La nueva política es la última de una serie de tácticas de la administración de la universidad, claramente dirigidas a debilitar el movimiento estudiantil por Palestina.
Viernes 4 de octubre de 2024 20:33
Fotografía de Spencer Platt
Cuando las universidades reabrieron sus puertas este otoño (del hemisferio norte. NdT.), los administradores de todo el país introdujeron políticas para frenar el movimiento estudiantil por Palestina que estalló en la primavera. Un ejemplo alarmante es el de la Universidad de Nueva York, que añadió un párrafo a su política antidiscriminación en el que afirma que la crítica antisionista es discriminación antijudía .
Varios días después, John Beckham, portavoz de la Universidad de Nueva York, hizo una declaración diciendo que los manifestantes pro palestinos están usando “sionista” como una “palabra clave” para “israelí” o “judío”.
De acuerdo con las recientes directrices del Departamento de Educación de Estados Unidos-Oficina de Derechos Civiles (OCR por sus siglas en inglés. NdT.) y los acuerdos que ha celebrado con otras escuelas, no se puede ocultar una conducta que desencadene nuestra política de no discriminación y de lucha contra el acoso utilizando la palabra "sionista" como sustituto o código para judío o israelí. No se permite excluir a los sionistas de un evento abierto, pedir la muerte de sionistas ni aplicar la prueba de fuego de "no sionista" para participar en ninguna actividad de la NYU.
Se trata de una escalada de la misma represión que los palestinos y sus partidarios han venido padeciendo durante años. Aunque equiparar el sionismo con el judaísmo es sencillamente falso, una retórica como ésta borra deliberadamente la realidad del genocidio que los palestinos están padeciendo actualmente. A demás de ocultar su propia complacencia ante el genocidio, la Universidad de Nueva York está redoblando sus esfuerzos y tratando de silenciar a su alumnado.
El sionismo no es un “código” para el judaísmo
Aunque el Estado de Israel ha tratado de presentar al sionismo como un movimiento para proteger al pueblo judío contra el antisemitismo, esta ideología ha permitido generaciones de violencia contra los palestinos. La idea se basa en un derecho de “retorno”; convertir Palestina en un estado de mayoría judía, establecido por declaraciones imperialistas que no mencionaban al pueblo palestino. Financiados y armados por los fondos coloniales británicos y sionistas, miles de inmigrantes llegaron a la Palestina ocupada. El proyecto sionista ha avanzado mediante confiscaciones ilegales de tierras, desplazamientos violentos, asesinatos y, ahora, llevando a cabo el genocidio más difundido de la historia.
Al reivindicar esta ideología como parte de la identidad de un individuo, la Universidad de Nueva York utiliza el Título VI (de la Ley de Derechos Civiles. NdT.) como arma para defender los ideales coloniales. Sus políticas no mencionaban el sionismo ni el sentimiento sionista hasta que el régimen israelí empezó a recibir duras críticas. Esto no sólo ataca al actual movimiento internacional por Palestina, sino que también refuerza implícitamente otras políticas etnonacionalistas.
En primavera, estudiantes de todo el mundo organizaron campamentos en los campus universitarios (ocupaciones pacíficas de espacios públicos visibles) para exigir la desinversión en Israel. Empezando por el campamento de estudiantes de Columbia en abril, cientos de estudiantes participaron en la ocupación de los jardines, vestíbulos y edificios de sus escuelas, con cánticos como “¡Desvelar! ¡Desinvertir! ¡No nos detendremos, no descansaremos!”. Muchos campamentos duraron días; por lo general, incluían charlas, creación de arte y eventos comunitarios para difundir la cultura palestina y el pensamiento antiimperialista. Contrariamente a las narrativas difundidas por los medios de comunicación y los administradores universitarios, los estudiantes judíos participaron activamente en estas protestas, incluidos grupos como Jewish Voice for Peace, que fue suspendido por Columbia incluso antes del movimiento de los campamentos. Estos esfuerzos comunitarios para obligar a las universidades a que corten la inversión que reciben de empresas que financian a Israel y boicotear académicamente al régimen sionista se encontraron con una muestra de violencia desproporcionada: Columbia traicionó su propia promesa de mantener a la Policía fuera del campus para reprimir violentamente y desalojar el campamento. En total, se realizaron más de 3.000 arrestos en universidades de todo el país en un esfuerzo por detener el movimiento, lo que demuestra hasta dónde están dispuestas a llegar las universidades para defender sus inversiones.
