Ester, como esposa de un obrero de Acindar, integró el Comité de Mujeres que participó de la gesta obrera y popular de El Villazo de 1974. El momento en que los trabajadores de Acindar, de Metcon y Maratón junto al pueblo de Villa Constitución, enfrentaron a la burocracia sindical de la UOM e impusieron a la Lista Marrón, clasista y antiburocrática, luego de once días de huelga. Esta entrevista fue realizada en 1998 y Ester falleció en 2004. Al cumplirse un nuevo aniversario de esta gesta, La Izquierda Diario la recuerda con sus propias palabras.
Sábado 21 de marzo de 2015
¿Cómo surgió esta organización de las mujeres?
La participación nuestra, de las mujeres, fue a raíz de que la gente hizo la huelga, tomó la fábrica, quedaron todos dentro de fábrica. Entonces las mujeres tuvieron, de una forma u otra, que apoyar a sus esposos; en primer lugar, llevándole palabras de aliento, alcanzándole comida todo el tiempo que estuvieron ahí y, una vez que salieron de la fábrica, siguiéndolo en la lucha, en el pequeño lugar donde se reunía la gente obrera.
Fueron momentos muy terribles porque dentro de la fábrica estaba la policía y había mucha gente que se ocupaba de entregar a la gente. No se podían reunir en ningún lado porque había gente que estaba espiando e incluso esperaban a la noche y tiraban bombas y no importaba quién caía. Me acuerdo que en el lugar donde nosotros nos habíamos reunido había un matrimonio con cuatro o cinco chiquitos, y ahí pusieron una bomba. La verdad es que hasta ahora nunca subimos cómo se salvaron porque no quedó nada en pie.
Después se hicieron los comités de lucha donde se reunían medicamentos, comida y cada delegada de barrio los repartía. Los delegados estaban marcados con sus familias; fue tremendo lo que se vivió, ya quedaron marcados para siempre. Hasta que pasó lo que pasó, lo más grave…
Todo este proceso lo vivió el grupo de mujeres que se animó a seguir, porque no todos se animaron. ¡Fue un terror lo que vivimos! Yo viví el terror un año antes, con la muerte de mi yerno (mi nieta tenía tres años y mi hija veintitrés). Eso fue el 13 de diciembre, lo de mi yerno, y el 24 de marzo llevaron a mi marido un año a Coronda y yo me encontré sola con mi hijo. Vivimos un terror espantoso, hasta que todas las cosas fueron dándose y pudimos salir adelante.
Las mujeres luchamos todas de la misma manera. Cuando teníamos que salir a las cárceles, salíamos de madrugada, teníamos terror, íbamos en silencio en los colectivos, con miedo de que nos pararan, de que no mataran y llegábamos a las cárceles y pasábamos lo peor para entrar, porque te manoseaban. ¿Qué podías llevar vos? Fue espantoso lo que vivió la gente, más las mujeres que estaban en ese grupo que era organizado y que todos ya sabían quiénes eran.
Al frente de todo esto estaba Piccinini, estaba dentro de fábrica ocupada. Hizo una asamblea dentro de la fábrica y habló. Y le habló a las mujeres. De ahí salí con las mujeres, que eran pocas, a la toma.
A una de las señoras muy luchadora, que también prestaba su casa, le sacaron al esposo. Una abogada y otro trabajador fueron acribillados a balazos. A otra de las mujeres le mataron el hijo que era trabajador y delegado de Acindar. Todas fueron marcadas a fuego. La compañera de Piccinini trabajaba en la fábrica y también formaba parte del grupo de mujeres, fue muy luchadora, hasta que desapareció. Ella estaba con otra compañera que era de fábrica. Nosotras nos ocupábamos de hacer rifas, de pedir en los negocios, hicimos una velada muy grande a la que fue César Isela, Víctor Heredia, muchos colaboraron para que fuera una velada muy grande, pero a la vez fue una velada de terror porque nos habían dicho que nos iban a poner una bomba. Mucha gente nos compró la entrada, el bono, pero no fue.
