La crisis del Hospital Clínico de la Universidad de Chile crece con el paso de los meses. Este medio tomó contacto con un trabajador TENS, que por motivos obvios mantuvo su identidad en reserva. A continuación, su relato de la situación en que se encuentran dentro del hospital.
Sábado 1ro de mayo de 2021
Todos los días, cuando llegamos en la mañana al turno, luego de contar todo el material, tenemos que recibir el turno. Más tarde, los técnicos nos dividimos entre los que damos tratamiento y los que controlamos los signos vitales de los pacientes. A las cansadoras jornadas a las que estamos acostumbrados, ahora en tiempos de pandemia se sumó la gran cantidad de elementos de protección personal que tenemos que utilizar. Uno termina mucho más agotado. Compañeros míos salen casi deshidratados de la sala. Además, con miedo a que les digan que pueden estar contagiados. Yo creo que eso es lo que más les preocupa.
En adición a la realidad que vivimos día a día como trabajadores, tenemos que considerar la crisis financiera que vive nuestro hospital. Yo creo que la mayoría del hospital no sabe por qué existe esta crisis que surgió en 1980, cuando bajo la reforma del servicio nacional de salud, el Hospital J.J. Aguirre dejó de ser público. Más tarde, en 1994, dejó de recibir fondos del estado, operando en la lógica que todos conocemos hoy: no contando con el financiamiento de la red pública y teniendo que competir con los privados. Esta crisis hoy en día significa un déficit de más de 30 mil millones de pesos y se puede apreciar en aspectos cotidianos. A veces no contamos con bolsas de basura, en un momento durante el año pasado no había mascarillas. Carencias tan básicas que no permiten realizar un trabajo adecuado e incluso nos puede exponer a un contagio. El Hospital ha tenido que hacer malabares para poder resolver estos problemas. Como trabajadores estamos en el aire. Con miedo a que en algún momento nos digan “¿Saben qué? No vamos a poder pagarles”. Esa incertidumbre te puede llevar derecho a un cuadro de angustia, además de las condiciones que significan trabajar en pandemia.
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Encima de todo, los dirigentes de las asociaciones no informan nada ni se la juegan por protegernos. Hay tres asociaciones diferentes aquí en el hospital. Redafuch, Afuch Central, y Afuch. La mayoría pertenece a esta última. Ningún dirigente se la ha jugado por nosotros. No nos han dado ni una charla. Durante la primera crisis que hubo, el Estallido Social, tampoco hicieron nada, ni un acto, ni una asamblea. Hasta el día de hoy se mantienen así. Uno tiene que andar preguntando qué es lo que sucede constantemente. Por ejemplo, con lo de bono covid de 200 mil: a nosotros como trabajadores del hospital aún no nos pagan este bono que se empezó a pagar en el verano, y uno tiene que andar detrás de su dirigente consultando y preguntando, sin respuestas claras. Aún no se fija ninguna asamblea, aunque sea virtual, ni por la parte financiera ni por generar algún tipo de unidad o resguardo de los trabajadores.
Yo creo que, como trabajadores de la salud, tenemos que organizarnos en serio. Desde el estallido hemos estado cumpliendo un rol protagónico, con las brigadas de salud en las calles. Durante la pandemia hemos estado en la primera línea haciendo frente a la crisis. En particular, los trabajadores del jota, tenemos que organizarnos y exigir que el hospital vuelva a la red pública. Podemos seguir el ejemplo de los portuarios que, gracias a su organización y fuerte presencia en las calles, fueron un factor fundamental para doblarle la mano a Piñera.