En los últimos días, hemos visto la peor cara de la pandemia, esa que el gobierno quiere tapar a toda costa con su hipócrita discurso de “unidad nacional” y “que la pandemia nos afecta a todos por igual” ¿Qué decimos al respecto las y los estudiantes?
Sábado 23 de mayo de 2020
Cientos de miles de despidos y suspensiones, más de 4 mil contagios diarios de COVID-19, represión en las poblaciones que exigen alimento e intentan “parar la olla” con ollas comunes, también reprimidas, colapso inminente del sistema de salud, y, para colmo, las y los estudiantes debemos seguir pagando el valor de nuestros aranceles.
El Consejo de Rectores de la Universidad de Chile (CRUCH) ha defendido con uñas y dientes sus intereses y sus ganancias millonarias, a costa del endeudamiento de miles de familias que hoy ven cada vez más lejana la posibilidad de ver a esos hijos, hermanos y nietos convertirse en profesionales.
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La tasa de morosidad en el pago de los aranceles se duplicó en el mes de abril de este año, en comparación a abril de 2019. Esto debido a que miles de familias se quedaron sin ingresos por las medidas del gobierno criminal de Piñera, que dió luz verde a los empresarios para robar nuestros sueldos y nuestros ahorros descaradamente.
Para quienes trabajamos y estudiamos, destinando nuestros precarios ingresos al costeo de nuestra educación, la situación es insostenible. Hemos sido suspendidos y despedidos de nuestros trabajos, vemos a nuestros padres y abuelos contando monedas para costear las necesidades más básicas como alimentos, luz, agua y gas. De todo eso estamos siendo privados, por una política consciente del gobierno que consiste en descargar esta crisis sobre nuestros hombros, sobre las familias de la clase trabajadora.
Desde la juventud hemos visto cómo los empresarios, a pesar de que no han dejado de percibir sus ganancias multimillonarias, han velado por sostener sus números a costa de nuestro trabajo, cesantía o suspensión, robándose nuestro sueldo y nuestros ahorros, poniendo así una vez más sus riquezas por sobre nuestras vidas, avalados por el gobierno. Mientras, las instituciones educativas a las que pagamos millones cada año endeudándonos para poder educarnos, han puesto como primera prioridad los sueldos millonarios de rectores, decanos y juntas directivas que nadie elige.
Esto no es sólo producto de la pandemia, es producto de décadas de desmantelamiento de la educación pública y negocio de la educación privada, un lucro incesante que ubica a Chile en los primeros puestos respecto al coste de la educación. Esto ha sido cuestionado por años desde el movimiento estudiantil, y sin embargo, tanto la derecha como la ex Nueva Mayoría han sido los defensores de este negocio perverso, que mantiene, como dijimos, una enorme tasa de endeudamiento y altos niveles de segregación, pues son pocas las familias de la clase trabajadora que pueden costear la educación de sus hijos e hijas.
Ahora, en medio de esta pandemia, ya se empiezan a escuchar las cacerolas exigiendo alimentos, a lo que el gobierno ha respondido con represión y migajas. Los empresarios no dudan en aplicar la especulación y el alza de precios de la canasta básica familiar. Mientras miles de familias no tienen ingreso alguno, Piñera se burla de nosotros entregando cajas, mediante un proceso donde empresarios como Álvaro Saieh (dueño de Unimarc) siguen acumulando riquezas.
Al hambre se suma la presión del pago de aranceles millonarios, desde un principio impagables. El CRUCH sin consideración alguna, perpetuándo la lógica de mercado en la educación, se puso en pie de guerra contra cualquier medida que pretenda bajar el valor de arancel o la suspensión del pago de los mismos. Esto con el fin de sostener, como dijimos, los sueldos millonarios de los directivos de las instituciones de la educación.
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Desde ahora, las y los estudiantes nos encontramos en esta encrucijada, o comemos, o pagamos la universidad. La pregunta que se abre es ¿dónde está la CONFECH?
La CONFECH, el pasado 4 de abril, prefirió elaborar un petitorio junto con el CRUCH, los mismos que han defendido las ganancias de las universidades a costa del endeudamiento de millones de estudiantes y familias. Es paradójico que un organismo estudiantil que tiene una historia de lucha por la educación gratuita como fue en el 2011, hoy esté haciendo alianzas con los que han defendido el modelo pinochetista e incluso muchos de los rectores se han opuesto a becas como la de gratuidad, y han realizado persecuciones políticas a estudiantes por movilizarse.
