El jueves 14 quedará proclamado el gobierno de unidad entre el Likud y el partido de centro derecha de Benjamín Gantz. Mike Pompeo viajará a Israel para celebrar la intención de robar más territorios de Cisjordania.
Mirta Pacheco @mirtapacheco1
Lunes 11 de mayo de 2020 23:49
Por medio de acuerdos que implicaron cambiar leyes que el Estado de Israel, hasta la semana pasada, consideraba “leyes básicas”. El jueves anterior en la Knéset (parlamento israelí) los diputados votaban afirmativamente -72 sobre un total de 120 miembros-, cambios en esas leyes que hasta entonces prohibían que legisladores acusados formalmente, formen gobierno y que miembros de un gabinete nacional estuvieran en procesos judiciales, acusados de algún tipo de delito.
Esto es clave si recordamos que Benjamín Netanyahu enfrentará este 24 de mayo el comienzo de un juicio por cargos de soborno, fraude y abuso de confianza.
Netanyahu, al igual que su nuevo socio de Kahol Lavan (Bandera Blanca) –Gantz-es legislador (es más, fue uno de los 72 votos a favor) y según el acuerdo al que arribaron para formar un gobierno con “dos cabezas”, luego de los primeros 18 meses donde estará al frente del Gobierno, cuando le toque el turno de gobernar a Benjamín Gantz, él será parte del gabinete dirigiendo uno o dos ministerios claves.
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En la “única verdadera democracia” de la región, como gusta cínicamente autodefinirse el Estado Nacional Judío de Israel, queda en evidencia que las leyes –básicas o no-, se hacen y deshacen en función de los intereses políticos o económicos de la clase dirigente. Después de todo este Estado colonial, que sojuzga militar y económicamente al pueblo palestino, opera con los mismos mecanismos del sistema capitalista mundial.
La knéset pudo avanzar en dar luz verde al nuevo Gobierno, gracias a un dictamen del Tribunal Superior que un día antes rechazó las peticiones que le fueron elevadas para impedir que, debido a esas acusaciones judiciales, Netanyahu pudiera formar gobierno. Esas peticiones fueron hechas tanto por miembros de la extrema derecha, como por sectores que pertenecieron al frente Kahol Lavan, que recordaban las promesas electorales de Gantz, acerca de rechazar cualquier Gobierno de unidad con un Netanyahu acusado de corrupción.
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Israel ya lleva dos semanas desde que comenzó a “volver a la normalidad” luego de la cuarentena por el coronavirus. Los distintos ministerios están otorgando autorizaciones para ir abriendo, en algunos casos parcialmente, comercios, mercados y tiendas.
Esto también comprende los comercios en poblados árabes dentro del Estado de Israel o en las áreas de Cisjordania que controla administrativamente.
Mike Pompeo visitará Israel para celebrar el nuevo Gobierno de derecha
El miércoles llegará a Tel Aviv el Secretario de Estado norteamericano, Mike Pompeo, una de las figuras políticas más relevantes del Gobierno de Donald Trump. Pompeo es un firme defensor y agitador del plan de anexión de zonas de Cisjordania, que propuso unilateralmente Trump a fines de enero de este año.
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En la misma Casa Blanca se están disparando los casos de contagio del Covid-19 y el mismo Israel impone una cuarentena de 14 días para quienes llegan desde el exterior (en este caso evidentemente romperá su propia regla al respecto). Donald Trump, de todos modos decidió que Pompeo se reúna con los dos líderes derechistas –aunque con matices- que encabezarán, alternativamente, el gobierno israelí.
El motivo de esa visita, a pesar de esas restricciones, es cantado. Uno de los puntos del acuerdo que proclama el Gobierno de unidad establece que Israel avanzará con las anexiones de territorio palestino –lisa y llanamente nuevos robos de tierra palestina-, si cuenta con el acuerdo de Estados Unidos.
Como Israel es consciente de que las condiciones políticas de su socio mayor pueden cambiar, después de las elecciones de noviembre, ambos quieren apurar un avance en la anexión.
Además de la oposición de los países imperialistas europeos (que cuidan sus propios intereses e inversiones), por temor a nuevos conflictos y al levantamiento generalizado de la población árabe de la región, de avanzar en ese plan. También gran parte de la población norteamericana se opone a esa anexión. Por otro lado, el Partido Demócrata también se opuso.
Pero el pueblo palestino conoce bien cuál fue el tratamiento histórico de las administraciones imperialistas demócratas hacia ellos. Con mejores modales (más allá de que en algunos períodos la política de Israel en la región, fuera coyunturalmente disfuncional a los intereses yanquis, como en la última etapa del gobierno de Obama) siempre los demócratas defendieron a ultranza su alianza estratégica con el Estado sionista en esa zona del mundo.
Ahora Trump está más preocupado por contentar a su propia base de derecha y al lobby judío, al menos el sector que vota a los republicanos, que ven esa anexión con buenos ojos.
Esto es lo que explica, en gran parte, el viaje relámpago de Pompeo a Israel. Mientras la principal potencia imperialista, hace años ya en crisis, puertas adentro sigue avanzando en su mal manejo de la pandemia.
Habrá que ver si con el correr de los meses empiezan a surgir grietas en la flamante coalición de gobierno, que podrían obedecer a intereses personales distintos –y a aliados políticos diferentes- entre Netanyahu y Gantz.
Pero sobre todo el avance del robo de tierras a palestinos, un 30% de lo que hoy conocemos como Cisjordania, expresado en ese “Plan de Anexión” y en el acuerdo del gobierno israelí “de dos cabezas”, dependerá mucho de cómo quedará Estados Unidos en la pos pandemia, lo que incluye las elecciones de noviembre en el país del norte.