La represión universitaria de la libertad de expresión relacionada con Palestina existía antes de las recientes acciones del régimen sionista. Las universidades liberales tienen una larga historia de afirmar retóricamente que “protegen” a sus comunidades del discurso que consideran polarizador. La Universidad de Fordham prohibió su capítulo de Estudiantes por la Justicia en Palestina (SJP) en 2015, lo que desencadenó una batalla legal infructuosa de cuatro años para lograr su restablecimiento, y la Universidad de Nueva York no es diferente. Al afirmar que el discurso crítico del sionismo es discriminatorio, la Universidad de Nueva York está deteniendo deliberadamente la crítica a la ideología colonial actual que es el marco del actual genocidio de los palestinos.
Apoyo bipartidista a Israel
Los administradores de la Universidad de Nueva York, junto con sus homólogos de todo el país, son un frente en una campaña macartista de múltiples frentes contra la libertad de protesta, centrada en el consenso bipartidista de apoyo y de nunca criticar a Israel. Estos administradores han estado alineados con el sionismo durante mucho tiempo, pero las próximas elecciones están poniendo más presión sobre las universidades para que apliquen la ideología estatal. Tanto los demócratas como el Partido Republicano tienen millones en financiación de los grupos sionistas como AIPAC detrás de sus campañas y de corporaciones de tecnología de armas y vigilancia que dependen de una estrecha relación entre Estados Unidos e Israel. Los representantes han devuelto este favor, aprobando un proyecto de ley bipartidista en la Cámara de Representantes en diciembre que, una vez más, equipara falsamente el antisionismo con el antisemitismo. Todo el Estado y las universidades están trabajando juntos para defender sus inversiones en ganancias genocidas. Mientras los dos partidos del imperialismo estadounidense se esfuerzan por mantener la estabilidad de su duopolio, seguirán censurando el creciente sentimiento antiimperialista de este movimiento.
Contra la represión
Esta represión de la libertad de expresión de los estudiantes muestra la hipocresía del sistema universitario estadounidense. A pesar de afirmar que son instituciones en las que la gente tiene libertad para cuestionar el pensamiento y apoyar el cambio, los últimos meses han demostrado que sólo están verdaderamente interesados en el lucro. Este movimiento estudiantil amenaza con obligar a las universidades a reevaluar sus prioridades, representadas por sus inversiones, pero como la universidad neoliberal de hoy funciona en gran medida para defender el orden estatal e imperial, abandonarán todas esas pretensiones de libertad académica para sofocar cualquier crítica en contra o demandas de renunciar a esas inversiones.
Mientras el genocidio de Israel amenaza con desbordarse y convertirse en una guerra terrestre con el Líbano (y pegar un salto a una guerra regional. NdT.) muchas organizaciones estudiantiles luchan contra sus propias escuelas para hacer oír su voz. Para que tanto los estudiantes como los trabajadores universitarios desarrollen un diálogo democrático y se den cuenta de su poder, debemos ser conscientes de cómo se manifiesta esta censura y cómo combatirla.
Para poner fin a este genocidio, lograr una Palestina libre y que el diálogo democrático persista en tiempos de crisis, debemos denunciar esta censura dondequiera que la veamos, y los estudiantes deben negarse a permanecer en silencio. En lugar de permitir que los administradores impongan políticas deshonestas sobre la “discriminación”, los estudiantes y los miembros del profesorado deben unirse para determinar las políticas universitarias por sí mismos . La escalada en Gaza ha sido una estrategia repetida durante casi un año. La única forma en que este movimiento puede crecer es a través de una acción más amplia, con solidaridad entre trabajadores y estudiantes. Para poner fin de verdad a la complicidad de las universidades con el imperialismo y el genocidio actual, nada menos que el control total, por parte de estudiantes, profesores y trabajadores, debe ser la fuerza que dé forma al programa de investigación e inversiones de las universidades.