El 26 de junio de 1985 se ocupaba la planta automotriz de Gral. Pacheco “hicimos asamblea y ahí se votó a mano alzada la toma”. Quien nos habla es uno de sus protagonistas. Recorremos los días de lucha a través del relato de Luis “El Topo” Gramajo.
Daniel Lencina @dani.lenci
Miércoles 27 de junio de 2018
Ilustración: Alicia Ciciro
El 26 de junio de 1985 en la Ford de General Pacheco se iniciaba la ocupación de casi 20 días. Uno de sus protagonistas, nos espera con el mate listo para conversar con La Izquierda Diario, es el “Topo” Gramajo y aquí nos relata su experiencia.
Si bien esta lucha se dio bajo el gobierno radical de Alfonsín, el Topo nos cuenta como entró a la fábrica, como fue la lucha contra el “Rodrigazo” y la Triple A. Luego llegó del día del golpe de Estado del 24 de marzo de 1976 y el exilio. Su vuelta al país y el retorno a la fábrica en los 80.
El 14 de junio de 1985 el gobierno del radical Raúl Alfonsín había puesto en marcha el Plan Austral, que entre otras cosas buscaba controlar la inflación. Consistía en una devaluación de la moneda –que pasaba de llamarse “austral” y equivalía a 1.000 pesos argentinos– y un congelamiento relativo de precios y salarios. Como parte de las condiciones que el FMI exigía para continuar las negociaciones y créditos. La pérdida del poder adquisitivo del salario de los trabajadores venía acompañado de distintas medidas de ajuste por parte de las patronales, que generaron una escalada de conflictos obreros.
El “Topo” nos cuenta como en 1985, cuando se da la toma de la planta industrial de alta complejidad como es la Ford y el control obrero en el corazón del capitalismo, se demuestra que los trabajadores no necesitan a los patrones para producir. De allí salieron “los mejores coches de la Ford” nos cuenta el Topo y se agranda, con una leve sonrisa en el rostro de ese orgullo obrero que brilla intacto.
Fábrica Ford, ubicada en General Pacheco
Después del “Mayo Francés” y el “Cordobazo”…
“Yo arranqué en el año 72 a trabajar en la Ford. En ese entonces era influenciado por la vida del Che Guevara, y veníamos del Mayo Francés y del Cordobazo.
Recuerdo que trabajaba en el SMATA justo cuando desapareció Salamanca [dirigente del SMATA Córdoba y miembro del PCR], que era secretario general del sindicato por ese tiempo. Por otro lado, había todo un ascenso entre los trabajadores jóvenes tras la consigna ’lucha y vuelve’ que era la consigna de los Montoneros, lo que mostraba que las masas eran peronistas aún.
Cuando entré a trabajar allí había un conflicto entre los trabajadores y la empresa. No recuerdo bien por qué demandas era. Fue pequeño ese conflicto y yo recién empezaba ahí pero lo importante es que en ese clima entré en esa gigantesca empresa. Era el gobierno de Lanusse y ’Perón ya estaba viniendo’.
Yo entré en la peor época para la producción; era casi todo a mano, no había tecnificación; hacíamos 200 coches por día y cuando pasamos a hacer 300 nos mataban. Había un solo turno y tuvieron que agregar otro turno porque se vendía mucho y Ford tenía grandes ganancias.
Entré en el sector estampado y en esa época lo conocí a [Roberto] Santucho por medio de uno de mis compañeros, el Petiso Kremer. Hicimos una coordinadora en Zona Norte, y nos reunimos en el Astillero Astarsa y una vez vino Santucho a esa coordinadora”.
“Lo más importante que hicimos y aportamos a la historia”…
“Nosotros en ese momento habíamos logrado el 70% de aumento salarial e Isabelita sacó un decreto que limitaba a no más de 30%, así que la bronca de los compañeros era enorme. Y el de las masas también contra el plan económico.
Lo más importante que hicimos y aportamos a la historia argentina es nuestra participación en el Rodrigazo [en las jornadas de junio y julio de 1975].
