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Red Internacional
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Universidad Nacional de Rosario. No nos representa

Viernes 5 de septiembre de 2014

La Asamblea Universitaria, compuesta por los consejos directivos de todas las facultades, el consejo superior junto a los decanos y el rector, es el órgano máximo de decisión de las universidades. Éste se reúne cada cuatro años para elegir las autoridades de la universidad mediante la propuesta y votación de sus propios miembros. En el caso de la Universidad Nacional de Rosario, los docentes, no docentes, graduados y estudiantes tienen sus representantes. Hasta acá, nada “raro”. Ahora bien, analizando más de cerca su composición, podemos distinguir quiénes son los que verdaderamente gobiernan la universidad.

Los números hablan por sí solos: hay 130 representantes docentes junto a 12 decanos que representan 6.000 profesores. Para los 75.000 estudiantes sólo 104 representantes en la Asamblea. Eso significa que los docentes, que son minoría, tienen 17 veces mayor representación que los estudiantes: cada miembro docente representa a 42 personas de su claustro, mientras que cada miembro estudiantil es representante de 721 estudiantes.

Con estos números, no es muy difícil concluir que los docentes tienen una amplia mayoría en los órganos de decisión, tanto en términos relativos, es decir, la proporción asignada en función del universo de sus “representados”, como en términos absolutos, ya que se constituyen como el claustro mayoritario de las Asambleas.

Somos mayoría, queremos mayoría

Hace décadas que muchas organizaciones estudiantiles reclamamos por la democratización del gobierno de la universidad, como las luchas del 2007 en Rosario cuando se eligieron autoridades y se reformó el Estatuto o en La Rioja, hace no más de un año.

Algunas organizaciones, entre ellas la Juventud del PTS, consideramos que para que haya una verdadera democratización tiene que haber mayoría estudiantil: como claustro es una amplia mayoría que tiene representación minoritaria. En nuestra universidad, por ejemplo, los estudiantes son 12 veces más que los docentes. Partiendo de criterios cuantitativos, su participación está claramente cercenada. El estatuto en la de Rosario y en el conjunto de las universidades argentinas, desechan este elemento en función de priorizar criterios “meritocráticos” que consideran a los profesores el cuerpo “capacitado” para dirigir el destino de la universidad. Estos fundamentos arcaicos, basados en la relación económica y de prestigio que tiene este claustro con las instituciones universitarias, entra en profunda contradicción si se considera que todo joven de 16 años está legalmente habilitado para elegir la máxima autoridad del régimen político: al Presidente de la Nación.

Por otro lado, hay otra razón que refuerza la pelea en la que insistimos por mayoría estudiantil: los estudiantes fueron el motor de las principales peleas por cambiar la universidad, hacerla más democrática, participativa y que sea parte activa de las luchas populares. Partiendo de la Reforma de 1918, siendo un faro para todas las universidades latinoamericanas, los procesos de unión obrero-estudiantil de las décadas del ´60 y´70 como el Rosariazo y el Cordobazo, la democratización luego del ´83, contra el neoliberalismo y la Ley de Educación Superior de los ´90. La universidad actual, dependiente del estado capitalista y con uno y mil lazos con los empresarios, mantiene sus estructuras incólumes para silenciar a los estudiantes, los que históricamente se han mostrado como sujeto transformador cuando se unieron a los trabajadores y las demandas populares.