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Red Internacional
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PREMIO NOBEL. Nobel de Medicina: de las novedades de las neurociencias a los conocidos parásitos

El Nobel de Medicina premio nuevos tratamientos contra infecciones de parásitos y malaria.

Sábado 10 de octubre de 2015

El Premio Nobel de Fisiología - Medicina fue otorgado esta semana al microbiólogo irlandés William Campbell, el japonés Satoshi Omura y la farmacóloga china Youyou por sus trabajos en el descubrimiento de antiparasitarios, enfermedades que sobre todo sufre el pueblo trabajador y más pobre. Enfermedades discapacitantes como la elefantiasis y malaria son endémicas en zonas de América Latina, y cada año afectan a cientos de millones de personas en el mundo.

La noticia recorrió los diarios y televisión, justamente por la “novedad” o el carácter “poco usual” por tratarse de una contribución científica que no tiende a abultar el negocio de las farmacéuticas y diseñada para sectores con mayor capacidad de consumo, sino todo lo contrario. Es decir, medicamentos para enfermedades que tienen los pobres de países pobres.

Respecto a los aportes premiados, corresponden a la artisemina y sus derivados y las avermectinas. El primero, hoy en día, es uno de los fármacos principales en las terapias combinadas (ACT) del tratamiento de la malaria. Actúa sobre el parasito en su fase eritrocitaria, es decir cuando el parasito se ubica en el glóbulo rojo, generando radicales libres que dañan proteínas esenciales y no haciendo viable la supervivencia del parasito. Se combina con otras drogas que serán elegidas según la sensibilidad que posea el parasito regionalmente, que pueden ser Amodiaquina, Mefloquina, Pirimetamina, evitando así la resistencia que se podría generar a la artemisina si se administra como monoterapia. En cuanto a las avermectinas, constituyen un grupo de fármacos utilizados también en la parasitología por sus propiedades antihelmínticas, acaricidas. Producen parálisis al actuar sobre corrientes de cloro, comprometiendo el desarrollo y la cinética del parasito. En la actualidad se usan para distintos tipos de parasitosis como la oncocercosis, estrongiloidosis, escabiosis.

El premio que en el 2014 se otorgara para el “GPS humano” del campo de las afamadas y redituables neurociencias, hoy alienta los aportes en padecimientos que tienen más de 50 años de existencia en el contexto de una escala creciente y cada vez más acelerada de la privatización y mercantilización de la salud; siendo el complejo médico-industrial uno de los que más genera ganancias en el mundo junto a la venta de armas, narcotráfico y redes de trata.

Se lee lo que pasó como la posibilidad, ahora sí, de salvar millones de vidas.
Los parásitos o enfermedades como la tuberculosis, afectan a los pobres por la precariedad en sus condiciones de trabajo, vivienda y vida, cuestiones que crean las condiciones para que esas enfermedades se contraigan fácil y recurrentemente, y por otra parte, el tratamiento va desde muy rudimentario hasta muy prolongado en su duración. En ese campo no se investiga porque no genera ganancia y no importa el bienestar de los pacientes, de modo que se los llama “medicamentos huérfanos” o “patologías desatendidas”.

Es cierto también que estas enfermedades relacionadas con la pobreza y falta de acceso a la salud saltan a la visibilidad cuando son noticia por un premio internacional como este caso, o afecta a los "visibles" como sucedió con el virus Ébola el año pasado, virus conocido y padecido desde hace ya varias décadas. Irrumpen en la cotidianeidad fugazmente para ser olvidadas rápidamente. Olvidar como forma de adoctrinamiento para no ver el contexto político-social-cultural que muchas de estas enfermedades presentan.