y la Transición, también en estudios sobre género y clase, feminización del trabajo y precariedad. Docente de educación secundaria pública.

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