El 20 de noviembre pasado se conmemoró en Brasil el día de la conciencia negra en conmemoración al asesinato de Zumbi dos Palmares, líder de la resistencia de los esclavos afrobrasileros.
Sábado 26 de noviembre de 2016
Quilombo dos Palmares fue una república de esclavos, en el siglo XVI ubicada en la entonces capitanía de Pernambuco, una zona inhóspita de selva virgen. En ésta época ingresaron más de nueve millones de esclavizados. Sus integrantes eran todos esclavos que huyeron de sus raptores portugueses. De ahí proviene la palabra “quilombo”, como referencia a éstas poblaciones donde vivían fugitivos, luego de escapar de las minas y plantaciones portuguesas. Las autoridades coloniales debieron enfrentarse a las más variadas formas de lucha. Lucha que no sólo era para terminar con la relación amo-esclavo sino también ideológica, política y cultural.
Zumbi fue uno de los principales referentes esclavos, jamás aceptó ninguna negociación de paz propuesta por los portugueses entendiendo que de cualquier forma siempre deberían renunciar a sus derechos y costumbres. Fue asesinado por terratenientes en 1695. Su cabeza fue expuesta como escarmiento para los que buscaban la libertad. A partir de entonces, Zumbi se transformó en un símbolo.
En un mundo dónde ser negro sigue siendo fundamento para políticas racistas pregonadas desde los mismos Estados, es necesario recordar ésta tradición de combate contra el régimen capitalista para continuar la pelea.
Como explica el historiador africanista Omar Freixa, “el mito de armonía colonial, pregonado por el luso-tropicalismo, de los portugueses como artífices de una sociedad sin tensiones (heredada luego de 1822, año de la independencia), ha generado que las revueltas de esclavos no hayan merecido la consideración de los estudiosos por mucho tiempo. En Brasil se explicó que, a diferencia del díscolo indígena, el africano esclavizado no resistió su condición y por tal motivo fue idóneo para las tareas más duras. Sin embargo, quienes apelan a esas explicaciones pierden de vista que los indígenas fueron diezmados por la Conquista y que el africano prontamente reemplazó esa mano de obra”.
Esta no es una fecha de conmemoración, sino de lucha y resistencia. Bajo el siglo XXI la policía mata por llevar en la piel el color negro. Brasil es después de Nigeria el país con más habitantes de piel negra, sin embargo, casi no aparecen en televisión salvo que se trate de la sección policial de los noticieros. “En la principal feria literaria de Brasil, en el estado de Rio de Janeiro, no se vieron escritores negros entre los invitados al evento de éste año” cuenta Mariana Pitasse para el sitio Resumen Latinoamericano. Las personas que más colman las cárceles son negras. La mayor cantidad de pobres son negros.
Esto sucede en todos los rincones del mundo. Pero también se organiza la resistencia. Una de las expresiones más avanzadas de los agrupamientos contra el racismo, es el movimiento BlackLivesMatter en Estados Unidos, que pelea contra la brutalidad policial que se cobró en éste año más de 170 vidas, aún bajo la presidencia de un afroamericano. En las últimas semanas estuvieron a la cabeza de las movilizaciones contra el magnate Trump, con barricadas en frente de las grandes torres de lujo que llevan su apellido. Lo mismo en Brasil. Los descendientes afroamericanos comienzan a ponerse al frente de la resistencia contra las políticas de ajuste de gobiernos que hablan abiertamente a favor del racismo.
Por eso ser negro no es una moda. Ser descendiente afro es un símbolo de resistencia que marca a las personas desde su nacimiento. La conciencia negra no sólo implica reconocerse en ese pasado de resistencia y portarlo con orgullo. Implica conocer una identidad propia que viene de la mano de la lucha contra el racismo, el capitalismo y el patriarcado. Tres hermanos inseparables.