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Mundo Obrero. Ocho postales de huelgas teñidas de violeta en 2021: un orgullo para toda la clase trabajadora

Un homenaje a esas trabajadoras que, tan ‘esenciales’ como explotadas, se han enfrentado a la patronal, la burocracia sindical e instituciones. A las limpiadoras del Guggenheim, de hospitales, trabajadoras de residencias, Las Kellys, del SAD, Inditex, de la educación.

Jueves 30 de diciembre de 2021

Es en terreno laboral, cuyo modelo ha sido configurado desde las décadas del ochenta y noventa, donde las mujeres perciben y sufren los mayores agravios y condiciones de desigualdad. Clase y género, patriarcado y capitalismo: matrimonios perfectos para perpetuar la explotación y la violencia patriarcal.

Pero las costuras de este sistema están reventando y dejan los hilos rotos de un género que se recompone poco a poco. La clase trabajadora empieza a agilizar sus músculos bajo una nueva piel: la de los sectores más explotados, las más oprimidas, las mujeres trabajadoras.

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Porque los baños del Guggenheim se limpian con brecha salarial, las limpiadoras cumplen 200 días de huelga

El año nuevo arranca con huelgas largas que dejaron el 2021. Una de ellas es la de las trabajadoras de la limpieza del Guggenheim.

La conflictividad laboral en Euskal Herria ha sido de las más dinámicas del Estado español. Y las mujeres trabajadoras han estado al frente de múltiples conflictos contra la precariedad y la explotación laboral, jornadas parciales y cargas de trabajo excesivas. Estos son los motivos de la huelga de las trabajadoras de la limpieza de este importante museo. Una huelga que cumplió más de 200 días desde el 11 de junio de 2021, protagonizada por una plantilla representada mayoritariamente por mujeres.

Pero hay otro motivo que atraviesa la conflictividad laboral femenina en Euskal Herria: la lucha contra la brecha salarial, que expresa la conciencia de que las mujeres, que conformamos la mitad de la clase obrera, no sólo que cobramos menos. También da cuenta de que nuestros salarios son menores, porque nuestros trabajos están infravalorados, son los más precarios, tenemos contratos a tiempo parcial y representamos un porcentaje mínimo en tareas consideradas de mayor categoría.

Esta brecha salarial, basada en la histórica y duradera división sexual del trabajo, es contra la que están clamando un pequeño puñado de trabajadoras, en las puertas de uno de los museos emblemáticos a nivel internacional. Por ello, este grito de sólo 14 mujeres, es un alta voz para miles. Es un grito que nos representa a todas.

“Nosotras hemos abierto una puerta, la haber salido nosotras por la brecha salarial, han salido más conflictos en otros centros por lo mismo. Eso nos da mucho orgullo. Ya no es sólo que pedimos un aumento de salario, sino una igualdad que no quieren reconocer las empresas. Y esto es político, porque así lo dicen en las negociaciones directamente, dicen que ‘no van a reconocer la brecha salarial’. Por eso es que no nos van a dar lo que pedimos”, explica Carmen, delegada sindical del sindicato ELA, que apoya la huelga y da sostén con su caja de resistencia. Uno de los rostros de esta emblemática huelga.

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Trabajadoras de la limpieza de Bilbao en huelga contra los despidos: “Para ellos somos mercancía”

Otra huelga que continuará el 2022 es la de las trabajadoras de la limpieza de dos hospitales de Bilbao, subcontratadas por empresas del grupo IMQ, que han sido despedidas y están en huelga desde el 7 de diciembre ¿Motivos de los despidos?, organizarse y luchar por sus condiciones laborales y la brecha salarial.

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Ellas empezaron a organizarse por mejores condiciones laborales, apuntando a la brecha salarial como uno de los motivos de su precariedad, ya que en este sector es del 50 por ciento. La empresa respondió anunciando los despidos a partir del mes de enero. Y las trabajadoras con una huelga desde el 7 de diciembre, en los hospitales privados Zorrozaurre y Virgen Blanca de Bilbao, pertenecientes al grupo Igualatorio Médico Quirúrgico (IMQ); un pulpo que tiene muchas empresas, clínicas, residencias, empresas de seguros, servicios de prevención y de limpieza.

“Las trabajadoras vienen limpiando las instalaciones de las dos clínicas hace muchos años, pasando de una empresa a otra. Como estas mujeres han ido reivindicando a lo largo de su vida laboral distintas mejoras, han adquirido unos niveles salariales que están bastante por encima del convenio provincial. Entonces ahora, la empresa principal IMQ le dice a la empresa subcontratada ‘el 31 de diciembre te vas y te llevas a estas trabajadoras’. Y el 1 de enero contratará a nuevas trabajadoras”, explica Maricruz, secretaria general de la Federación de servicios privados de ELA Zerbitzuak.

