El avance y la escalada guerrerista de EEUU y la OTAN y el reconocimiento de Putin de las repúblicas de Donetsk y Lugansk han terminado en una operación militar rusa sobre Ucrania. El gobierno de Sánchez se alinea con el intervencionismo imperialista de la OTAN. Unidas Podemos acata y sigue apostando el desarrollo de una política exterior propia del imperialismo europeo separada de EEUU. Ni intervención imperialista ni injerencia militar rusa en Ucrania. Por una Ucrania independiente, obrera y socialista.
Jueves 24 de febrero de 2022
El presidente ruso, Vladímir Putin, anunciaba en la madrugada de este jueves una operación militar especial sobre Ucrania, empezando en la región prorrusa del Donbass. Lo hacía tras un discurso en el que declaró que Rusia no podía permitir la existencia de capacidades militares ucranianas en su frontera y que iba a realizar operaciones para "desmilitarizar" Ucrania. La operación ha incluido el ingreso de tropas rusas en la zona del Donbass, incluso más allá de los límites de las autoproclamadas Repúblicas Populares de Donetsk y Lugansk, que Putin reconoció días atrás, y el ataque a instalaciones militares ucranianas.
Esta decisión llega tras meses de advertencias cruzadas y de escalada en el discurso bélico, y décadas de avance de la OTAN sobre el este de Europa en las zonas de influencia de la ex URSS. Una escalada de la que el presidente del gobierno español, Pedro Sánchez, ha sido parte, destacándose como uno de los líderes europeos más firmemente alineados con la política de Biden.
Ucrania ha recibido en los dos últimos años una cuantiosa ayuda financiera y militar por parte de la UE y las administraciones estadounidenses, tanto de Trump como de Biden. En los últimos meses esto se ha visto reforzado con el envío directo de tropas al Mar Negro, y en los últimos días a los países de la OTAN en el Báltico. El llamado gobierno “progresista” ha sido parte entusiasta de este despliegue guerreristas, aportando 800 soldados desplegados en la región, carros de combate en Letonia, cazas en Bulgaria y tres buques de guerra en el Mediterráneo Oriental preparados para su ingreso en el Mar Negro.
La respuesta a los recientes acontecimientos ha seguido la misma tónica. El Rey ha convocado y presidido una reunión del Consejo de Seguridad Nacional. Más tarde Pedro Sánchez se ha dirigido a los medios en una comparecencia en la que se ha confirmado que el Estado español espera poder sumarse a la respuesta coordinada de la UE y la OTAN contra Rusia. El todavía presidente del PP, Pablo Casado, ha salido públicamente a ofrecer todo el apoyo al Ejecutivo en esta política.
Entre tanto su socio de gobierno de Unidas Podemos han optado por condenar exclusivamente el ataque ruso, sin hacer ninguna mención a la ofensiva imperialista de la UE, la OTAN y el gobierno Biden, que es el trasfondo de la actual crisis. El PCE ha emitido un comunicado público en el que se muestran partidarios de una Conferencia Internacional auspiciada por Naciones Unidas y la OSCE. Se alinean así con las tesis sostenidas por una buena parte del progresismo europeo de auspiciar una política propia del imperialismo europeo separada de EEUU.
A más de 30 años del fin de la guerra fría, Estados Unidos mantiene una política hostil hacia Rusia. Esta es, después de China, la segunda hipótesis de conflicto en la nueva estrategia de seguridad imperialista. Desde la caída de la URSS, Estados Unidos y la OTAN siguieron una estrategia de cercar y reducir la influencia rusa. El objetivo era limitar las aspiraciones de Putin de devolverle a Rusia el estatus de gran potencia y bloquear su eventual alianza con China.
La UE se ha sumado a esta estrategia con países y gobiernos totalmente comprometidos, como los españoles del PP y el PSOE y ahora también del de PSOE-UP, y otros que, sin salirse del guión, han intentado establecer sin lograrlo otras relaciones menos tensionadas con Rusia, como Alemania, en defensa de sus propios intereses imperialistas. Ni el atlantismo, ni el europeísmo imperialista son ninguna alternativa a las lógicas de competencia, choques y hasta guerras entre países y potencias, hacia la que nos están condiciendo.
Ucrania se encuentra en el centro de esa disputa de la OTAN con Rusia. Un enfrentamiento que está detrás de conflictos recientes como el de Georgia en 2008, el que partió Ucrania tras el movimiento reaccionario de la plaza Maidan en 2014 o de la actual agresión militar puede escalar y llevar a una guerra reaccionaria abierta.
La acción militar ordenada por el presidente ruso abre las puertas a un enfrentamiento mayor. Más allá de sus declaraciones de una "defensa nacional" ante el avance de Estados Unidos y las potencias imperialistas europeas el régimen de Putin es completamente reaccionario. No solo está al servicio de los intereses capitalistas de oligarcas afines sino también de objetivos contrarrevolucionarios en un sentido más amplio, como mostró la intervención militar ordenada por Putin para aplastar el levantamiento popular en Kazajstán, o la injerencia a favor de sostener el régimen de Assad en Siria.
Décadas de opresión nacional, primero bajo el zarismo y luego bajo el estalinismo, y ahora con la negación lisa y llana por parte de Putin del estatus de Ucrania como estado, alimentan en Ucrania un nacionalismo antirruso reaccionario, utilizado por el gobierno de Zelenski, por los oligarcas ligados a los negocios con Estados Unidos y la UE, y por las potencias imperialistas.
Con el pretexto de la “soberanía de Ucrania” o la defensa de la “democracia” contra la “autocracia”, Estados Unidos y la OTAN están empujando las tendencias a una guerra que será catastrófica para los trabajadores y los pueblos.
Por eso los socialistas revolucionarios llamamos a enfrentar con la movilización el inicio de esta guerra reaccionaria, contra la OTAN y las sanciones impuestas por las potencias imperialistas, así como rechazamos la intervención militar de Rusia en Ucrania. Ucrania es en este juego una moneda de cambio. La posibilidad de una Ucrania independiente está indisolublemente ligada a la lucha contra los oligarcas de ambos bandos y a una perspectiva socialista. La posibilidad de detener las guerras reaccionarias, está ligada en última instancia al desarrollo de la revolución socialista y a terminar con la dominación imperialista en todo el mundo. Llamamos a desarrollar una movilización independiente contra el inicio de esta guerra
reaccionaria.