Para nosotros, la liberación de las cadenas de la opresión a la diversidad sexual sólo puede conquistarse con la unidad entre los trabajadores, las mujeres, la juventud y la diversidad sexual. Una alianza de clase entre oprimidos y explotados, organizada en todo el mundo para enfrentar a quienes nos mantienen divididos para conservarse en el poder.
Viernes 18 de agosto de 2017
Son tiempos convulsionados en el mundo. Nuevas formas de pensar se abren camino en las grietas de un modelo económico que cada año acentúa su agotamiento. El auge de la ultra-derecha en el mundo, el surgimiento del neorreformismo, y así un sin número de nuevos fenómenos políticos emergen de las contradicciones de un sistema basado en la injusticia, en la explotación de miles de seres humanos cuyas vidas son monedas de cambio con que se intercambian para satisfacer la codicia de los grandes capitalistas.
Estas contradicciones han colocado problemas nuevos para la sociedad humana o nos han hecho ver con nuevos ojos problemas ya existentes. La tarea de los revolucionarios consiste examinarlos exhaustivamente con el propósito de extraer de ellos los elementos necesarios para construir un proyecto de emancipación social.
Entre esas problemáticas que vuelven a emerger, surge el que buscamos reflexionar en este artículo respecto a la diversidad sexual, grupo humano por tantos años oprimido por la sociedad, excluido y marginado de todos sus espacios, condenados a una vida de miserias que son propias de una sociedad basada en la injusticia.
Años de silencio hoy vuelven a emerger como organización activa para romper las cadenas de la opresión, buscando conquistar un mundo donde seamos socialmente iguales y humanamente diferentes, en el camino entre lo que anhelamos y lo que existe, se abre un abismo enorme que debemos sortear con determinación para conquistar este futuro de emancipación.
Las cadenas de la opresión a la diversidad sexual son diversas según los contextos del capitalismo en cada lugar del mundo, pero su fundamento es el mismo: la existencia de un sistema dividido entre quienes poseen la riqueza y la capacidad de decidir sobre el resto de la humanidad, y quienes deben vivir al servicio de los caprichos de esas minorías privilegiadas.
En algunos lugares las clases dominantes se ven empujadas a la necesidad de cohesionar a los explotados para convencerlos de su sumisión requiere un odio activo hacia los grupos minoritarios fundamentado en variables étnicas, sexuales, religiosas y demases. En otros la clase dominante parecieran entregar más libertades democráticas para que la diversidad sexual se desarrolle plenamente, cuando lo que realmente hay en estas es una cooptación de sus demandas por la sociedad de consumo, fomentando los valores de individualismo y exacerbando el deseo sexual bajo los cánones prototípicos disponibles en el catálogo de mercado. En definitiva, se posicionan los valores burgueses para mantener divididos a los oprimidos y evitar que se piensen colectivamente como sujetos de emancipación, manteniéndolos en su silencio histórico para usarlos de chivo expiatorio para encubrir las medidas represivas que también se utilizan contra los trabajadores, con el fin de mantenerlos alineados con el proyecto de su clase dominante.
Cuando la crisis capitalista se avizora en el horizonte la burguesía necesita impulsar medidas represivas para descargar los costos de la crisis sobre la espalda de miles de trabajadores. Para lo mismo necesita nuevamente cohesionar sus filas y arremeter primero contra la diversidad, los migrantes, los marginales: en definitiva, arremeter contra los grupos más débiles que poseen menos lazos entre los miembros de su comunidad, como ejemplo aleccionador sobre toda la sociedad.
El capitalismo no ha sido capaz de resolver los problemas de la diversidad. Nos enfrenta sin embargo desarmados, con una tradición de lucha diluida entre una izquierda derrotada con la caída del muro de Berlín y otra que se adecua al régimen burgués sin proponer un plan de acción capaz de frenar a los capitalistas en sus planes reaccionarios. Miles de jóvenes, mujeres y trabajadores que hoy son parte de la comunidad LGBTI no encuentran referentes transformadores capaces de luchar por nuestras demandas y ofrecer una estrategia capaz de conquistar nuestra más plena liberación.
Ante la incapacidad del capitalismo de ofrecer nuestra liberación, es necesario desnudar que este sistema es precisamente responsable de la misma. La tarea de construir una alternativa de la diversidad sexual pasa por recomponer ese hilo de continuidad entre las diferentes experiencias que se propusieron desde el campo de la opresión sexual combatir al sistema de conjunto, a la luz de una teoría socialista capaz de proponer como horizonte que el capitalismo solo puede ser derrotado con una alianza entre los trabajadores y los grupos oprimidos.
El levantamiento a nivel internacional de un fenómeno político como es el movimiento de mujeres y la emergencia del feminismo en la palestra política, ha levantado también a la diversidad sexual como problemática, en la medida que ambos sectores oprimidos se conectan con el común enemigo que es el patriarcado, sustentado en el capitalismo.
Sin embargo hay quienes tomando los ropajes de la lucha progresiva de las mujeres por su emancipación difunden propaganda reaccionaria con miras a sostener que entre la diversidad sexual y las mujeres existe un abismo debido a su diferencia biológica, la cual los separa de la lucha y proponiendo en último término que deben ser excluidos de todo espacio de organización común. El feminismo radical se alza para señalar lo que es correcto y lo que no dentro del feminismo: esta posición las consagra como las carceleras morales de la reacción, pues son serviles en el intento de la burguesía por mantener acallado y apartado a la diversidad sexual de los distintos espacios de los que se hacen parte.
Sí creemos que las miserias de esta sociedad, como el individualismo, la violencia, el desafecto y la utilidad de las relaciones humanas, son culpa de los individuos que las encarnan concretamente y no producto de un sistema capitalista que se basa en esos valores, entonces un horizonte de emancipación social no es siquiera imaginable, lo que nos conduce a adaptarnos a lo que existe y no dar un combate por transformarlo.
Para nosotros, la liberación de las cadenas de la opresión a la diversidad sexual sólo puede conquistarse con la unidad entre los trabajadores, las mujeres, la juventud y la diversidad sexual. Una alianza de clase entre oprimidos y explotados, organizada en todo el mundo para enfrentar a quienes nos mantienen divididos para conservarse en el poder.
Los militantes revolucionarios de la diversidad sexual nos hemos conquistado a nosotros mismos en un combate a contracorriente, que nos ha forjado para conquistar la consciencia de miles. Los años de silencio han terminado, ha llegado el momento de levantarnos. Solo un movimiento político de la diversidad que se proponga conquistar la conciencia de miles y guiarlos en el camino revolucionario para terminar con el sistema capitalista puede ser la alternativa que se proponga conquistar nuestra más plena libertad; solo una diversidad sexual combativa que luche por conquistar un partido de los trabajadores y trabajadoras revolucionarios basado en esa alianza puede garantizar transformar esta sociedad y transitar hacia un nuevo porvenir.
Ignacio Ocampo
Militante de la agrupación "Pan Y Rosas"