Desde la entrega de ese petitorio elaborado sin ninguna consulta a las bases estudiantiles de las universidades que conforman el organismo, el pasado 19 de mayo, anunciaron una nueva “Mesa Social por la Educación”, en la que, según consigna Radio U de Chile, se incluye el Colegio de Profesores, la Confech, la Agrupación de Universidades Regionales, la Coordinadora Nacional de Trabajadores de Educación Particular Subvencionada, el Consejo Nacional de Organizaciones de Asistentes de la Educación de Chile, la Confederación Nacional de Asociaciones de Funcionarios Asistentes de la Educación Municipalizada de Chile, la CONES y la Coordinadora de Padres y Apoderados por el Derecho a la Educación. También se incluyen parlamentarios de la Comisión de Educación.
Este rejunte, que se anuncia como “todos menos el gobierno”, tampoco incluye a las bases ni a sus inquietudes inmediatas, como el no pago de aranceles y condonación de la deuda. Según indican los organizadores, se trata de un paso para lograr cambios inmediatos al modelo educativo. Sin embargo, no se habla de adoptar las medidas que hoy son urgentes y que el movimiento estudiantil ha cuestionado durante años respecto al mercado de la educación en Chile.
Este tipo de alianzas fueran progresivas si se trataran de un espacio de coordinación entre estudiantes y jóvenes trabajadores precarizados que se enfrentan al feroz endeudamiento de la educación superior. Sin embargo, se sigue en la línea de los acuerdos en la medida de lo posible, que nada bueno han traído para los que hemos ganado las calles exigiendo la gratuidad del conocimiento.
En medio de esta pandemia, resulta imposible depositar nuestra confianza en quienes históricamente han negociado a nuestras espaldas, incluso con un gobierno criminal y asesino como el de Piñera. Es urgente que barramos con esas dirigencias que reducen nuestras demandas al mínimo posible, a lo que este régimen heredado de la dictadura está dispuesto a entregarnos. Así mismo, es necesario que recuperemos nuestros propios organismos de coordinación y los pongamos al servicio de esa juventud que hoy está en pie de lucha contra el hambre, los despidos, las suspensiones y la precarización.
Ejemplos de la juventud como el de Starbucks, o el de McDonald’s, cuyos sindicatos hoy están peleando por el pago íntegro de sus sueldos y por el cese de actividad de esos sectores que no son necesarios en este momento. La CONFECH debe ponerse al servicio de esos jóvenes trabajadores y estudiantes, y debe coordinar a los sectores de la juventud que protestan por el hambre mientras las instituciones educativas ponen “la pata encima” cobrando aranceles millonarios por clases online que no garantizan la calidad en la entrega de contenidos.
Hoy es necesario que la juventud se active y se coordine con estos sectores, nuestros organismos deben ser recuperados para las bases y así poder discutir mediante asambleas online cómo enfrentar las medidas de este gobierno y del reaccionario CRUCH, que pone sus ganancias como primera prioridad.
Desde la juventud debemos aliarnos y exigir junto a las y los trabajadores, junto a nuestras familias un ingreso mínimo garantizado de $500 mil, financiado con un impuesto extraordinario a las grandes fortunas, a esos empresarios que se han enriquecido a costa de la explotación de millones. Sólo así se podrá garantizar la alimentación a quienes hoy ven degradadas sus condiciones de vida por las medidas de este gobierno criminal.
Al mismo tiempo, debemos gritar fuerte y claro por la suspensión inmediata del pago de aranceles y condonación de toda la deuda educativa. Los empresarios de la educación siguen ganando a costa de nuestro endeudamiento, mientras somos nosotros y nosotras quienes estamos entre las cuerdas, tratando de costear nuestros títulos.
Esta pelea la damos en perspectiva de la conquista de la educación gratuita, 100% financiada por el estado, laica y de acceso irrestricto, al servicio de la clase trabajadora. Si los organismos como la CONFECH no toman esta tarea en sus manos, nuestra tarea será barrer con esos dirigentes que son una piedra de tope para nuestra organización.
Cristóbal Espinoza
Estudiante de Periodismo