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Cultura. Obreros saliendo de la fábrica: los primeros 46 segundos en la historia del cine

Protagonistas de la historia: un destacamento de la clase trabajadora al terminar su jornada laboral es la imagen en movimiento considerada el nacimiento del séptimo arte y el inicio de la millonaria industria cinematográfica.

Nancy Cázares

Nancy Cázares @nancynan.cazares

Martes 28 de agosto de 2018

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Imágenes: Fotograma de los 46 segundos de la primera película de la historia

A finales de invierno de 1895, los hermanos Lumière rodaron los primeros 46 segundos de la historia del cine. Tomaron su nuevo invento y acudieron a un viejo hangar de Lyon, a la fábrica familiar y rodaron la Salida de los obreros de la fábrica Lumière (La sortie des usines Lumière à Lyon ). Esta película fue proyectada unos días después en una sesión de la Société d’Encouragement à l’Industrie Nationale en París.

Compuesta por una sola escena, La salida de los obreros de la fábrica muestra decenas de trabajadoras y trabajadores saliendo del gran edificio propiedad de la familia Lumière. Existen tres versiones de este mismo film que varían únicamente en el estilo de ropa de los trabajadores (que visten lo mejor posible, claramente advertidos y otras en donde visten más sencillo). En dos de ellas aparece un caballo tirando de un carruaje y en la tercera son dos.

Instruidos por los hermanos Lumière, los obreros no debían mirar fijamente hacia la cámara mientras se dispersaban solos o en pequeños grupos por ambos lados de la calle. Protagonistas de la historia acostumbrados al anonimato, un destacamento de la clase trabajadora al terminar su jornada laboral es la imagen en movimiento considerada el nacimiento del séptimo arte y el inicio de la millonaria industria cinematográfica.

El cinematógrafo de los Lumieré llevó lo individual del cinetoscopio de Edison a lo colectivo. Llevar a otros países y traer del extranjero escenas de la vida cotidiana fue una actividad cultivada por los Lumière y uno de los principios comerciales del medio.

Los versos del poeta y guionista galo Jacques Prévert, 36 años después de aquél momento inmortalizado por los hermanos Lumière, describen con sencillez el pensamiento de un trabajador a las puertas de la fábrica, escena cotidiana para millones de personas por todo el mundo, en un día soleado.

El reproche que hace el obrero al sol por ofrecer un don preciado, como su vida misma, al patrón, remite a la ironía que representa que quienes literalmente protagonizan la historia del nacimiento de la industria del cine son la misma clase que quienes a más de 120 años garantizan con su trabajo el éxito de empresarios que han enfrentado huelgas de actores, actrices y guionistas y que en las salas de cine mantienen a sus empleados en la precarización con salarios que van de 16 a 23 pesos mexicanos la hora.

Ante la puerta de la fábrica/
el obrero se detiene de repente/
el buen tiempo ha tironeado de su chaqueta/
y no bien se vuelve/
y mira el sol/
muy rojo muy redondo/
sonriente en su cielo de plomo/
le hace guiños/
familiarmente/
Di camarada sol :/
¿no te parece/
una reverenda burrada/
regalarle un día como éste/
al patrón?

("Intento de descripción de una cena de mascarones en París de Francia" , 1931).

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