Después del empacho de banderas y españolismo del 12 de octubre, tomamos aire y discutimos contra el discurso “progresista” que trata de reapropiarse de los símbolos del régimen. Mientras la derecha avanza envuelta en la bandera, quienes nos reivindicamos de la izquierda anticapitalista y revolucionaria tenemos que enfrentarnos con claridad a su discurso y al régimen del que nacen, y oponer una alternativa de clase.
Lucía Nistal @Lucia_Nistal
Miércoles 19 de octubre de 2022
Los ministros Alberto Garzón e Irene Montero saludan al monarca Felipe VI en el desfile del 12 de Octubre en Madrid. RTVE
Ahora que ha pasado una semana de la “Fiesta Nacional” y podemos abrirnos paso entre banderas y exaltaciones patrias, vamos a hablar un poco de esta “batalla cultural”, como les gusta llamarla. Vaya por delante: 12 de octubre, nada que celebrar.
Como cada 12 de octubre, hemos tenido que soportar a la derecha y la extrema derecha con sus soflamas patriotas. Desde el “honor y gloria a los caídos por España” de VOX, al “gran país-una de las naciones más antiguas del mundo” del PP, que aprovecha para felicitar a la Guardia Civil por su patrona, la Virgen del Pilar. Horror.
Pero, sinceramente, esto no es lo peor, ya sabemos quiénes son: los orgullosos herederos del régimen franquista, los defensores de la patria del IBEX, del imperialismo de ayer y de hoy, al servicio de la corona, por la gracia de Dios. A mí lo que más me enerva de estos días es ver a la progresía tratando de reapropiarse de la bandera y del “viva España” (expresión con la que tanto unos como otros cerraban sus tuits el 12 de octubre). A veces me da la sensación de que tanto se empeñan en esta batalla cultural para esconder que no están dando batalla alguna en el plano más “material”, contra las bases de este sistema social.
Echenique nunca decepciona en un día como este, sacando la bandera de España a su balcón de Twitter, este año tocaba un “Viva España, di que sí”, o desde el sector errejonista algunos como Alan Barroso, que hasta ha titulado a su libro “Patria digna”, en su batalla por llenar un “significante vacío” que, la verdad, no está nada vacío. O bueno, si vamos tanto a la derecha que nos caemos del tablero encontramos a rojipardos varios, como al líder del Frente Obrero dedicando su vídeo de turno a defender la hispanidad, o Víctor Lenore, al que le molesta mucho que nuestros compañeros de Contracorriente hagan charlas de marxismo, sacando un artículo titulado nada menos que “España tiene una bandera, hecha de sangre y de sol”, ojo, en el que nos cuenta, a base de corta y pega de distintos señores, lo enfadado que está con las que decimos que la rojigualda “nunca será la bandera de todos porque se la ha apropiado la derecha”.
En definitiva y salvando las distancias, la imagen se parece un poco a la del juego infantil de capturar la bandera, como me comentaban hoy, en el que “dos equipos intentan atrapar una bandera y llevarla a un sitio determinado para ganar”, pero, en definitiva, jugando al mismo juego.
Y es que dar esa “pelea” cultural por los símbolos patrios es en realidad aceptar, tácita o explícitamente, las reglas del juego, reglas impuestas en una transición que deja elementos esenciales del franquismo sin tocar, para desembocar en una democracia para ricos. Reglas, por tanto, que más nos valdría impugnar y romper si queremos cambiar las cosas.
Empecemos por lo concreto. ¿De dónde viene esa bandera? Pues, frente a aquellos que pretenden desligar la bandera de la monarquía, les recordaremos que, en primer lugar, viene del reinado de Carlos III, aquel monarca que mientras instauraba un himno y una bandera con una mano, perseguía con la otra a catalanes y a etnias que permanecían desde hacía siglos en España -también conocido por frecuentar los "mejores" prostíbulos y fiestas de la nobleza, como viene siendo tradición borbónica-.
Pero la bandera actual -y el himno- está también manchada de franquismo. Es el presidente de la Junta de Defensa Nacional franquista, el general Cabanellas, el que firma un Decreto el 29 de agosto de 1936 (les faltó tiempo…) para “recuperar” la bandera tradicional. Esto hace aún más increíble la traición del PCE que, bajo el lema de la “nueva normalidad”, firmó en los Pactos de la Moncloa aceptar la bandera, esa bandera manchada de sangre obrera, esa bandera que traía consigo a la monarquía y el legado del colonialismo y el imperialismo español.
Porque sí, la bandera y el himno, batallas culturales aparte, trae en el pack a la monarquía, aceptada también por todos los partidos en el pacto de la transición e impuesta a la población que ni si quiera pudo votar (porque, como dijo Suárez, si nos dejaban votar a la monarquía fuera del pack de la Constitución, sabían que perdían. Pero viva la democracia). De hecho, también hemos visto en algunos momentos a Podemos tontear con el respeto a la monarquía de manera explícita en sus discursos, como cuando Pablo Iglesias le decía a Casado que no asumiera "que la monarquía en España solo es un referente ideológico del campo de la derecha”, y añadía “Como republicano no debería, pero como vicepresidente se lo tengo que decir: respete usted la monarquía, señor Casado". Más vicepresidente que republicano, claro.
