La policía mata a un joven de origen argelino de 17 años en Francia, el malestar acumulado de las banlieue explota y la extrema derecha difunde sus discursos racistas. Desde las redes de la agrupación Contracorriente, Pablo Castilla desmonta el relato españolista e imperialista de Vox.
Miércoles 5 de julio de 2023
¿Qué está pasando en Francia? El asesinato de Nahel a manos de la policía ha hecho estallar la rabia de miles de jóvenes de las banlieue. Criado en un barrio de la periferia por su madre, el joven esperaba sacarse el título de electricista mientras trabajaba como repartidor. Desde aquí, la prensa reproduce de las imágenes de las protestas, criminalizan a la juventud y se preguntan cuáles son las causas.
Con el clima instalado por los medios de comunicación tarda poco en surgir el discurso racista, españolista e imperialista de Vox. Vídeos, tweets y declaraciones en redes sociales en los que reclaman la defensa de Europa, el cierre de fronteras, la expulsión de inmigrantes y culpan a la “progresía” de la situación. Por su parte, la agrupación juvenil Contracorriente responde desde sus redes sociales desmontando el relato reaccionario. Los vídeos se pueden encontrar en sus cuentas de Instagram y Tiktok después de que esta última red la bloqueara durante unas horas, en un acto clara censura.
Denuncian la brutal represión llevada a cabo por el gobierno por el gobierno de Macron. Las cifras superan los 3.000 detenidos y cientos de presos. En defensa de la República, el presidente ha desplegado a 40.000 gendarmes contra chavales que, en su mayoría, tienen entre 14 y 18 años. El portavoz de Contracorriente, Pablo Castilla, responde así a los discursos que culpan al multiculturalismo de los disturbios: “La culpa es del racismo institucional y del imperialismo del Estado francés sostenido durante décadas por todos sus gobiernos, incluidos los que se han reivindicado progresistas.”
El joven habla claramente de imperialismo para señalar la “precariedad, la persecución policial y los suburbios” como continuación de ese sistema de opresión y expolio que “no contento con saquear los recursos de sus países de origen, condena a ser ciudadanos y trabajadores de segunda a quienes huyen de la miseria”.
Pero no se trata de ver la paja en el ojo ajeno sin ver la viga en el nuestro. Castilla denuncia algunos de los casos más terribles de la violencia policial y el racismo institucional en el Estado Español. Entre ellos, se hace mención del asesinato de inmigrantes en la playa de Tarajal en 2014 por parte de la Guardia Civil bajo el mandato de Rajoy o los insultos de “negro de mierda” y “mono” proferidos por los Mossos d’Esquadra hacia el chico de 19 años que detenían entre gritos de dolor en 2019.
“Al final, Vox apunta y el gobierno del progresista dispara” – sentencia en el vídeo para apuntar cómo la colación PSOE-UP le ha tomado la agenda a Vox. La masacre de Melilla en colaboración con el régimen de Mohammed VI sería la máxima prueba.
No se muerde la lengua a la hora de señalar el carácter imperialista del Estado Español, así como el de toda fuerza política que se proponga gestionarlo – una clara referencia a Unidas Podemos y Sumar-. En este sentido, se habla de la complicidad con los CIEs, el expolio de las multinacionales españoles en todo el mundo o las muertes en el Mediterráneo.
Contrariamente, Pablo Castilla defiende la propuesta de Contracorriente y la CRT – organizaciones en las que milita – para luchar por la derogación de la Ley de Extranjería y el cierre de los Centros de Internamiento de Extranjeros. Mientras oímos a los rojipardos del Frente Obrero asumir – incluso sobrepasar – el discurso de Vox sobre la inmigración, Contracorriente plantea la apertura de las fronteras ligada a luchar contra el imperialismo que garantiza el saqueo de recursos por parte de las empresas españolas en América Latina y África.
Además, se propone la reducción de la jornada laboral sin rebajar el salario para terminar con la precariedad que sufren las y los trabajadores, especialmente las personas migrantes. Sin embargo, la agrupación anticapitalista defiende la medida vinculada al reparto de horas de trabajo y no a la productividad como propone Yolanda Díaz. En definitiva, se apuesta por atacar los beneficios de los capitalistas a través de la lucha de clases, no el entusiasmo por aumentar la productividad que sostienen los reformistas.
Con ese discurso, Pablo Castilla se planta y defiende el voto nulo ante las elecciones del 23J apostando por construir una izquierda anticapitalista y socialista con independencia de clase que luche por medidas como las anteriores a través de la autoorganización en los centros de estudio y de trabajo.