El 11 de agosto, Mireia Belmonte consiguió el primer oro en el equipo olímpico español en natación 200 metros mariposa. El pasado día 6 de agosto, también se llevaba la medalla de bronce por los 400 metros estilo.
Jueves 11 de agosto de 2016
Tras una encarnizada carrera nadando los 200 metros mariposa y estando muy igualada en todo momento por la nadadora australiana Madeline Groves, finalmente se ha llevado la primera posición. Además, hay que tener en cuenta que esta es la primera medalla de oro de la Historia que gana España en natación.
Mireia ya tenía antes dos platas y un bronce. En España solo hay tres cuádruples medallistas el ciclista Joan Llaneras (dos oros y dos platas), la tenista Arantxa Sánchez-Vicario (dos platas y dos bronces) y la nadadora de sincronizada Andrea Fuentes (tres platas y un bronce).
En estas Olimpiadas de Rio 2016, las medallas se estaban haciendo de esperar. Parece que por el momento no se está dando un recambio en la gran generación de atletas españoles, con los que hemos podido disfrutar de sus proezas. Hace años atrás, España no solía ganar casi nada y si ganaba, era en deportes con poco seguimiento. Pero desde hace ya unos cuantos años, ganar ha sido algo más frecuente. Lamentablemente, no se adivina por el momento quién será el intercambio de Rafa Nadal, por ejemplo.
Sin embargo, más allá de disfrutar el deporte, es necesaria una reflexión. Una vez más estamos en un deporte de escaparate, que es el de los Juegos Olímpicos, el de las medallas y la competencia individual. Más importante que las medallas y las competiciones profesionalizadas entre países capitalistas, sería que el conjunto de la población pudiera hacer deporte como complemento de actividades intelectuales, pero entonces no sería noticia.
En las noticias de los que han ganado medallas, se valora ante todo la individualidad, la gesta de ‘uno contra todos’ y si son deportes de equipo, será el de “tal país” contra el resto.
De poco vale que Mireia Belmonte gane una medalla oro y la afición española explote de alegría, si solo vale para avanzar en discursos individualistas y competitivos. En los colegios esos discursos calan hondamente, al poner figuras individuales en pedestales y convertirse en modelos a seguir. Es algo que los profesores deberíamos problematizar con los estudiantes.