Trabajadoras del SAD: el sistema que no cuida a las que cuidan

Durante el mes de septiembre las trabajadoras del servicio de atención domiciliaria (SAD) de Sant Feliu de Llobregat habían convocado una huelga indefinida de un día por semana. Su grito: basta de subcontratación de este servicio esencial por parte del Ayuntamiento. Sí, el trabajo de cuidados y atención domiciliaria a personas dependientes está externalizado a una filial de Florentino Pérez.

Y en Madrid han realizado acampadas desde el 1 de noviembre frente al Ministerio de Trabajo de Yolanda Díaz, desde donde les pedían que abandonasen el campamento sin ninguna respuesta ni solución a las demandas de las trabajadoras.

Su lucha es incansable contra las prácticas de brutales de explotación que sufren: sobrecargas de trabajo; no se les abonan los desplazamientos entre domicilio y domicilio; contratos en fraude de ley -interinidades, temporales o prácticas-; falta de mecanismos de prevención; jornadas a tiempo parcial lo que acaba en salarios medios de 500 euros al mes; entre otras más.

“Nuestro trabajo cuesta 20 € la hora y las subcon-TRATAS, se quedan con más de 2/3 partes de lo que producimos. En Barcelona se dieron 99 millones de euros a subcon-TRATAS, para que estemos en esta situación”, explica Pilar, portavoz del SAD de Sant Feliu de Llobregat.

Para ellas la solución comienza por quebrar el entramado “Ayuntamiento/outsourcing/precariedad laboral” y para ello exigen la gestión cien por cien pública. Si las partidas económicas de la dependencia continúan en manos de los Florentino Pérez, serán los organismos públicos los primeros responsables del crimen social que, como hemos visto durante la pandemia, han provocado estas empresas en las residencias, poniendo por delante de las vidas de las personas y de las trabajadoras su propio beneficio económico. ¡Fuera las manos de Florentino Pérez de nuestros servicios!

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Las trabajadoras de Inditex de Zaragoza en guerra contra Amancio Ortega y sus fortunas

La plantilla de Inditex en Zaragoza ha estado en guerra contra el imperio de Amancio Ortega. Mientras su empresa obtiene miles de millones, se ha negado a un acuerdo de subida salarial y a la reducción de las horas anuales de jornada. El 18 al 20 de noviembre, alrededor de 1.400 trabajadores y trabajadoras han han parado la producción en el centro logístico PLAZA de Zaragoza durante 2 horas, con un seguimiento del 90% en cada uno de los seis turnos.

En 2021 Inditex logró beneficios netos de 1.272 millones de euros, a costa de la precariedad, la superexplotación y los bajos salarios que sufren sus plantillas, mayoría mujeres, a quienes les ofrecen migajas de aumento salarial, en un contexto además de una inflación galopante que ya se acerca del 7%.

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La huelga de las trabajadoras de Conservas de pescado de Bizkaia

En el Estado español, este sector está representado por más de 30.000 personas de las cuales un 60% son mujeres; uno de los sectores de la industria más feminizados, teniendo en cuenta que la industria manufacturera de conjunto, sólo 20% está representado por trabajadoras.

¿Pero, qué hay detrás de una lata de conserva? las manos y espaldas de las trabajadoras, muy dañadas debido a las brutales condiciones de explotación: “estamos expuestas a cargas de gran peso, en algunas fábricas mueven cargas de 800kg con traspaletas no aptas porque son manuales, no eléctricas. Además, otros pescados de varios kilos los tienen que levantar desde el suelo hasta las mesas y tinajas, que significa 11 pisos de elevación”, explica Aritz, trabajadora y delegada del sindicato ELA, una de las voces y de los rostros de las trabajadoras de los sectores más explotados de la producción alimenticia.

La huelga que protagonizaron el pasado 30 de noviembre ha visibilizado su situación de discriminación y explotación. El 48% de las mujeres tienen un contrato precario, el 30% un contrato temporal y el 18% un contrato fijo discontinuo. El 77% de los contratos a tiempo parcial los firma una trabajadora del sector. Y la brecha salarial de género por trabajos de igual valor es altísima, representando el 29,7%.

La jornada de huelga fue convocada después de siete meses de negociación del convenio, en la cual la patronal ofrecía aumentos de salarios irrisorios y sin añadir ninguna cláusula de revisión anual del IPC real. Además de negarse a negociar otras cuestiones relacionadas con la enorme precariedad laboral y los graves problemas de salud de las mujeres por causas laborales.

Otro conflicto más que ha visibilizado la discriminación laboral conformada por la división sexual del trabajo, que está implementada en las categorías profesionales, los complementos salariales y en las modalidades de contratación.

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Las Kellys, las que limpian los hoteles: pioneras en la lucha contra la externalización

La lucha de Las Kellys es imparable, con sus asociaciones en muchos puntos del Estado y su sindicato en Catalunya.