¿Ese festival lo organizaron las mujeres?
Sí, todo, las mujeres. Todos lo que se hacía era para juntar dinero para hacer lo que fuera necesario para que la comisión que se había formado pudiera ser escuchada, para que los apoyaran.
¿Las mujeres eran las encargadas de ir a los negocios y pedir la colaboración?
Sí, eso hacíamos. Yo fui una de las mujeres que vendió más bonos y más rifas en esa época. No recuerdo la cantidad, pero sé que juntamos mucho dinero y se lo entregamos a Piccinini, a la Lista Marrón.
Nos contaba un trabajador activista de aquella época, que algunas mujeres iban a las casas de los hombres que no apoyaban la huelga a convencerlos de que la tenían que apoyar…
Sí, muchas mujeres sí. A mí no me tocó eso, pero sé que iban. Me parece que hablábamos con la familia, en grupos familiares…. La mayor parte de la gente tenía miedo a meterse aunque a ellos también les tocaba.
¿Cuándo había asamblea de la fábrica, las mujeres podían participar?
No, nosotras ya teníamos un lugar que era la casa de una compañera y es ahí donde nos reuníamos. Todos los comerciantes nos apoyaban, incluso los pequeños chacareros, todos se portaban bien.
Nos reuníamos en la casa de una señora que después, una noche, se la llevaron con el hijo. A él lo ataron y a ella la violaron delante del chico. Era la policía de la fábrica, la seguridad de la fábrica.
En mi casa allanaron dos veces: una vez estaba planchando sola y la otra vez estábamos todos. Habíamos venido de una asamblea y nos corrieron. Ni bien terminamos de llegar a la casa, con la compañera de Piccinini, yo alcancé a acostarla en la pieza de mi hijo, dijimos que era mi amiga que estaba descompuesta, así que revisaron todo, nos hicieron preguntas y al final se fueron. Y ahí fue que en ese mismo lugar, pasando los alambres (porque no eran tapiales sino todos alambres los que dividían las casas) yo lo veía saltar a un muchacho que creo que fue delegado y yo le decía: ¡corré, corré que te alcanzan! Era un muchacho muy combativo y se metió en una cabina y lo mataron. A la señora también la mataron, la tiraron de un departamento no sé de cuántos pisos en Rosario.
¿Por qué apoyaban esta lucha de los hombres de la fábrica de Acindar? ¿Qué las motivaba?
Era para apoyarlos porque tenían razón con lo que pedían y exigían. La verdad es que lo que pedía y exigía la Lista Marrón era lógico, porque ahí había tres o cuatro personas, que no sé quién los había puesto, que hacían y deshacían y mandaban ellos, y no podía ser… Entonces por ahí es que se empezó…
¿Y los maridos fueron los encargados de comunicarles a ustedes esto y de convencerlas de que la Lista Marrón tenía razón y que había que apoyarla?
No, a mí, mi marido nunca me dijo nada. Yo, de parte mía, lo sentía así y era algo que estaba dentro de mí que esto tenía que ganarse para el bien nuestro. Porque si perdía… ¡mirá que perdimos muchas cosas! Ganándola, perdimos mucho, así que vos te podés dar una idea de lo que hubiera pasado si la hubiéramos perdido. Yo lo sentía así, esto de alguna forma tenía que salir adelante, ganar y seguir.
¿Cómo estaba formada la comisión de mujeres, tenía reuniones, votaban a alguien que dirigiera?
Sí. Se hacían reuniones y siempre había una de las mujeres que dirigía y se hacía lo que cada uno pensaba que estaba bien. Entre todas se decidía lo que había que hacer y después se votaba democráticamente.
¿Y entre ustedes había mujeres que militaban en partidos políticos?