Recuerdo que salimos 7.000 compañeros con la ropa de trabajo. En Av. San Martín nos cruzamos con la burocracia que no nos dejaba pasar y forcejeamos y el petiso [Kremer] ligó unas piñas en el ojo: para la anécdota. Igual logramos pasar.
Había otro grupo grande que venía por Panamericana: los de General Motor, eso sabíamos pero no estábamos seguros: en ese tiempo estábamos sin celular no como ahora, era distinto. Desde Avellaneda y otras zonas venían otros nos íbamos a juntar en Panamericana y General Paz.
Al llegar al punto de encuentro, nos topamos con un operativo del ejército con tanques y todo.
Esa columna la dirigía el petiso y el ’Negro’ Nuñez del ERP y desmontaron la movilización para que no nos reprimieran. El propósito de ir a la Plaza era pedir “que se fuera el gobierno”. Al poco tiempo de eso, ya vino el golpe de Estado.
En conclusión: hicimos el ’Rodrigazo’ y cuando volvimos al trabajo estaba el ejército en la planta; había instalado alambre de púa en un sendero, tipo campos de concentración, para que los trabajadores camináramos por ahí. A todos nos habían dado tarjeta de identificación desde ese momento y estábamos ’marcados” También en la época del ’Rodrigazo’ estaba la ’Triple A’, que ya sabíamos que tenía algo que ver con el gobierno nacional, asesinó a algunos compañeros de la fábrica.
Luego vino el golpe [del 24 de marzo] y yo me fui a Canadá en el 76 y volví en el 80”.
Volver en los ¨80: “…la Ford era casi una facultad de política y sindical”
“La experiencia vivida antes de la dictadura había dejado huellas. En los 80 volví al país y pude entrar de nuevo a la fábrica, porque no estaba muy quemado para la patronal. Pero nos vigilaban igual.
Recuerdo que una de las tantas veces que íbamos en el micro al trabajo, la policía paró el colectivo y nos hicieron bajar. Nos tiraron al piso y nos gatillaron en la cabeza. Estaban como locos porque el PRT-ERP había asesinado a un comisario de la zona de Tigre y se la agarraron con nuestro micro porque todos sabían que la Ford era casi una facultad de política y sindical, que ahí había muchos militantes y de izquierda.
En una oportunidad, fuimos al sindicato por aumento: armamos un grupo de 30 compañeros para que el sindicato nos apoyara en el reclamo: hacía 9 años que no teníamos aumento. Pero nada.
Entonces nos fuimos a una cancha del barrio de la zona, hicimos asamblea porque el sindicato con José Rodríguez [Secretario gral., Lista Verde] no nos quería reconocer nada y votamos delegados por sección. Nunca nos reconoció el SMATA como delegados. Ese cuerpo de delegados estaba compuesto por más de 100 trabajadores. Rodríguez venía a la fábrica y los trabajadores lo sacábamos a piedrazos o le tirábamos tuercas o lo que tuviéramos a mano”.
La Ford era conducida en ese entonces por la Lista Naranja, compuesta por distintas corrientes de izquierda. El PCR era la de mayor influencia, seguida por el MAS. Habían sacado el 40% de los votos, contra el 8% de la Lista Verde de José Rodríguez, desprestigiada tras la traición y la complicidad con la dictadura.
“Fue así que comenzamos a funcionar como cuerpo de delegados. Delfini [del PCR] era uno de ellos y yo ya era del MAS: éramos los más representativos y dirigíamos. Peronistas había, pero estaban todas las tendencias en ese cuerpo”.
Nos decidimos a tomar la planta …
“Vinieron despidos y suspensiones por ‘robotización’ de la planta. En principio nosotros peleamos para mantener los puestos de trabajo, pero éramos muchos los despedidos. Empezaron los retiros voluntarios con mucha plata.
En esa situación, frente al ataque de la empresa, se votó tomar la fábrica. El 26 de junio la asamblea obrera vota la ocupación. De sus 4.500 trabajadores, 3.800 se suman a la medida. En una especie de Anfiteatro hicimos asamblea y ahí se votó a mano alzada la toma.