Iglesias: "Cada vez que asume que la monarquía en España solo es un referente ideológico del campo de la derecha, construye un bloque monárquico minoritario. Como republicano no debería, pero como vicepresidente se lo tengo que decir: respete usted la monarquía, señor Casado" pic.twitter.com/99BOawsRHn
— Público (@publico_es) October 22, 2020
Y aunque hoy hayan cambiado un poco su discurso sobre la monarquía, sobre todo el propio Pablo Iglesias que se permite dar una pátina de republicanismo a la organización ahora que habla desde fuera del gobierno, la verdad es que siguen respetando a esta institución rancia, corrupta y heredera del franquismo. Y para muestra, las imágenes del desfile de este año del 12 de Octubre, al que no faltaron los Ministros de Unidas Podemos, aka Ministros de su majestad. Bien rodeados de banderas y saludando al rey. Aún más grave en medio de la subida de un 26% del presupuesto militar, para seguir expoliando, militarizando fronteras, sumando a la escalada belicista… poco resignificable es esto.
Poco resignificable es una fiesta que conmemora la invasión, genocidio y expolio de América por parte del Imperio español. Un expolio que, ojo, hoy continúa a través de las multinacionales españolas que hacen negocio con sus tierras, con la inestimable ayuda de la monarquía; un imperialismo que continúa hoy con la OTAN y la Europa fortaleza. Por eso el 12 de octubre no tenemos nada que celebrar, es un día más bien para recordar un episodio oscuro de la historia y del presente, un día para luchar contra el Imperialismo, el expolio y el racismo con fuerzas redobladas.
Así que sí, reivindicar a “conquistadores” como Colón, o en palabras de aquel vídeo terrible “a aquellos que se lanzaban al mar si saber si tocarían tierra”, es bastante “facha”. Un vídeo, por cierto, que tal vez debería darnos la señal de alarma. La derecha y la extrema derecha (porque la fundación NEOS que está detrás del vídeo no se puede calificar de otra forma) intentan aparecer como rebeldes, aquellos que se salen del camino, incluso “antisistema”, aunque sean el centro del mismo. Algo que empieza a calar en sectores de la juventud que pretenden expresar por ahí su rebeldía (¡Ay! Que menos rebelde que tragarse estos discursos, no se puede). ¿Y mientras la izquierda institucional y los sectores progresistas, qué? Pues yendo al desfile militar, desde una resignación y una adaptación a este régimen sin retorno, redactando puntualmente sus tuits reivindicando la fiesta nacional y disputando la hegemonía de unos símbolos que, reconozcámoslo de una vez, ¡son de la derecha! Y que se los queden, que se queden el himno, la bandera, la monarquía y el 12 de octubre.
Nosotras las socialistas revolucionarias no reivindicamos ni por descuido la bandera del imperialismo español que expolia a los pueblos de América y África, de sus fuerzas armadas que son parte de la OTAN, de los palos contra el pueblo catalán que hizo su referéndum de independencia, con la que se prohíbe el derecho a decidir, la bandera con la que pretenden taparnos la boca a las que luchamos contra la institución retrógrada que es la monarquía, la bandera que llevan la policía cuando nos da porrazos por protestar, la que llevan los grandes empresarios en la muñeca y hasta en el collar de sus pobres perros que qué culpa tendrán, la bandera que está pintada en los furgones policiales que aparecen frente a nuestras casas antes de los desahucios.
Las y los socialistas revolucionarios que nos proponemos transformar de verdad esta sociedad injusta, de opresión y explotación, tenemos nuestra propia historia que reivindicar y nuestra bandera, la de la lucha de clases internacional. El 12 de octubre y cada día, retomemos el hilo rojo de la historia, de todas y todos aquellos que han luchado y luchan por acabar con este sistema capitalista criminal. Retomemos las lecciones de las luchas que ha dado nuestra clase y, desde ahí, en vez de pelearnos por un trapo manchado de nuestra sangre dentro de los marcos de lo establecido, rompamos el tablero y peleemos por nuestro futuro, por acabar con este sistema de mierda.
Seamos valientes, denunciemos, con el mismo descaro que estos falsos antisistema, quiénes son los grandes beneficiados de este reparto de la tarta y quiénes gobiernan para ellos; enfrentemos a la derecha y su discurso españolista, homófobo, machista, racista y clasista con energía; exijamos hoy medidas urgentes y de fondo a esta crisis de inflación, denunciemos con todas nuestras fuerzas la escalada militarista e imperialista. Y, sobre todo, recuperemos la confianza en nuestras fuerzas para pelear por otro presente y también por otro futuro donde no paguemos las crisis los de siempre. Si queréis pelear por una bandera, que sea la bandera roja, la del socialismo construido desde abajo.
Lucía Nistal
Madrileña, nacida en 1989. Teórica literaria y comparatista, profesora en la Universidad Autónoma de Madrid. Milita en Pan y Rosas y en la Corriente Revolucionaria de Trabajadores y Trabajadoras (CRT).