El pasado domingo 19 de junio falleció el artista argentino precursor del Land Art.
Miércoles 22 de junio de 2016
Foto / Diario Los Andes
Nicolás Garcia Uriburu falleció a los 78 años, referente y pionero del Land art (arte terrestre), una corriente del arte contemporáneo que utiliza los paisajes y la naturaleza como formato y escenario para su resignificación. Uriburu dejó una vasta producción de pinturas, performances, objetos y fotografías intervenidas con temáticas referidas a la naturaleza, la contaminación ambiental y las consecuencias en la sociedad.
Fue un arquitecto egresado de la Universidad de Buenos Aires y comenzó a exponer en 1954. En el año 1968 se fue becado a Francia, donde se quedó 15 años junto a su esposa e hija. Fue miembro fundador del Grupo Bosque, con el cual intervino en las campañas de reforestación de Maldonado, Uruguay, donde también donó parte de sus obras y participó en varias acciones junto a Greenpeace. Coleccionó y se especializó en arte prehispánico y en esculturas monumentales. Se definía como un artista pop con un profundo compromiso con el medio ambiente.
Trascendió del caballete y el arte de las galerías e incursionó en el arte público y recibió numerosos premios y reconocimientos a lo largo de su carrera artística. Entre sus obras podemos apreciar un claro posicionamiento político, donde denunció las consecuencias de la contaminación y el deterioro en la naturaleza, pero desde una mirada más general y crítica entre el hombre y el medio que lo rodea, que en definitiva es una crítica estética a las consecuencias del capitalismo, de su forma indiscriminada de producción, de la explotación de los recursos naturales y la contaminación en el mundo.
En 1968, vivió muy de cerca las experiencias con las vanguardias artísticas en Francia. En mayo de ese año, inaugura su primer muestra en Paris, y a los dos días tuvieron que cerrar la muestra, ya que se vivía el estallido de las jornadas revolucionarias con tomas de fábricas, barricadas, asambleas y represión en las calles. Según cuenta, en aquellos días, se unió rápidamente a la producción de serigrafías, al arte colectivo que imperaba entre discusiones y nuevas formas de denuncia social en las academias de arte, donde la gran mayoría salía a las calles a expresarse. Él recordaba también, una de las frases que denunciaban las paredes de aquel entonces, una de sus preferidas: "La imaginación al poder", y donde supo aportar con su Nueva Figuración, una explosión de colores vivos que reflejaban el espíritu revulsivo de la época, donde los jóvenes despertaban ante las injusticias que sufrían, tomando conciencia y siendo participes del cambio social.
Sin dudas logró un quiebre en su obra, llamando la atención en el arte mundial, dándose a conocer como precursor argentino del land art, como un hecho inédito, nunca antes realizado, cuando en 1968, durante la Bienal de Venecia, tiñó los canales con un material biodegradable, color verde fosforescente. Desde entonces inauguró un gran debate entre los presentes, denunciando un tema del que nadie hablaba en el arte: la contaminación de ríos y mares.
En sus viajes y exposiciones en el exterior conoció a importantes artistas como Andy Warhol, Salvador Dalí, y el artista conceptual y performer Joseph Beuys, del mítico grupo Fluxus de los años 60 y 70, con quien además en 1981, colorearía el río Rin (Francia) y plantarían juntos 7.000 robles durante la Documenta 7 de Kassel (Alemania), una de las exposiciones del arte contemporáneo más importantes del mundo.
En los años 80 pinta los mitos porteños: Eva Perón, Carlos Gardel y la Virgen de Luján. Luego continuó tiñendo el agua de las fuentes del Monumento de los Españoles, en el cruce de las avenidas del Libertador y Sarmiento, y de la plaza de los dos congresos, donde también desarrolló una performance de "humo verde" en apoyo a las acciones de Greenpeace contra la contaminación del aire y el agua.
Además, replicó la plantación de 50.000 árboles en las calles de Buenos Aires, la mayoría de ellos sobre la avenida 9 de Julio.
En 2010, en conmemoración del día internacional del Agua, inauguró la muestra "Utopía del Bicentenario", donde coloreó el Riachuelo, a "200 años de contaminación". Esta performance repetida en varias ciudades del mundo, en Bs.As. fue un mensaje contundente a las promesas políticas, especialmente durante el menemismo, donde prometieron sanear la cuenca hídrica con anuncios puramente demagógicos que quedaron en el olvido, y con un proyecto cajoneado.
El artista plástico Luis Felipe Noé lo recordaba en su partida: "Fue un hombre muy sensible que supo tener una visión propia y contemporánea del lugar donde había nacido, sobre todo de América latina, con sus famosos mapas invertidos".