El precoz futbolista argentino que debutó en la Liga Española con apenas quince años quiere vivir su sueño sin comparaciones asfixiantes.
Juan Ignacio Provéndola @juaniprovendola
Lunes 27 de julio de 2020 20:03
La postal que ofrecía el estadio Alfredo di Stéfano en las afueras de Madrid aquella noche parecía sacada de un cuento distópico: mientras el inminente campeón se floreaba en una cancha alternativa con tribunas vacías y un suelo futurista —mezcla de pasto natural y sintético, único en su país—, un pibito de quince años de edad asaltaba el partido para romper un viejo récord de más de ocho décadas. Ese 24 de junio de 2020, en plena pandemia mundial, Luka Romero Bezzana sacó, aunque sea por un ratito, al fútbol de su incertidumbre y extrañeza para aportarle una novedad: el mexicano-argentino se convirtió en el futbolista más precoz de la historia de la Liga Española. La marca anterior databa del 31 de diciembre de 1939, cuando Francisco Bao Rodríguez debutó en el Celta de Vigo. El muchachín apodado Sansón tenía entonces apenas un mes más de edad que el que acreditó Romero frente al Real Madrid.
En los segundos previos a ingresar a la cancha, la transmisión televisiva tomó un plano corto de Luka Romero junto a Vicente Moreno, el entrenador del Mallorca. “Le puse la mano en el corazón y le iba a dos mil revoluciones”, dijo después el director técnico. Para ese entonces el Real Madrid estaba 2-0 en el marcador y el partido parecía resuelto, por lo que Luka podía darse el gusto de entrar sin grandes responsabilidades ni presiones desmedidas. De todos modos, el pibe estaba ansioso y nervioso: a un paso de la línea de cal y mientras el cuarto árbitro levantaba el cartel indicando el cambio, dos ayudantes de campo debieron detenerlo para que no ingresara antes de que saliera el ghanés Iddrisu Baba, a quien Romero iba a reemplazar. De reojo, Zinedine Zidane miraba como sorprendido.
En esos minutos Luka corrió mucho, tocó alguna pelota y hasta se vengó de la falta que a los pocos segundos le había hecho Mariano Díaz Mejía, otro joven de doble bandera (nació en Barcelona pero también tiene nacionalidad dominicana gracias que su mamá es de ese país centroamericano). “Era cuestión de buscar un momento de estrenarse”, justificó el entrenador Vicente Moreno, quien ya lo había convocado en los dos partidos anteriores y también lo hizo en los siete restantes, aunque solo lo puso en campo esos diez minutos en cuestión. Es que el Mallorca fondeaba la tabla y jugó todo ese tramo con el agua al cogote para evitar un descenso que igualmente se consumó. En ese contexto de imperativos deportivos, es entendible y hasta valorable que el club haya prescindido de más minutos de Romero. Sus números en la cantera mallorquina previos a estas convocatorias eran abrumadores: 230 goles en 108 partidos, superando el promedio de dos anotaciones por encuentro. Tremendo.
Pasaporte lleno, corazón argento
Luka nació el 18 de noviembre de 2004 en Victoria de Durango, una ciudad de medio millón de habitantes al noroeste de México, aunque podría haber llegado al mundo en Quilmes, Rafaela, el pueblito esloveno de Murska Sobota o Riobamba y Ambato, ambas localidades de Ecuador. Por todos esos lugares pasó Diego Romero, su papá, un trotamundos del fútbol que finalmente desembarcó en España, donde hizo su carrera en distintos clubes del ascenso hasta su retiro formal, en 2019, a los 45 años de edad.
Después de un recorrido por varios equipos de la región de Andalucía, Diego cruzó el mar para vincularse con el pequeño club de Formentera que —sin imaginarlo— sería clave para el destino de su hijo: la mudanza de la familia Romero a las Islas Baleares le permitiría a Luka comenzar y desarrollar su carrera en distintos equipos insulares. Primero fue el propio Formentera, luego el Sant Jordi de Ibiza y, finalmente, el Mallorca, club por el que pasaron tantísimos argentinos (desde el actual DT Lionel Scaloni hasta arqueros mundialistas como el Mono Burgos, Carlos Roa o Leo Franco, pasando por Caño Ariel Ibagaza, uno de los goleadores históricos del Bermellón y campeón de la Copa del Rey y la Supercopa de España). Como se dijo, el bermellón acaba de descender a la Segunda División tras su primera temporada de regreso a la Primera. Sin embargo, el equipo balear goza con el consuelo de tener entre sus filas a la más rutilante de las novedades que el gélido fútbol de tribunas vacías y dilataciones pandémicas ha ofrecido hasta el momento.
