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Red Internacional
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Efemérides. Natalicio de Tolstói: Recuperando los últimos años de su vida

El 9 de septiembre es el día en que nació el novelista ruso León Tolstói. Por lo cual, en su natalicio, buscamos recuperar críticamente su postura política y religiosa que desarrolló en las décadas finales de su vida.

Martes 10 de septiembre de 2024

El 9 de septiembre de 1828 nace el escritor ruso León Tolstói, mundialmente conocido por sus novelas Guerra y Paz y Ana Karenina. Sus últimos años de vida, cuando escribió principalmente textos teológico-políticos, son desconocidos por la mayoría de las personas.

No sólo eso, pero tal como sucedió con Marx, después de su muerte y una vida de ser censurado por el Zarismo, se le convirtió en un ícono inofensivo, extirpando de su doctrina cualquier contenido revolucionario. Tal como escribió Trotsky en 1908 por el 80 aniversario de su nacimiento: “Él, que reniega de toda la cultura capitalista, encuentra una acogida benevolente en la burguesía europea y americana [...] Él, el anarquista conservador, el enemigo mortal del liberalismo, se ve transformado, con ocasión del ochenta aniversario de su nacimiento, en una bandera y un instrumento de una manifestación política ruidosa y tendenciosa del liberalismo ruso”. Sin embargo, cuando nos ponemos a estudiar su pensamiento político, encontramos en él un férreo ataque a los estados que oprimen al pueblo, a la iglesia que lo engaña y al sistema capitalista que lo esclaviza. Es por ello que, ante su olvido y transformación en un ícono del liberalismo, es necesario recordar críticamente su pensamiento revolucionario.

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Como podemos encontrar en la cita de Trotsky, Tolstói es una figura contradictoria. Es un noble enamorado de la vida campesina. Un cristiano que no creía en los milagros de Cristo ni en su resurrección. Un revolucionario que no apoyaba la violencia. Esta contradicción se aclara si se enmarca alrededor de su creencia (cristiana) fundamental de “amor”. Recuperando una cita de su última novela Resurrección: "Todo el mal reside en que los hombres creen en la existencia de condiciones que permiten tratar a sus semejantes sin amor".

Bajo esta luz podemos entender por qué, para Tolstói, la relevancia de Cristo no radica en los misterios, sino en sus enseñanzas sobre amar al prójimo. Su revolución contra el Estado, no sólo el zarista pero todos, tiene su fundamento no en teoría política, sino en que este va contra con las enseñanzas más básicas de Jesús: amar al otro, poner la otra mejilla y perdonar al que te lastima. La injusticia del capitalismo y la propiedad privada no radican en la explotación del trabajador (aunque Tolstói sí la considera), sino que tiene su raíz en que estos sistemas generan avaricia y depravación moral tanto en los ricos como en los pobres. Es por esto que su postura revolucionaria es una que rechaza cualquier tipo de resurrección armada o uso de métodos violentos. Por el contrario, postulando que la única forma de revolucionar la sociedad es a través de la transformación de la moral humana, que se logra amando al otro y guiándo con el ejemplo.

A pesar de su posición que repudiaba cualquier tipo de violencia y cualquier forma de estado, una banalización de sus ideas fue utilizada por el liberalismo ruso para oponerse a la revolución por medios violentos. Posición que ignora que la propia existencia del Estado capitalista es violenta y que cualquier forma de reestructuración radical de la sociedad requiere su destrucción por medio de la violencia. Con la llegada de la revolución de octubre, el uso de Tolstói para oponerse a los bolcheviques se volvió aún más agudo. Su hija menor, secretaria en vida de Tolstói y albacea de su testamento, apoyó al ejército blanco durante la revolución y guerra civil, ofreciendo su apartamento en Moscú para sus reuniones. Se debe notar que, a pesar de esto, durante los primeros años de la revolución, gracias al apoyo de ciertos bolcheviques (como Kollantai que la ayudó a salir de la cárcel), se patrocinaron sus proyectos de difusión y protección de la herencia literaria de su padre. Lo cual cambió con el ascenso de Stalin al poder, cuya retórica no podía aceptar el mensaje religioso y pacifista de Tolstói.
De igual manera, las comunas campesino-religiosas inspiradas por Tolstói, que en sus inicios eran apoyadas por la política bolchevique, con la postura económica “zizgag” de Stalin, terminó primero en su privatización y, finalmente, en su colectivización forzada. La vida campesina de la que se había enamorado Tolstói, y en la que Marx vio promesa para levantar una sociedad con bases igualitarias, tuvo su ocaso.

Indudablemente, Tolstói es una figura contradictoria. Su crítica al Estado y sistema capitalista desde una ética cristiana sigue resonando en el mundo: siendo inspiración para pacifistas y sindicalistas, como Dorothy Day, hasta su rescate por la teología de la liberación. Pero sus posiciones personales lo separaron de su familia (su esposa terminó odiando su conversión al cristianismo) y permitieron que su figura fuera usada por la contra-revolución rusa. Defendido por los primeros bolcheviques, amado por la burguesía europea y perseguido por el Stalinismo, es difícil saber qué pensar sobre esta figura histórica. Tal vez sea mejor, como al inicio de esta nota, recuperar las últimas palabras que le escribe Trotsky:
“Y si no simpatiza con nuestras metas revolucionarias, sabemos que es porque la historia le ha negado toda comprensión de sus vías. No le condenaremos por ello. Y admiraremos siempre en él no sólo al genio, que vivirá tanto tiempo como el arte mismo, sino también el valor moral indomable que no le permite permanecer en el seno de su Iglesia hipócrita, de su sociedad, de su Estado, y que lo condenó a permanecer aislado entre sus innumerables admiradores.”