×
×
Red Internacional
lid bot

NO A LA GUERRA. Multinacionales “echan el cierre” en Rusia. ¿Boicot o reajuste?

A las medidas ya tomadas por parte de la UE y Estados Unidos para ahogar la economía rusa, se suman ahora grandes empresas que deciden parar su actividad en Rusia. Empresas que hablan de “diplomacia capitalista” o de “sacrificio por la paz”, sin embargo, detrás de estas decisiones se encuentra la perturbación en la cadena de producción mundial que causa la guerra en Ucrania. El primer impacto: miles de trabajadores rusos se quedarán sin trabajo.

Clara Mallo Madrid | @ClaraMallo

Sábado 5 de marzo de 2022

A las restricciones impuestas por Estados Unidos y la UE a la economía rusa ahora se suma un cada vez mayor número de empresas europeas y estadounidenses, pero no solo, que han decidido “romper negocios” con Rusia. Grandes multinacionales como Inditex, H&M, Ikea, Volkswagen y Toyota han decidido “parar su actividad” en Rusia. Además, cada vez son más las empresas que deciden hacer una suerte de boicot a Rusia, es el caso de las operadoras petrolíferas que están limitando su compra de crudo a Rusia.

La empresa de muebles Ikea ha decidido este jueves suspender temporalmente su actividad en Rusia y Bielorrusia. El efecto directo de este cierre en cadena de todas sus sucursales –excepto los centros comerciales Mega gestionados por la empresa sueca– en estos países es el despido de 15.000 trabajadores. Aunque en su comunicado Ikea asegura que sus “ambiciones” en Rusia son “a largo plazo”, y que ha tomado medidas para asegurar el empleo, los ingresos y la seguridad de la plantilla y sus familias, el hecho es el cese de la actividad y la poca seguridad de que la situación de crisis desatada por la guerra en Ucrania se estabilice.

Ikea no es la única empresa que toma esta decisión. El mismo jueves también Toyota y Volkswagen hicieron anuncios similares. Toyota anunció que el cese de su actividad en Rusia este mismo viernes, también frenará sus importaciones. En este caso la empresa nipona es más concreta en sus comunicaciones y alude a que son medidas justificadas por “las perturbaciones en la cadena de suministro” relacionadas con el conflicto. Toyota tiene una fábrica que emplea directamente a unos 2.600 trabajadores que se verán afectados directamente por este cese. Por su parte, Volkswagen “interrumpe con efectos inmediatos las exportaciones a Rusia” y cierra “hasta nueva orden” dos plantas que posee en Rusia: en Kalouga y Nijni Novgorod, con 4.000 trabajadores entre ambas.

Estas empresas no son las únicas. En el sector textil, la empresa Mango fue la primera en tomar la decisión de cerrar sus tiendas propias en Rusia y paraliza la actividad de su plataforma de venta en internet. Desde el jueves no envia nueva mercancía a Rusia, donde tiene unos 800 trabajadores directos. Hoy mismo, Inditex se ha sumado a esta decisión y en un comunicado ha indicado que deja de dar servicio de venta por internet cierra sus tiendas en este país -un total de 502- dado que "en las actuales circunstancias no podemos garantizar la continuidad de las operaciones y d elas condiciones comenciales en la Federación Rusa."

El hecho de que Ikea no cese toda su actividad, sino solo algunas de sus tiendas, en concreto las de muebles, así como que Toyota y Volkswagen paralicen temporalmente sus plantas, parece que apunta más a un cese temporal impuesto por los desajustes en la cadena de suministros y comunicaciones que impone la guerra que a un boicot pacifista como quieren presentarlo. Una suerte de “sacrificio por la paz” que en realidad es más un reajuste y un adelanto a escenarios inciertos.

Este tipo de “cordones sanitarios”, como algunos analistas ya lo están definiendo, también puede darse como un adelanto planificado a futuras sanciones por comerciar con Rusia que podrían sumarse a las ya impuestas por Estados Unidos y la UE. Es el caso de los operadores petrolíferos que están optando por no comprar petróleo a Rusia en anticipación a que las sanciones acaben alcanzando también a este sector, hasta ahora exento: en EE UU, el presidente Joe Biden está recibiendo crecientes presiones de su propio partido para que incluya al crudo entre los bienes prohibidos.

Las multinacionales y el imperialismo buscan minimizar costes planificando la producción a escala planetaria. Es por ello que empresas como Toyota, Volkswagen o Ikea no tendrán problema en buscar lugares más baratos para seguir produciendo a bajo coste o reactivar sus plantas en Rusia cuando la reordenación tras la guerra lo permita. Todo ello sin tener en cuenta nada más que optimizar sus beneficios.

Más allá de la motivación real de estas empresas el hecho es que toda medida contra la economía rusa está generando graves consecuencias para el pueblo ruso. Como explicaban los autores de un artículo anterior “Las sanciones económicas aprobadas por la UE, Estados Unidos y gobiernos imperialistas como el de PSOE- Unidas Podemos hacia Rusia ya han provocado una caída histórica del rublo y un aumento de la inflación sin precedentes, una crisis que afecta de forma directa a la población trabajadora.” Ahora se suman a estas medidas los ceses temporales de actividad de grandes empresas que tendrán un impacto aún por determinar, pero que en un primer momento dejarán sin trabajo a miles de trabajadores rusos en medio de una situación de grave crisis económica.