El domingo 10 de marzo, la provincia de Vaca Muerta vota al próximo gobernador y vice y renueva 35 bancas de la Legislatura Provincial.
Jueves 7 de marzo de 2019 09:34
Las elecciones de Neuquén, corazón de Vaca Muerta, despertaron el interés nacional ya que se ponen en juego diversas peleas. Por un lado, es una prueba de fuerza entre el Gobierno nacional y el kirchnerismo. Por otro, el MPN, que gobierna la provincia desde hace 60 años, busca relegitimar su preponderancia política. En ese escenario, el Frente de Izquierda se juega a sostener sus dos bancas y defender un espacio político consolidado en la provincia desde su surgimiento en 2011.
Desde que el gobernador Omar Gutiérrez anunció en diciembre el adelantamiento de las elecciones (habitualmente realizadas en abril) al 10 de marzo, el clima político provincial fue cambiando por distintos hechos que fueron “nacionalizando” la campaña.
A pesar de que sus dirigentes presumen de que es “el único partido político moderno” de la provincia, el MPN arrastra desde hace varios años una progresiva pérdida de base electoral, pierde en las ciudades más grandes de la provincia y necesita colectoras para completar el caudal de votos y posterior conformación de la mayoría oficialista en la Legislatura.
Históricamente construyó su discurso de la “neuquinidad” en base a una relación de negociación en buenos términos con todos los Gobiernos nacionales (con excepción de Sobisch bajo el kirchnerismo) que le permitía administrar el ingreso que la provincia percibía por los recursos petroleros. Los proyectos de explotación de Vaca Muerta, sumados a una tímida renovación generacional (Gutiérrez tiene 51 años), la tregua con las conducciones sindicales y el avance en la producción de gas no convencional, parecían haber resuelto las cosas para Gutiérrez, que cuenta con un presupuesto provincial de 100 mil millones de pesos para 2019. Sin embargo, el diablo metió la cola.
El diablo se llama Macri y lo que metió en realidad fue el cambio en la resolución 46 introducido por su Gobierno, que afectaba especialmente los subsidios recibidos por Techint por la producción de gas no convencional en Fortín de Piedra.
Esto tuvo un efecto contradictorio. Por un lado, introdujo incertidumbre en los pronósticos sobre la marcha de los proyectos de explotación capitalista de Vaca Muerta. Por otro, le dio al MPN una bandera de campaña.
Nunca se vio al partido provincial tan indignado por un “ajuste”. Gracias a esta medida, puesta en marcha por el gobierno de Macri para cumplir las metas del FMI, el gobernador y candidato a la reelección pudo hacer bandera con la “defensa de los recursos neuquinos” y contra “los partidos nacionales que han llevado al país a los tumbos”. Nada mal para un partido que votó todas y cada una de las leyes antiobreras de Macri en el Congreso Nacional.
Por el lado de la fórmula Rioseco-Martínez, a pesar de las grandes contradicciones internas que la cruzan, el candidato a gobernador hizo una campaña mostrándose desde el inicio como ganador. Pero su discurso, que apunta a presentar a Gutiérrez y Quiroga como los dos candidatos de Macri (con bastante razón) le compite al MPN en moderación. Con planteos como “los empresarios petroleros me conocen” o “vamos a garantizar seguridad jurídica” y otros similares, Rioseco insiste en presentarse como un mejor administrador bajo las reglas de juego impuestas por las propias petroleras. Su sinuosa trayectoria en términos de alianzas (que incluyeron al mismo Quiroga luego de haber sido el candidato del kirchnerismo en 2015) lo hacen poco atractivo para importantes sectores del progresismo y la centroizquierda.
En las últimas semanas, Rioseco apunta a capitalizar el espacio de intención de voto a Cristina Kirchner en la provincia, para tratar de hacer la diferencia en una elección que se presume ajustada. Para el kirchnerismo, que fogonea la unidad con pejotistas varios (incluidos panqueques como Rioseco), la expectativa de ganar la provincia y crear idea de espacio ganador es muy fuerte, por lo que la propia Cristina Fernández de Kirchner entró a jugar en la campaña con un video propio.
El intendente eterno de Neuquén, Horacio Quiroga, se encuentra tercero cómodo. Muy conocido en Neuquén capital y en su San Martín de los Andes natal, pero desconocido en el resto de la provincia.
Durante las últimas semanas, el gobierno nacional comenzó a preocuparse por un posible “triunfo kirchnerista” en la provincia, con los consiguientes rumores de negociaciones entre Cambiemos y el MPN sobre que Quiroga vaya a menos en la provincial a cambio de que el MPN no pelee la intendencia de Neuquén capital más adelante.
Los estrategas electorales del MPN dicen que van a terminar ganando por una diferencia de 8 puntos. Según Rioseco, él ya ganó. En cualquier caso, ya se puede ver que el MPN se encuentra en dificultades para renovar sus credenciales como partido gobernante, lo cual a su vez muestra cierta crisis del régimen de las petroleras, que puede agravarse según los resultados de la elección.
Como hemos destacado en otras oportunidades, el Frente de Izquierda es una realidad en Neuquén. No se trata solamente de un espacio electoral que defiende la independencia de clase, sino que se nutre de las intensas experiencias de lucha de la región, como las de ceramistas, docentes, obreras textiles, madereros, estudiantes, trabajadoras y trabajadores de la Salud, el movimiento de mujeres y el movimiento por los DDHH.
En una campaña de conjunto corrida al centro, en la que todos los candidatos aceptan como legítima la expoliación que las petroleras hacen de los recursos de la provincia y el país, la del FIT ha sido la única campaña que ha puesto blanco sobre negro la necesidad de un cambio de fondo, anticapitalista y socialista.
La consigna #DarVueltaTodo sintetiza el espíritu disruptivo de una campaña que ha tenido una fuerte llegada a la clase trabajadora, la juventud, el movimiento de mujeres y las familias de las grandes barriadas populares de la provincia. La pelea se concentra en sostener las dos bancas que el FIT ocupa hoy en la Legislatura provincial, para seguir expresando las peleas de los trabajadores, las mujeres y la juventud. A su vez será también el primer test para el FIT a nivel nacional.