Publicamos en La Izquierda Diario una reflexión del profesor de Concepción, Ariel Ríos Soto sobre el significado social, político y económico de la pandemia y la revuelta.
Sábado 18 de abril de 2020
Cuando la pandemia termine, ya nada será igual...
Todos habremos experimentado, con mayor o menor intensidad, la fragilidad del mundo en que vivimos...
De alguna manera, cada persona habrá reflexionado sobre la necesidad de hacer cambios profundos, en lo personal o colectivo, para terminar con las aberrantes contradicciones y desigualdades sociales que nos aquejan, no solo en Chile.
El modelo neoliberal imperante en el mundo, que no es otra cosa que la ley de la selva aplicada a los humanos, es incapaz de hacer viable un proyecto de sociedad humanizador, sostenible, y de paz social... ¡¡¡No esperemos más evidencias!!!
La pandemia es una experiencia más, sumada a la rebelión social, que devela toda la putrefacción que hemos tolerado por tantos años:
Un sistema educativo brutalmente segregador y al servicio de los empresarios de la educación, jamás el gobierno ha tomado una sola decisión pensando en el bienestar de las y los estudiantes con sus familias, todo pensado en garantizar la rentabilidad de los negocios educativos. ¡Nunca los niños han estado primero!
Un sistema de salud extremadamente privatizado, jamás pensado en cumplir su objetivo ético y social, que debería ser garantizar acceso y recuperación a toda la población, especialmente a los adultos mayores, no solo para los que tienen plata.
Un sistema previsional a la medida del mercado especulativo, donde los ahorros forzados de miles de trabajadores y trabajadoras se hacen humo, sin que nada podamos hacer para salvar el esfuerzo de toda una vida de trabajo, el camino a la extrema pobreza en el ocaso de la vida... lo importante es que las AFPs jamás pierdan un peso, pues las pérdidas son asumidas por las y los trabajadores.
Un régimen laboral donde los trabajadores y trabajadoras somos desechables, y una Dirección del Trabajo con una diligencia sorprendente para definir que los empleadores no están obligados a pagar los sueldos en esta crisis sanitaria, a esos mismos trabajadores que han explotado con sueldos miserables en extenuantes jornadas laborales, y han hecho ricos y multimillonarios a los empresarios, no solo a los grandes ...OJO...
Un régimen laboral que una vez más impone a miles de mujeres seguir "produciendo", criando, cocinando y educando al mismo tiempo, y en un mismo espacio de hacinamiento que ni siquiera habíamos tenido tiempo de dimensionar en esta vorágine contemporánea.
Un sistema económico donde el Estado no tiene ningún poder para regular y controlar los abusivos precios que se imponen a los consumidores en plena crisis sanitaria. El sacrosanto "mercado" define el acceso a los bienes más elementales para la sobrevivencia humana, que por cierto incluye el agua, cada vez más cara y escasa por su privatización salvaje.
Un sistema político corrupto al servicio de la misma clase política que ostenta el poder y de los grandes empresarios que lo cooptan.
Si el mundo de la primera mitad del XX, debió sufrir y sobrevivir dos guerras mundiales y los genocidios más sangrientos jamás conocidos, esperemos que los humanos de este siglo hayamos aprendido algo de las consecuencias de tolerar en complicidad silenciosa tanta miseria humana...
CUANDO TODO ESTO TERMINE YA NADA DEBERÍA SER IGUAL.
Por Ariel Ríos Soto
Profesor de Historia y Geografía