La visita de Donald Trump a México desató el enojo de amplios sectores contra la subordinación a este representante del racismo imperialista. Puede ser el inicio de una gran campaña antiimperialista.
Viernes 23 de septiembre de 2016
A lo largo de la historia, México ha estado sometido y subordinado: en el siglo XIX a España y a Francia. Y gracias a la entrega de más de 2 millones de km2 del territorio luego de la Intervención estadounidense de 1848, el gigante del norte se posicionó para transformarse en el siglo XX en una potencia imperialista.
Esta subordinación se ha expresado en la expoliación de los recursos naturales por parte de las empresas de los países imperialistas y en la súper explotación de la clase trabajadora mexicana, también ha significado subordinación política y militar.
México enfrenta un proceso de recolonización
Aunque, esta subordinación al imperialismo estadounidense ha avanzado a saltos durante las últimas dos décadas, hasta convertirse en una verdadera recolonización, que tuvo como punto de partida la firma del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN) en 1994.
Hoy el yugo imperialista significa la entrega de los recursos naturales a las grandes trasnacionales, como las mineras que tienen concesionado cerca del 20% del territorio nacional o las petroleras que ya pueden explotar el petróleo que fuera nacionalizado en 1938. También, la pérdida de derechos laborales en favor de las empresas que se enriquecen en sectores de industria como la maquila, la automotriz, electrónica, etc., sobre explotando a los obreros mexicanos, convirtiendo al país en una plataforma de producción y exportación gringa.
Casi las mismas condiciones de entrega que en el porfiriato, aunque los partidos del Pacto por México: PRI, PAN y PRD hablen de “integración” y de “cooperación”, cuando todas las medidas responden a los intereses económicos y políticos del imperialismo yanqui.
Otra de las caras de la subordinación a Estados Unidos, la vemos en la “guerra contra el narcotráfico” y la militarización impuestas a través de medidas como el Plan Mérida. Sus consecuencias: más de 150 mil muertes, decenas de miles de desaparecidos y la extensión del feminicidio a nivel nacional, acompañadas del recorte a libertades democráticas y una enorme lista de violaciones a derechos humanos. Detrás de la desaparición de los 43 de Ayotzinapa, de las masacres de Tlatlaya, Tanhuato, Apatzingán y muchas más, está el imperialismo estadounidense.
La “casta política” mexicana se arrodilla ante la Casa Blanca
En EE. UU. se pelea la sustitución de Obama como presidente, ambos candidatos son claros representantes de los intereses del imperialismo estadounidense.
Donald Trump es un probado racista que sostiene un discurso de odio frente a los migrantes, les acusa de ser delincuentes y terroristas. Destaca entre sus propuestas la construcción de un muro en la frontera entre México y Estados Unidos para detener la migración, además de un agresivo plan de deportación masiva de trabajadores latinoamericanos.
Hillary Clinton -o Killary como comienzan a llamarla jóvenes y organizaciones de izquierda-, es parte de la vieja “casta política” estadounidense. Cercana a los grandes bancos y la cúpula militar. Sostiene posiciones intervencionistas para defender los intereses estadounidenses en el mundo. Por ejemplo, se opuso a la reducción de tropas en Afganistán e Irak y abogó por su envío a Siria.
Se considera que será más dura que Obama en la política exterior, a pesar de que éste deja un saldo de ocho años en guerra, intervención militar en siete países y es considerado el “Deportador en Jefe”, por expulsar más de tres millones de migrantes. Muchas personalidades del Partido Republicano la prefieren como presidenta: es “la más republicana de los demócratas”.
La conclusión: no importa quién sea el nuevo ocupante de la Casa Blanca, la situación apunta a empeorar para los trabajadores mexicanos. No hay esperanza de que la situación cambie de mano de los partidos del régimen que han permitido el avance de la subordinación del país. Ya lo demostró el recibimiento que dio Peña a Donald Trump.
El PRI hace mucho que abandonó su retórica nacionalista, firmó el TLCAN, ahora el Tratado Transpacífico (TPP) y ha implementado el programa neoliberal, lo mismo puede decirse del PAN que implementó con Calderón la militarización del país según instrucciones de Washington.
El PRD también ha sido cómplice. Su integración al Pacto por México permitió la aprobación de las reformas estructurales, entre ellas la energética que interesaba a las grandes trasnacionales petroleras.
Morena, a pesar de la misma retórica -cada vez más deslavada- no denuncia la subordinación de la “mafia en el poder” al imperialismo, poco dijo de la visita de Trump y AMLO ha hecho viajes para entrevistarse con representantes del gobierno gringo, como antes de las elecciones de 2012, demostrando que no es amenaza para su dominación.
¡No al muro! ¡No queremos ser una estrella más de la bandera yanqui!
Si la “casta política” es garante de los intereses imperialistas, somos los trabajadores, los jóvenes y el pueblo pobre quienes debemos tomar en nuestras manos la lucha contra su injerencia.
El amplio descontento que se expresó por el recibimiento de Trump y su propuesta de muro puede ser el punto de partida para empujar un enorme movimiento contra la recolonización del país.
Es una gran oportunidad para rescatar un perfil antiimperialista entre la juventud y los trabajadores y que surja desde ahí un movimiento contra el imperialismo estadounidense. A esto queremos contribuir modesta pero decididamente desde el Movimiento de los Trabajadores Socialistas (MTS) con esta campaña contra el muro y en defensa de los trabajadores migrantes.
Como MTS hemos denunciado antes en La Izquierda Diario la creciente subordinación del país al imperialismo estadounidense y a los partidos que la llevan a cabo, ahora lanzamos esta campaña contra el muro de Trump y la campaña antinmigrante de Obama que continuará con cualquier candidato que gane la presidencia de Estados Unidos.
Hoy invitamos a jóvenes, maestros y trabajadores a tomarse fotografías contra el muro de Trump, contra las deportaciones y a realizar foros, actividades, pintas, etc. en cada escuela, centro de trabajo, fábrica donde sea posible y a que los envíen a las redes sociales de La Izquierda Diario México para dar cuenta de estos esfuerzos.
Un movimiento antiimperialista podría surgir si la lucha por la aparición de los 43 Normalistas, como la lucha contra la reforma educativa se liga estrechamente a la pelea contra el imperialismo. Igual que la oposición a la “guerra contra el narcotráfico” y la militarización, la pelea contra la entrega de los recursos a las trasnacionales y la devastación ambiental que traen consigo.
Si los jóvenes y maestros que empujaron los más recientes movimientos conectan sus demandas con la lucha contra la intervención de EEUU en México es posible desencadenar una enorme movilización a nivel nacional.
Esto se potenciaría con la incorporación de los trabajadores que en lugares de la frontera norte, como Cd. Juárez enfrentan a las empresas trasnacionales. Ellos pueden golpear a las empresas del imperialismo, directamente en los lugares donde obtienen su poderío económico.
Hacía allá habría que ir. Recobremos el espíritu antiimperialista para que la juventud, los trabajadores y las mujeres enfrenten las políticas impuestas por Washington.