A las grandes movilizaciones se sumó el paro de portuarios y mineros de La Escondida. El estado de emergencia y el toque de queda del represor Piñera sigue chocando con la resistencia obrera y popular.
Martes 22 de octubre de 2019 00:30
Chile vivió este lunes una nueva jornada de lucha contra el gobierno represor de Sebastián Piñera. El estado de emergencia y los toques de queda que pretende imponer en distintas ciudades sigue chocando con la resistencia que muestran sectores de trabajadores y populares, con un alto componente de jóvenes a la cabeza.
La cuarta jornada consecutiva de lucha arrancó con el paro nacional de los portuarios que paralizó las actividades en 20 puertos. Los trabajadores también marcharon Antofagasta y otras ciudades del país como Valparaíso, Temuco o Concepción y contaron con la solidaridad de los mineros de La Escondida, la mayor productora de cobre del mundo.
A las manifestaciones se sumaron estudiantes secundarios y universitarios que en varios centros de estudios del país vienen de realizar asambleas para discutir la necesidad de un paro nacional y cómo seguir las movilizaciones.
La capital amaneció con relativa calma, pero al finalizar las asambleas estudiantiles, comenzaron a marchar hacia la Plaza Italia en el centro de la ciudad, logrando el apoyo de miles de vecinos que se sumaron a la protesta haciendo sonar sartenes y cacerolas. Al promediar la tarde eran decenas de miles desafiando el estado de sitio.
"El pueblo ha despertado", se leía en alguna pancarta exhibida por un ciudadano en una de las muchas concentraciones de la capital, especialmente masiva en la céntrica Plaza Italia, pero también importante en otros puntos como la plaza Ñuñoa o en la misma puerta de la Escuela Militar de Santiago.
El toque de queda decretado de nuevo por el Ejército para despejar las calles a partir de las ocho de la tarde, lejos de ahuyentar a las personas, fue motivo cantos como “Que se vayan los milicos”, “Fuera Piñera” o voceando la cuenta atrás hasta la hora del comienzo de esta medida.
Miles de jóvenes resistieron durante horas una fuerte represión del ejército que además de los hidrantes, avanzaba con tanquetas e infantería y hasta se vieron violentas maniobras como si se tratara de una batalla contra otro ejército.
La política que anunció el presidente Piñera en conferencia de prensa el domingo, donde aseguró que Chile estaba "en guerra contra un enemigo poderoso", trató de consumarse este lunes con un salto en militarización y represión a los manifestantes.
En estos 4 días los muertos ya superan la decena, hay casi 300 heridos (muchos por arma de fuego, varios en estado grave) y unos 2000 detenidos. El Instituto Nacional de Derechos Humanos informó que ha interpuesto 12 querellas por denuncias de torturas y apremios ilegítimos.
Pero la jornada de este lunes demostró que aún no pueden terminar con la movilización por la fuerza. Los estudiantes se siguen organizando y movilizando, lo mismo que distintos sectores obreros y populares. La Central Única de Trabajadores anunció para el miércoles un paro nacional si el ejecutivo no levanta el estado de sitio y los toques de queda. Aunque con un llamado desmovilizador “para vaciar las calles” los dirigentes sindicales han debido acomodarse frente al estallido social y amenazar con parar el país. Una acción de esta magnitud, ganando nuevamente las calles, puede ser clave para derrotar Piñera y su política de represión y ajuste.
Luego de las movilizaciones, que también se repitieron en ciudades como Valparaíso y Concepción, donde el gobierno también trata de imponer el toque de queda, Piñera se dirigió al país desde La Moneda confirmando el retroceso con el aumento del boleto de subte, pero mantuvo el discurso de estigmatizar la movilización tildando a los y las participantes de delincuentes y violentos. Aunque bajó el tono del discurso de “guerra” del domingo, confirmó la política represiva que seguirá intentando imponer en los próximos días.
Piñera también anunció que este martes se reunirá con todos los partidos políticos en busca de medidas para “la reconstrucción del país” y “mejorar las pensiones, bajar el precio de los medicamentos o mejorar la calidad en la atención de salud”. Un cinismo mayúsculo que solo apunta a engañar a la población para desmovilizar y poder retomar la ofensiva con su política neoliberal.