Trabajadores de Ford en la toma de 1985
O sea, nos decidimos a tomar la planta porque ya habían empezado a despedir, y no podíamos parar los despidos. Igual sabíamos que lo que más deseaba la patronal era sacarse de encima al cuerpo de delegados.
Con la toma dejamos a los empleados jerárquicos dentro y hasta nos acusaron de secuestro. Por consejos de abogados los dejamos ir, pero antes les revisábamos los coches al salir porque se robaban lo que podían. Y los que estábamos luchando no hacíamos eso. Hicimos como una especie de ’seguridad obrera’ para vigilar a esos empleados administrativos.
Recuerdo que a apoyarnos iban de toda clase de artistas, como Osvaldo Pugliese y Víctor Heredia, por ejemplo.
Mientras tanto, dentro de la toma los debates también giraban en el reclamo de que el presidente Alfonsín se tenía que ir. Había debates constantes dentro”.
El control obrero en el corazón la empresa norteamericana más importante
“Empezamos a producir, fue durante un día completo e hicimos como 150 coches durante la toma. Lo votamos en una asamblea y salió en todos los medios. Decían ’los mejores autos que fabricó la Ford’ refiriéndose a esos que hicimos sin capataces y sin patrones.
Tuvimos apoyo de fábricas del todo del mundo; yo veía los titulares de los diarios. Sé que en Francia apoyaron y en Inglaterra pararon en apoyo a nuestra toma.
Una anécdota es que nos decidimos a tirar el vino que la empresa tenía para los almuerzos, porque nos iba a jugar en contra de la medida. Entonces decidimos esa medida en pos de no debilitar la lucha”.
Desalojo y militarización bajo la democracia del “Nunca más”
“Luego de esos días de toma, el desalojo no fue violento. Nos rodearon con tanques, muy armados, muchas fuerzas de seguridad. Se había debilitado la toma, quedábamos 1.000 y pico, pero muchos no querían irse.
No llegamos a votar salir, se dio de hecho porque nos vimos rodeados. Al haber muchas personalidades afuera no les dio para reprimir y nosotros salimos sin resistencia.
Por ese entonces, teníamos un galpón grande frente a la planta. Al salir de la fábrica nos reunimos ahí, éramos como 3000… Yo había trabajado más de 10 años ahí y me veía afuera como nunca.
En conclusión, de todos los que estuvimos en la toma, a los activistas nos echaron a todos, no volvimos nunca más a la planta. Y se fortaleció la burocracia sindical del SMATA, hasta ahora. Pero ese cuerpo de delegados se fue con todo el respeto de todos los trabajadores”.
Los trabajadores de la Ford con esta gesta dejaron enormes enseñanzas para la clase trabajadora. En primer lugar demostraron ante millones de “espectadores” que seguían el conflicto, y miles de trabajadores del cordón de la Panamericana, que una planta gigantesca y de alta complejidad podía funcionar sin patrones ni supervisores.
A su vez, los trabajadores, en defensa de sus compañeros y con los métodos de la asamblea, habían desafiado durante casi tres semanas a uno de los emblemas del capitalismo mundial.
El balance del conflicto varía según las distintas corrientes que influenciaban al activismo.
La ocupación, puesta en producción y desalojo de la Ford será una página importantísima en la historia de la clase obrera que hasta logró atravesar las fronteras. Así lo entendieron los obreros ingleses, practicando el internacionalismo proletario con su huelga solidaria, tres años después de la Guerra de Malvinas sabían muy bien quiénes eran sus amigos y quiénes sus enemigos.
Finalmente, dedicamos esta nota a la memoria de Luis “Topo” Gramajo. El obrero que aquí contó su experiencia para transmitirla a las nuevas generaciones falleció a los 67 años de edad, el pasado 15 de enero de 2018.
Hasta el socialismo siempre “Topo” Gramajo.
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Daniel Lencina
Nacido en Buenos Aires en 1980, vive en la Zona Norte del GBA. Integrante del Partido de los Trabajadores Socialistas desde 1997, es coeditor de Diez días que estremecieron el mundo de John Reed (Ed. IPS, 2017) y autor de diversos artículos de historia y cultura.