En 2010, mismo período en el que se desarrolló la compraventa de la minera Dominga, la familia Piñera Morel participó a través de un fondo de inversiones en la compra del proyecto minero Imán, siendo el vendedor de dicha minera (Arnaldo Del Campo Arias) el mismo al cual Piñera designa como presidente de la Enami
Martes 19 de octubre de 2021
Cumpliéndose 2 años de la rebelión y estallido social de octubre, siguen apareciendo antecedentes que exponen los conflictos de intereses entre Piñera y sus dos períodos de gobiernos impulsores de negocios que benefician directamente a la familia Piñera Morel y sus socios (cómo la familia de Carlos Délano).
Escondido bajo el discurso de la promoción de energías renovables y preservación del patrimonio natural, la derecha neoliberal sigue pasando una agenda de negocios que capitalizan los recursos naturales en manos de privados con apoyo del estado.
Esto quedó en evidencia nuevamente con la aparición de la compra del proyecto Imán (minera de hierro y escandio al sur de Vallenar), en la cual hubo una serie de sociedades cascadas creadas con la finalidad de evadir impuestos y esconder la participación directa de Piñera. Sin embargo, durante su primer mandato el presidente utilizó su cargo de influencia y poder para designar como presidente de la Enami, empresa estatal dedicada a fomentar la pequeña y mediana minería, a Arnaldo Del Campo Arias quien justamente era el propietario y vendedor de la minera Imán.
Las designaciones en cargos públicos de empresarios y funcionarios que beneficien las transacciones de las sociedades y empresas de Piñera, a fin de acrecentar su participación y capital en proyectos extractivistas y otros sectores estratégicos de la economía, han sido una constante en ambos períodos de gobierno. Otro aspecto en común, es el decidido esfuerzo por intentar evadir el pago de impuestos de las gigantescas transacciones económicas que involucra la participación en dichos proyectos, utilizando paraísos fiscales y todo tipo de mecanismos al borde o fuera de la ley para justificar el menor traspaso de recursos exigida por las imposiciones a las arcas fiscales.
Así, todas las gárgaras que hacen los sectores de derecha sobre las Pymes y su rol en la economía, en la práctica queda desnudado como mera hipocresía, ya que todos los recursos que podrían utilizarse para potencia precisamente a dicho sector, se pierden a través de la evasión, la inversión en el extranjero y la atracción de empresas foráneas junto a las facilidades brindadas para que puedan operar libremente en el país. El patriotismo de la derecha no son más que una retórica conservadora carente de contenido para sostener al chile de los 30 años sin cambios refundacionales, para así seguir manteniendo las condiciones para negocios truchos y un estado que promueva la sociedad liberal en beneficio de la casta política capitalista y el sector privado controlado por algunas familias.