De diccionarios, acepciones, etimologías e ideologías.
Domingo 18 de diciembre de 2016
En http://dle.rae.es encontramos:
amor
Del lat. amor, -ōris.
2. m. Sentimiento hacia otra persona que naturalmente nos atrae y que, procurando reciprocidad en el deseo de unión, nos completa, alegra y da energía para convivir, comunicarnos y crear.
3. m. Sentimiento de afecto, inclinación y entrega a alguien o algo.
Sobre el origen de esta palabra dice Ivonne Bordelois en su libro Etimología de las pasiones´ç que: “tanto en la M de amor de las lenguas romances como la L de (por ejemplo, love en inglés) de las lenguas germánicas, la relación se ofrece a través de onomatopeyas centrales que reproducen los gestos de la lengua y la boca, respectivamente y que estos estos reproducen y apuntan al acercamiento al pezón y al lamer o paladear, propios del amamantamiento”.
“El acontecer del amor se centra fundamentalmente, en la relación madre-criatura y sólo por traslación se expande a la pareja humana.
Para comprobar esta afirmación en amor, encontramos la raíz *ma, madre, raíz imitativa del balbuceo del bebé al mamar. Su derivado es amma, que también significa madre. De amma, viene amor.”
Pero para los griegos había otros términos relacionados con el amor:
Erao: el amor apasionado
Agapao: el amor que relaciona el dar y recibir, tratar con amor de ahí viene ágape: banquete amistoso.
Philo (phileo): sentir amistad, amar, besar, tratar como amigo, ayudar, entre otros sentidos.
Y por último, storge/ stergo:
“En griego stergo, que, curiosamente no ha dejado vestigios en el español, ni en otros idiomas contemporáneos, es el amor entre padres e hijos (varone); y significa: 1) amar con ternura, querer; 2) resignarse, soportar, consentir (en perdonar); 3) desear, anhelar, pedir respetuosamente. Mientras philia es el amor alegre, compartido, storge es la ternura con que se relacionan, de un modo algo animal, los miembros del nido familiar.
Cabría preguntarse por qué nosotros, los modernos, carecemos de verbos que señalen este amor de ternura y miramientos”.
Allí donde Bordelois deja la duda es interesante seguir preguntándose.
Porque si una palabra no existe más es porque lo que nombraba es lo que ha desaparecido. Y entonces, ¿cuándo fue que desapareció ese amor de cuidados entre un padre y un hijo varón?
Dice Juan Carlos Volnovich, Psicoanalista, miembro del Comité de Asesores de Revista Topía:
“Tal vez, de todos los imperativos patriarcales, la interdicción del contacto del cuerpo del padre con el cuerpo de su hijo es, por tiránico, el más respetado. Si hay algo que caracteriza la relación de un recién nacido con su padre es la distancia corporal. El patriarcado construye un abismo entre el cuerpo del padre y el cuerpo del hijo. El cuerpo inaccesible del padre marca, con una distancia insalvable, el cuerpo del niño que, a su vez, resiente -siempre resiente- la ausencia del cuerpo del varón.
Tal parecería ser que la ausencia del cuerpo del padre -la evitación de un cuerpo a cuerpo entre el padre y su hijo- abre el espacio para que se despliegue la virilidad convencional; pero, también, le da su forma. Doble forma:
1.-forma de rivalidad agresiva, de comparación competitiva
2.-forma de sometimiento homoerótico
Entonces: si hay algo que caracteriza la crianza de un niño, es la proximidad y la distancia corporal:
- la proximidad con el cuerpo de una mujer a la que, habitualmente conocemos como la mamá, y
- la distancia con el cuerpo del varón que, frecuentemente, nombramos padre”.
El machismo y el patriarcado moldean las formas de amor y desamor, de cuidado y descuido.
Pondera el amor maternal y subsume el amor paterno a un lugar de actor secundario que puede abandonar la escena en cualquier momento y que al terminar la relación con su pareja, no tendría ninguna responsabilidad en el bienestar emocional y material de sus hijos.
Miles de mujeres recorren los pasillos de los juzgados exigiéndole a jueces tan machistas como sus “exs”, el cumplimiento de visitas y cuotas alimentarias.
Luchamos contra la opresión de género y por derrotar la sociedad capitalista, mientras tanto y para que eso pase, muchos y muchas conjugamos el verbo amar, desde la pasión, la amistad, la solidaridad y la ternura.
Ojalá podamos conjugarlo en una nueva palabra derivada de storge, y algún día alguien complete su etimología.