Para este 2024 se espera que ambos países negocien la importación de maíz transgénico a México, pero ni esta negociación ni el decreto que previamente restringió un poco su paso busca realmente resolver la crisis que atraviesa el campo mexicano
Jueves 22 de febrero
El comercio mundial de maíz se encuentra en una encrucijada ante el conflicto entre México y Estados Unidos/Canadá por un decreto presidencial de 2020 que prohíbe para este año, 2024, usar el maíz biotecnológico en alimentos de consumo humano y eliminar el uso del herbicida glifosato. La restricción para el máiz transgénico implica un duro golpe contra la industria agricultora de Estados Unidos y sus intereses, por lo que reclaman que esta medida no es acorde a lo pactado en el T-MEC.
Con Estados Unidos importando cerca de 17 millones de toneladas al año con un valor de 5,000 millones de dólares, una medida que restrinja el paso de sus productos puede tener repercusiones importantes no solo hablando de una baja en sus ventas, sino que también implica la posibilidad de perder influencia y poder político en el país.
A pesar de que puede parecer un avance en el apoyo al campo mexicano por parte del gobierno, la verdad que este decreto deja abierta la posibilidad del uso de maíz transgénico que se va a seguir importando para alimentación animal y uso industrial.
De todo el maíz importado en México solo el 16% es utilizado para consumo humano, mostrando que ante un decreto que parece ser una solución al daño y precariedad en la que está sumergido el campo mexicano debido las importaciones de maíz transgénico, en realidad es una medida que busca resanar la mega grieta que representa la crisis de la agricultura en México.
La controversia entre ambos países busca ser resuelta por el gobierno mexicano antes del término del gobierno de AMLO, esto ante un órgano administrador que encontrará a representantes de ambos países para resolver esta “controversia comercial", de acuerdo al propio T-MEC.
La resolución en favor de México puede, además de imponer ciertos aranceles, sentar un precedente en todo el mundo para la regulación de la importación del maíz transgénico, sin embargo, esto parece sumamente complicado, pues lo tribunales internacionales jamás fallan en contra de los grandes negocios imperialistas.
Estas negociaciones se dan después de un 2023 donde la producción de maíz en México cayó un 40% (con distintas organizaciones denunciando la dependencia de México a la producción extranjera), y en medio de una grave sequía que azota al país, y que afecta directamente a los agricultores, dejándolos en condiciones aún más difíciles para poder subsistir y afectando la capacidad de cultivo (principal medio de subsistencia) y sus posibilidades de venta del producto.
El gobierno se ha mostrado incapaz de atender esta problemática, reduciendo los apoyos en casi el 50% desde 2019 dejando aún en mayor desventaja a productores del campo ante la entrada de cada vez más trasnacionales al mercado mexicano.
En México hay 64 especies distintas de maíz, siendo el 29% de las que existen en toda América Latina. El maíz transgénico tiene una gran ventaja competitiva sobre productores agricolas independientes en México, sus costos de producción son menores por la masividad en la que producen y por lo resistentes que son a nuevas plagas. Además son un riesgo para las distintas especies de maíz mexicano, ya que pueden llegar a contaminar plantaciones y plantarse de manera hegemónica al momento de su polinización, dejando menos posibilidades a otros tipos de maíz para poder crecer.
Pensar en mejorar las condiciones de vida del campo mexicano pasa por pelear por nuestra soberanía alimentaria, haciendo una crítica directa ante un gobierno que mantiene al propio sistema capitalista, además de pensar en que es una lucha conjunta contra la burguesía, los terratenientes y la explotación de ejercen sobre el medio ambiente y sus trabajadores. Construyendo una unidad entre los trabajadores del campo y la ciudad, que permita enviar tecnología e insumos baratos para trabajar el campo, mientras se compra directamente los productos a un precio justo para productores y consumidores.