“Consiguió algo muy difícil, pero lo complicado es mantenerse a este nivel. Tiene 15 años y creemos que tiene los pies en la tierra, tanto en el club como en la familia estamos trabajando para que no se desvíe”, opinó Diego, su papá, un día después de aquel debut que fue noticia.
Ya en 2018 los comentarios sobre el talento de Romero habían trascendido no solo a la isla, sino a la mismísima España, y fue una rápida gestión de la AFA la que logró que Luka se calzara la celeste y blanca. Unos entrenamientos informales sirvieron como excusa para el primer acercamiento de cara al Sudamericano Sub-15 jugado a fines del 2019 en Paraguay, primer torneo en el que el nacido mexicano y nacionalizado español pudo firmar los papeles como argentino.
Argentina terminó subcampeona después de empatar la final con Brasil y perder en la definición por penales, pero el dato sobresaliente fue que Lukita (como ya lo llamaban todos) jugó los seis partidos del certamen y marcó dos goles en su aventura iniciática con una selección. “Mi sueño es jugar con la selección argentina porque es la que más me gusta, además toda mi familia es de allá y voy todos los años”, confirmó Luka meses después, zanjando todo rumor acerca de ofrecimientos tanto de España como de México.
El Barcelona en la Mira y Messi en el espejo
Mientras el Mallorca trata de llevar a su joven promesa a paso lento sin enloquecerlo ni enloquecerse, por fuera las grandes bestias del fútbol español olfatean fútbol y negocio siempre ávidas de jóvenes promesas.
Hace casi diez años, precisamente en 2011, un agente lo acercó al Barcelona. Algunos señalan que se trata del mismo que había llevado a Messi a La Masía. Como sea, Romero se probó y gustó, pero no pudo quedar debido a una normativa de la FIFA que indica que los menores pueden ser incorporados a un equipo únicamente si residen en la misma ciudad del club. Y ahora, que su nombre volvió a resonar, también resuena el interés del equipo culé. De momento Luka puede jugar en la Primera del Mallorca solo gracias a una autorización firmada por sus padres.
Las comparaciones son odiosas y, en estos casos, precipitan expectativas ajenas. Su baja altura, su velocidad trepidante, la persistencia en la gambeta y su habilidad con la pierna zurda hicieron del espejo una tentación difícil de evitar: hay por lo menos cien publicaciones -entre artículos y videos- que hablan de Luka Romero como “el nuevo Messi”.
El primero que lo comparó públicamente, sin embargo, fue… Dani Alves. Así se puede verificar en un video del mismo año en el que el pibito se había probado en el Barça, donde ambos se encuentran por casualidad en una playa de Formentera y comparten unos jueguitos. El brasileño celebra cada intervención de Luka, quien entonces tenía apenas siete años y una calidad notable, y el lateral le dice a los paparazzis que lo habían descubierto en la isla balear: “No me fotografíen a mí, sino a él, que es como Leo Messi”.
Casi una década más tarde, y en un contexto donde el fútbol no ofrece más que partidos anodinos y resultados predecibles con cánticos de cancha amplificados por parlantes y siluetas de cartón en las tribunas, la idea de un nuevo Messi en camino parece una redención bíblica para un deporte, un negocio y un espectáculo que demandan a gritos titulares como ese.
En la única entrevista que concedió este año (a un portal que… ¿adivinen cómo título la nota? Sí, acertaron: “El nuevo…”), Luka habla con un acento mestizo, mezcla de seseo español con palabras argentas. Reveló que su comida favorita son las empanadas, que prefiere a Boca que a River (aunque, en Argentina, solo jugaría para Quilmes, el club del que es hincha toda su familia), que le gusta mirar la Liga Inglesa “porque juegan muy rápido”, que juega de volante por derecha aunque él se siente “enganche” (¿una especie en extinción?) y que cuando no entrena ni cursa las clases del colegio por Zoom, juega al Fortnite para distraerse o escucha trap.
Consultado por aquella prueba en el Barcelona, Romero dijo que no recuerda mucho (“¡tenía siete años!”). Y, claro, a la hora de hablar de Messi, tiró la justa: “Me gusta como juega. Lo que no me gusta es que me comparen. Yo soy Luka”.