El arquero de Boca viene alternando rendimientos irregulares, expulsiones, polémicas y peligrosos vínculos dirigenciales, que incluyen obviamente a la barra. Radiografía de un jugador que no supo ser ídolo
Lionel Pasteloff @LionelPasteloff
Martes 7 de abril de 2015
Foto: Todo Boca
Se queda en el piso. Con algo de dolor, pero más resignación. Sabe que al levantarse tendrá que dejar la cancha, tal como el delantero al que acaba de derribar y al que de casualidad no le hizo penal. No lo invade la culpa, pues aún no tiene idea de la gravedad de la lesión del rival y piensa más en su inexorable expulsión. Será su segunda roja directa en el torneo, y ni siquiera podrá argumentar que la amarilla errónea del primer tiempo tuvo que ver en su salida. Orión deja la cancha en un carrito y aumenta el malestar existente para con él en Boca. Incluso cuando acaba de lesionarse en una jugada accidental en la que salvó a su equipo.
Lo que genera que una jugada con mala fortuna eleve el fastidio de muchos sectores xeneizes son los antecedentes. Cuando el repudio no tiene sustento en la actualidad, posiblemente sea una descomposición de lo pasado. El arquero de Boca llegó al club en 2011 con cierta fama de conflictivo. Durante más de un año se encolumnó detrás del liderazgo indiscutible de Riquelme (más absoluto con el retiro de Palermo). Luego, comenzaría a jugar sus cartas.
Los problemas de "conducta" de Orión no son nuevos y exceden su marco laboral. En 2008, como jugador de San Lorenzo, asistió a un partido de Midland (club del que es hincha y en el que él y su familia tienen bastante peso) y se agarró a trompadas cuando los rivales, al ver una cara conocida, le destinaron las cargadas tras un gol. Su influencia en el club es tal que en 2012 un jugador del equipo le reprochó vía Twitter haber colaborado con la dirigencia del equipo para la realización de un partido, pese a que había un piquete y el rival apenas presentó ocho jugadores. Midland ganó 6 a 0 y sus jugadores (más los pocos de enfrente) llegaron como pudieron, se bañaron con agua fría y nadie les garantizó seguridad. En la red social, el defensor hizo hincapié en la actitud del arquero de Boca, recalcando su condición de colega.
Si nos metemos en el gremio, el ex arquero de Estudiantes acumula antecedentes desfavorables. Fue partícipe (junto a Sebastian Méndez y otros) de aquellos cruces con Falcao, que de uno y otro lado rozaron la mala intención. Pero lo que queda en la retina del hincha azulgrana es aquella pirueta fallida que al portero le costó un gol en la Libertadores 2008. Un error común a cualquiera, pero que su posición dentro de ese plantel, agravó. En aquellos tiempos, Ramón Díaz, campeón en 2007, ya contaba con un grupo resquebrajado, tanto por sus decisiones (por ejemplo, fichar a sus hijos) como por la cantidad de caciques con los que contaba. Orión estaba entre quienes peleaban los premios y rápidamente, tras cruces con el DT (quien se iría post derrota), la dirigencia y el posterior error, quedó marcado. El hincha no olvida.
En 2011 llegó a Boca y bajó el perfil. Fue récord en su primer torneo y se ganó el puesto merecidamente. Un punto de quiebre fue la ida de Riquelme en 2012. A partir de ahí, y más con el retiro de otro líder como Schiavi, Orión fue ganando en ascendencia. La dirigencia, claramente en las antípodas de lo que representan el 10 y Bianchi (lo cual dice mucho de ella) buscó mostrarlo como el líder del equipo. Pero el arquero, con situaciones como la patada a Paredes (cuya fractura le costó meses de recuperación), errores en clásicos y rumores de actitudes polémicas, no lograba pasar la línea que divide a un jugador respetado de un ídolo.
En 2014, con Orión ausente, Ledesma dejó en claro lo que pensaba el sector Bianchista-Riquelmista del plantel y muchos más también: Orión era el nexo con la dirigencia. El alcahuete, como se diría hablando sin tapujos. A su regreso, el arquero encaró a Ledesma y volaron las trompadas. No hubo sanción para ninguno, pero tras las salidas del enganche y el DT, el volante quedó fuera del equipo y se fue libre. Orión, un año antes de quedarse sin contrato, renovó por tres años. Un mimo que el mejor jugador de la historia del club no recibió y posibilitó su ida en junio de ese año.
En 2015 viene acumulando manchas. Dos expulsiones (una por reaccionar tontamente, otra por juego brusco) y, peor aún, un reto en público a Erbes por cambiar una camiseta que "le correspondía" a la barra, con pedido de devolución a los rivales incluído. El bochorno se completó tras la lesión del arquero, con una bandera de La 12 apoyándolo y la dirigencia defendiéndolo cual niño mimado.
Porque Orión nunca va a estar solo en Boca. Tiene una incondicional barra de amigos que siempre estará a su lado.