Este miércoles dio inicio la “mesa de diálogo” entre el gobierno de Ortega y Murillo, las cámaras empresariales, representantes estudiantiles y hasta con la presencia de la Embajada yanqui, con la mediación de la Iglesia Católica, bajo fuertes protestas en el país.
Jueves 17 de mayo de 2018 01:49
El retroceso del gobierno, que ha sufrido un duro golpe y perdido base social, no han alcanzado para detener las protestas ni su extensión a nivel nacional.
El “diálogo nacional” que comenzó este 16 de mayo, se da justamente a un mes de haberse iniciado el proceso de movilizaciones cuando desde el gobierno de Ortega se lanzó el ataque con las reformas a la Ley de Seguridad Social. Pero no empezó en un escenario de tranquilidad como le hubiese gustado a Ortega, sino en medio de protestas no sólo en capital, Managua, sino en muchas ciudades del interior del país.
La situación se sigue agudizando, y los días previos al inicio del “dialogo” no fueron precisamente de paz. El sábado, luego de una cruenta represión en la ciudad de Masaya que dejó como saldo tres muertos, la población respondió masivamente.
El domingo, miles de nicaragüenses se movilizaron en Managua y otras partes de Nicaragua en una caravana para demostrar su apoyo y solidaridad, pero también como una demostración de resistencia frente al régimen orteguista.
En el mismo día del inicio de la “mesa de diálogo”, se registraron enfrentamientos en Masaya, Matagalpa y Juigalpa, así como bloqueos en otros puntos del país. En los últimos días, los manifestantes han incorporado a sus demandas la exigencia de la salida inmediata de Ortega.
Los representantes de los sectores estudiantiles habían señalado, previo al diálogo, que las condiciones no estaban garantizadas por el nivel de represión que continúan en las calles. Sin embargo, la Iglesia dio desarrollo a la cita de este miércoles 16 de mayo. Es que el mismo se convocó y realizó sin que se detuviese la represión gubernamental y con decenas de muertos y presos.
Pero este “diálogo nacional” convocado desde el gobierno de Ortega, y aceptado por la Iglesia Católica en el papel de gran mediador y las importantes cámaras empresariales, además de representantes estudiantiles, no tiene otro objetivo que ganar tiempo, sin conceder demasiado por parte del gobierno nicaragüense, desviar el descontento y evitar que la movilización se profundice.
El gobierno ha hecho algunas “concesiones” formales como la aceptación que una misión de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) visite el país para “observar la situación de derechos humanos”, uno de los principales requerimientos planteados por la Iglesia Católica al gobierno para instalar la mesa de diálogo.
En todo este proceso, la Iglesia Católica ha emergido como gran mediadora nacional en la crisis. Es de recordar que ésta institución es de gran peso y tradicionalmente opositora al sandinismo, ya que pactó con Ortega al regreso de este al poder en el 2006.
En este 16 de mayo, no sólo se sentaron los representantes de las cámaras empresariales, los obispos y los representantes estudiantiles –quienes aparecieron como los más duros en la “mesa”–, sino que lo hizo también la embajadora de Estados Unidos en Nicaragua, Laura F. Dogu. Es más que evidente que estos sectores buscan forzar una reforma política favorable a sus intereses y sacar a las masas de las calles. Por parte del gobierno, fueron el propio Ortega y Rosario Murillo quienes se hicieron presentes.
Por su parte, el movimiento campesino, que ha reclamado durante cinco años la derogación de la concesión del canal interoceánico –enfrentando acoso y represión gubernamental–, fue excluido del “diálogo nacional”, según su representante Medardo Mairena, quien relató que los dirigentes del Movimiento Campesino enviaron el 4 de mayo pasado una carta de solicitud para participar en el diálogo a la Conferencia Episcopal, pero no recibieron ninguna respuesta.
El propósito de la Iglesia Católica y la COSEP fue que el diálogo abordara estructuralmente “el tema de la institucionalidad del país con el objetivo de ir allanando el camino hacia una democratización”.
Presionan por lograr reformas de cara a las elecciones de 2021, una muestra de que el objetivo de la Iglesia, así como de la oposición burguesa y los empresarios, es que garantizar la estabilidad política para que se mantenga y fortalezca la aplicación de los planes económicos y sociales contra el pueblo trabajador. Mientras que otros sectores de todo este frente opositor reclama la renuncia de Ortega y Murillo.
Pero en tanto, a pesar de las fuertes movilizaciones con represión de por medio, Ortega tiene aún cartas en la mano, ya que aún no perdió control del aparato estatal. Y por sobre todo, puede jugar a su favor el temor de la burguesía a que una mayor pugna por arriba permita que la crisis termine en un estallido social mayor de dinámica y consecuencias impredecibles.
Otro aspecto a destacar fue el reciente comunicado del Ejército en el cual “lamentaban la violencia de los últimos días” y respaldaban el diálogo como “la única ruta que evitará acciones irreversibles a nuestro pueblo, a nuestra economía, al desarrollo nacional y a nuestra seguridad”.
Esto, más que fungir como un distanciamiento del gobierno de Ortega como se quiso hacer ver por algunos medios, solo tuvo como propósito secundar el llamado al “diálogo por la paz” y legitimar el actuar del régimen nicaragüense. El objetivo del Ejército es, como el de los principales actores políticos (oficialistas y “opositores”), contener y frenar el descontento.
Después del “diálogo”, ¿qué sigue?
A pesar de que los medios de comunicación han resaltado la “disposición” del gobierno de Ortega para sentarse a dialogar, no han podido dejar de lado la marcada oposición de los representantes del sector estudiantil que arrancó la sesión interrumpiendo a Ortega para denunciar las consecuencias de la represión instalada en las calles por la policía, fuerzas militares y paramilitares en todo el país.
Aunque el objetivo del diálogo es encauzar el descontento, eso no pudo evitar que Ortega y Rosario Murillo fueron increpados en cada ocasión en que tomaron la palabra.
La respuesta de Ortega fue resaltar las “manifestaciones violentas, los policías heridos y los bloqueos carreteros” que tanto preocupan al sector empresarial y que alegaron que de continuar con esta crisis política. También subrayó que las pérdidas económicas se mantendrían a un ritmo creciente generando un déficit de aproximadamente 80 millones de dólares trimestrales.
Mientras se desarrollaba el encuentro y la población escuchaba a Ortega defender a la policía, en las calles cientos de personas se manifestaron nuevamente. Aunque Daniel Ortega prefirió no interlocutar con el sector que exige su renuncia, la demanda sigue creciendo en las calles.
Es necesario alertar contra la trampa que constituye el dialogo impulsado por el gobierno y los empresarios junto a la Iglesia. Así como impulsar la movilización independiente respecto tanto al gobierno como frente a las patronales, la oposición de derecha y la Iglesia, que llevaron a cabo ésta mesa de “diálogo nacional” sin las garantías mínimas, entre las que destacaron el cese a la represión y la liberación de todos los detenidos por las jornadas de protestas.
Para enfrentar al gobierno y contra cualquier injerencia imperialista (directa o a través de sus agentes derechistas) es fundamental que los trabajadores, junto a los sectores que vienen enfrentando los ataques del gobierno, impulsen un plan de lucha unificado contra la represión, militarización y las demandas de las mujeres, la juventud y los trabajadores de Nicaragua.