Mirá, yo no sé si militaban, pero simpatizar sí. Había una chica que era del PC. Muy combativa ella y el esposo, una chica joven… Había otra que no sé de qué partido era, pero en alguno estaba… eran las chicas que dirigían todo.
En las reuniones de las mujeres, ¿se hablaba de política? Las mujeres que estaban en partidos políticos, ¿planteaban sus ideas?
No. Ellas siempre tenían la idea de sacar adelante a la gente que no sabía. Ahí la política quedó atrás. La única política era sólo la política para defender a la clase obrera.
¿Usted no militaba en ningún partido?
No, acá no estábamos acostumbrados a una cosa así. Nosotras éramos mujeres de hogar, de cuidar chicos. Nosotras no sabíamos nada de nada, pero era tanta la desesperación que uno apoyaba para salir adelante.
¿Cuál era la relación que tenía el comité de mujeres con los sindicatos o con los grupos políticos?
No, cada uno tenía su idea pero no había partidos. Como quien dice, “no había camiseta”, todos estábamos juntos. Cada uno tenía su idea política, pero ahí todo era el apoyo de la gente trabajadora, lo que estaba viviendo la gente, los obreros.
¿Las mujeres eran mayoritariamente amas de casa?
Sí, menos las chicas que trabajaban dentro de fábrica, empleadas de fábrica.
El barrio de ustedes fue el más golpeado por la represión…
Sí. También el que se resistió más. Había mucha gente delegada, más activista. ¡Uno se encontraba con cada cosa…! Por ejemplo, qué era un activista ¡Y yo qué sabía qué era un activista! Yo acostumbrada a estar en mi casa, entre las ollas, la ropa… Después uno va aprendiendo, dándose cuenta de las cosas.
Ustedes en esa época, ¿todavía hablaban o se acordaban del Cordobazo?
¡Pero vos sabés que yo no sabía nada de nada! Yo recuerdo el día que se iba a hacer la asamblea tan grande en la plaza principal, habían venido personas que habían estado en Córdoba y que nos asesoraban cómo teníamos que hacer. Yo me acuerdo que nos decían, por ejemplo: “lleven pimienta, por si sueltan a los perros”, osas así, pero la verdad es que cuando te empiezan a tirar gases lacrimógenos y a tirar tirios, te olvidás de todo.
Esa organización de mujeres, ¿cómo fue que se disgregó?
Fue con la represión terrible de gente detenida y gente muerta. La represión de Villa fue antes del golpe. Desde hasta el golpe siguió funcionando, pero con el golpe ya no.
Hubo dos momentos. En el ‘74, la Lista Marrón se organiza para recuperar el sindicato. En noviembre del ‘74 lo recupera. Ya funcionaba la comisión. El 20 de marzo intervienen el sindicato y automáticamente se inicia la toma de la fábrica. Ahí se forma otro grupo de mujeres, más amplio. El primer comité de mujeres, que era el que funcionaba paralelo a la Lista Marrón, que peleaba por la recuperación del sindicato, era en el que yo estaba. En el ‘75 cuando toman la fábrica, los comités que funcionaban por barrio, lo hacían con la función de comités de ayuda. Ahí estaban las mujeres de todos los compañeros. Lo de la huelga de 59 días era el segundo movimiento.
En ese momento, ¿cuántos años tenía usted?
Y, fue en el ‘76 y yo tengo 64, así que tendría 43.
En esa época, ¿ustedes sabían qué era el clasismo?
No, yo no sabía nada de nada. Lo poco lo aprendí escuchando. Hasta que pasó eso yo vivía entre ollas y topa. Lo que se planteaba en ese momento era la lucha por la reincorporación de los compañeros y por tener su sindicato, como le correspondía a la gente obrera y no a la gente que la habían puesto ahí sentada en un sillón y hacían lo que querían…
La entrevista fue publicada, originalmente, en la revista Lucha de Clases Nº1, otoño-invierno 1997. Transcribió para esta edición Jazmín Bazán.