La muerte de la actriz Verónica Forqué ha vuelto a poner sobre la mesa la penosa situación de la salud mental. El aumento de la visibilización de los problemas mentales no es suficiente para solucionar este mal alimentado por el capitalismo.
Lunes 13 de diciembre de 2021
Si las cifras de suicidios ya eran preocupantes antes de la pandemia de la COVID 19, tras esta no han dejado de aumentar. El aislamiento, la ruptura de vínculos sociales, la inestabilidad han hecho que las llamadas enfermedades mentales afecten a un gran porcentaje de la población mundial y especialmente a la juventud. Estas situaciones extraordinarias se unen a otras intrínsecas a un sistema económico capitalista basado en la explotación, el beneficio y la productividad exacerbada.
El suicidio se ha ocultado constantemente por el supuesto “efecto llamada” aunque ahora, cada vez más, este se pone en cuestión y se exige que se muestre la realidad, pues al no tratarla no se permite llegar al fondo del problema y acaba aislando aún más a aquellas personas que lo sufren.
⚫Durante el año 2020 fallecieron en España un total de 2.327 personas entre 1 y 29 años.
👇Estas fueron las causas👇 pic.twitter.com/JeN8yHVifF
— Adicto al excel (@excel_adicto) December 8, 2021
Pero esta “visibilización” de la salud mental no va siempre dirigida a mejorar la situación del conjunto de la población que sufre los efectos de un sistema despiadado. Y es que dentro del capitalismo, para sorpresa de nadie, es prácticamente imposible tener el espacio necesario para cuidarse en todos los sentidos y mucho menos para curarse. Rápidamente han surgido empresas que pretenden capitalizar el sufrimiento humano.
Lo de Verónica Forqué ha desatado la indignación ya que hace tan solo unas semanas se despedía del reality de cocina Masterchef alegando que su cuerpo le estaba dando señales de que necesitaba parar. En este programa su participación se había convertido en un personaje, en alguien de quién mofarse y señalar sus actitudes extrañas. La actriz se había convertido en un complemento más para aumentar la audiencia y simplemente vender su producto.
Otro ejemplo muchísimo más descarado de capitalización de la salud mental se dio hace unos meses cuando abrió La llorería en el centro de Madrid. Este espacio que se presentaba como un lugar dónde “visibilizar” la salud mental y fue impulsado por la empresa Therapy Chat. En su autobiografía de Twitter se puede leer “Encuentra tu psicólogo online y alcanza tu mejor versión”. Ese discurso neoliberal que presenta la continúa exigencia de autorrealización de forma abstracta y sin fin como el objetivo de la salud, es en sí mismo problemático.
Además tan solo con echar un pequeño vistazo a sus perfiles podemos ver a quién pretenden dirigirse: grandes empresas a las cuales asesorar para que sus trabajadores sigan siendo productivos. Es decir, concebir la recuperación como un arreglo de una máquina que pueda seguir cumpliendo con su horario y con su productividad con total normalidad.
Mientras tanto, ellos mismos se delataron en su anuncio donde demostraban la precarización a la que someten a los trabajadores que deberán tratar con la salud mental de otras personas.
Quizá deberían empezar por dar de alta a sus trabajadores y pagarles con dignidad. El Delivero0 de la terapia. #Lalloreria pic.twitter.com/lyhSdtkIc8
— Coco Nuts 🏳️🌈🏳️⚧️ (@elle_lenuts) October 16, 2021
Esta psicología de la autorrealización contrapone a todo aquello que no la cumple como fuera de la normalidad, de lo establecido como sano, como potenciales enfermedades y por tanto patologías que ser estudiadas únicamente desde el individuo aislado. Tanto es así que en este saco de disfunciones puede entrar cualquier cosa, incluyéndose actitudes que cuestionen lo establecido y como sus posibles soluciones, respuestas tan idealistas como el mero cambio del pensamiento.
Estas soluciones son inviables si contamos con todo lo que influye las condiciones materiales y sociales. El acceso a una ayuda psicológica de calidad es necesario y para ello hay que exigir el aumento de los recursos en la sanidad pública. Pero no todo se arregla hablando, ni tampoco medicando y sobremedicando para que unas pocas farmacéuticas sigan haciendo negocio.
Si no luchamos por acabar con la explotación, la opresión, la destrucción del medio ambiente, las desigualdades y el consumo irracional desenfrenado que el capitalismo nos ofrece no podremos solucionar hasta el final los problemas psicológicos que afectan cada vez a más personas.
Sabemos que es posible crear una sociedad nueva, donde la planificación racional de los recursos naturales y de la producción nos permita liberarnos el tiempo que ahora nos roban los capitalistas y así desarrollarnos de una forma verdaderamente plena, donde no dejarán de existir las inconveniencias de la mente humana, pero donde podremos tratarlas de forma comunitaria, desde la honestidad con esmero y con verdadero interés.
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Jorge Remacha
Nació en Zaragoza en 1996. Historiador y docente de Educación Secundaria. Milita en la Corriente Revolucionaria de Trabajadores y Trabajadoras (CRT) del Estado Español.