La pandemia se desató de manera letal, pero en forma de precariedad y despidos masivos para Las Kellys: el 95 por ciento de los hoteles venía subcontratando a las camareras de piso, por tanto sólo el 5 por ciento han estado bajo contrato y ha estado bajo un ERTE. Pero la gran mayoría, con contratos de obra y servicio, acabaron en EREs. Estos despidos han sido fulminantes para las trabajadoras, ya que la mayoría no ha tenido derecho al paro o se lo han tenido que consumir frente a otras tantas veces que han sido despedidas.

El grito de “Por un euro cincuenta, que pague el hotelero” da cuenta del nivel de explotación. Mientras cada habitación al cliente le cuesta la más barata 100 euros y la mayoría llega a 200 euros, ellas cobran entre 800 y 900 euros, pero trabajando en jornadas de más de diez 10 horas y sin días de descanso.

Miriam, uno de los rostros y altavoz de las camareras de piso, en varias ocaciones ha explicado cuáles son los objetivos de la Ley Kelly: “Nosotras exigimos la Ley Kelly, que prohibiría la subcontratación de una actividad propia, no solo a nosotras, sino a todas las trabajadoras y trabajadores esenciales. Por ejemplo, las limpiadoras de los hospitales deberían estar cobrando como un sanitario y no ser pagadas por una subcontrata haciendo jornadas de doce a catorce horas, y cobrando bajísimos sueldos, eso es explotación. Porque al faltar personal estas trabajadoras están doblando el turno. Por eso también sería muy importante derogar las reformas laborales para acabar con tanta precariedad que hay ahora mismo, que el gobierno nunca hizo aunque lo prometió, pero nos miente”.

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Trabajadoras de residencias de Euskadi: “Nosotras les cuidamos. Vosotros les robáis”

Las huelgas de las trabajadoras de residencias ya son una tradición en Euskal Herria. Hace casi tres años que se vienen movilizando por un convenio provincial que transforme las condiciones laborales.

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“No trabajamos con máquinas, trabajamos cuidando personas que necesitan de una atención cercana, que no se la podemos dar. Apenas tenemos tiempo para asearles y darles de comer. Tenemos que dejarles a medias en sus conversaciones, porque tenemos que elegir entre conversar o asear a su compañero o compañera de habitación”, y explican las consecuencias para la salud de la plantilla, provocando una fuerte carga física pero también emocional y psicológica.

La huelga más larga de 246 días ha sido en Gipuzkoa en el año 2020 de 246 para negociar el convenio de residencias de la provincia. Ni la Diputación ni la patronal han dado pasos en la renovación de dicho convenio y los sindicatos continuaron convocando sucesivas jornadas de huelga y exigido a la Diputación que “deje de actuar dando cobertura a las empresas del sector y ningunee una y otra vez a las trabajadoras”.

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Las precarias de la Educación

Las precarias de la educación estamos externalizadas, aunque realizamos actividades de carácter permanente como educadoras, pero bajo contratos con empresas externalizadas de catering, hostelería o colectividades durante décadas.

Es por ello que también nos empezamos a organizar y a luchar junto al personal educativo de plantilla fija, siendo que representamos el 50 por ciento del personal de una escuela pública, pero nos contratan empresas externas, al grito de ¡Basta de subcontratas y precariedad. Internalización es la solución!

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Una clase trabajadora diversa: una nueva piel en la conflictividad obrera

La conflictividad obrera está cambiando de piel o de “mono” que ya no es sólo azul y es “nativa y extranjera”. Las reivindicaciones laborales incorporan demandas especiales sobre los problemas más profundos que sienten, viven y sufren las mujeres: la brecha salarial, la especificidades de la precariedad, la “doble jornada”, el racismo institucional, discriminación y acoso.

Además, mientras todas estas experiencias han evidenciado el abandono a las trabajadoras de parte de las direcciones burocráticas de CCOO y UGT, nacen nuevas organizaciones sindicales y colectivos y se fortalecen los sindicatos alternativos y de izquierdas, o los sindicatos autonómicos como en Euskadi o Catalunya. En todos los sindicatos, la mayor presencia de trabajadoras en los conflictos ha dado una renovación femenina con sus propias portavoces y delegadas.

Por otro lado, en la mayoría de los conflictos, las trabajadoras han expuesto decididamente en sus reivindicaciones quienes son los responsables políticos de su situación de precariedad.

Esta renovación también está transformando la piel del movimiento feminista. Enfrentándose al feminismo institucional que desde sus ministerios gestionan contrarreformas laborales continuistas y perniciosas para nosotras. Se está reconstituyendo una nueva piel para construir un feminismo de clase, antirracista y anticapitalista. Libre de prejuicios contra la diversidad sexual y del puritanismo punitivista y transfóbico.

Reivindicar nuestras huelgas y nuestras luchas con nuestro “mono morado”, es una tarea militante, sindical pero también política. Un homenaje a todas ellas. Por nosotras, las trabajadoras, a prepararse para otro año nuevo pleno de luchas teñidas de violeta.