Si dice “croc, croc”, es verde y tiene patas adaptadas para el salto, entonces es la propuesta del peronismo local al progresismo mendocino. Tres simples pasos para cocinar, engullir y disfrutar de la cocina anfibia. Malmenorismo reloaded. El síndrome de “la repetición novedosa”.
Miércoles 4 de octubre de 2017 15:29

Superada la primera contienda electoral de Agosto, las diferentes listas que compiten en Octubre, lanzaron sus respectivas campañas. De las 11 listas que compitieron en las PASO, sólo 6 de ellas lograron superar el piso del 1,5% de los votos para competir en las Generales. Sin embargo, al poco andar, dos de ellas decidieron retirarse: por un lado, el Partido Verde que llevaba como candidato a Emanuel Fugazzotto y Encuentro por Mendoza que llevaba como candidata a María José Ubaldini. De modo que para Octubre las opciones electorales se reducen a cuatro listas: Cambia Mendoza, Somos Mendoza, Frente de Izquierda y de los Trabajadores y PI-Protectora.
Una vez cerrado el escrutinio definitivo, tanto el Frente Cambia Mendoza como Somos Mendoza, salieron a jugar fuerte tomando nota de los resultados obtenidos en las PASO 2017.
Por su parte, Cambia Mendoza, que pasó de un 54,8% en las PASO 2013 a un 41,2% en las PASO 2017 (diferencia de -13%) salió a mostrar un mesurado aire triunfalista que luego devino en una furiosa ofensiva para captar los votos que había perdido entre una elección y otra. Como señalamos en otra nota, gran parte de los votos perdidos de este Frente se habían fugado por derecha hacia la lista PI-Protectora, cuyos mundos sociales de pertenencia son compartidos (sectores de clase media y media-alta) pero que no se encontraban a gusto con la gestión de Alfredo Cornejo. De forma subterránea, señalábamos que esos eran votos afines al Partido Demócrata (e incluso al massismo, que integra el Frente) que habían quedado disconformes con el armado electoral de Cambia Mendoza y que por tanto, buscaban llamar la atención del Gobernador. Y sí que lo lograron.
En pocas semanas, tanto el Gobernador Cornejo como su ministro de Gobierno, Dalmiro Garay, salieron a fustigar a la lista que lleva como candidato a José Luis Ramón (PI-Protectora) arguyendo que las asociaciones civiles, por ley, no pueden participar en actividades político partidarias. El cruce entre una lista y la otra demostró que ambos espacios se están disputando votos en comunas como Capital, Godoy Cruz y Luján de Cuyo y sobre todo, en segmentos socio-económicos ABC1. Más allá de estos momentáneos desencuentros, es probable que por los mundos sociales que comparten y por las afinidades electivas en materia de Seguridad, Educación y Trabajo que tienen como horizonte estos sectores, quien dice, en algún futuro, puedan integrar un espacio común, lejos de chicanas, pases de factura y, por supuesto, alejados de los problemas de los sectores más desfavorecidos por el ajuste llevado a cabo por el gobierno provincial.
Contame una historia, mentime al oído…
Por su parte, el Frente Somos Mendoza, también hizo muy bien los deberes. Como señala el sociólogo Juan Carlos Torre, en el peronismo hay un “alma permanente” y un “corazón contingente”. De acuerdo a esta metáfora, el alma permanente del peronismo se alimenta de sus valores tradicionales, como el nacionalismo, el estatismo, la justicia social y la protección social. La mayoría de las veces ese telón de fondo esta conducido por sectores moderados y tradicionales del movimiento peronista, la burocracia sindical, dirigentes partidarios conservadores o referentes profundamente verticalistas que, de acuerdo al clima de la época, sintonizan con su corazón contingente. Un peronismo contingente se gestó en el contexto de la hiperinflación de 1989 (el menemismo) y otro peronismo contingente surgió de la crisis del 2001 (el kirchnerismo). Pero el alma permanente siempre está. Pese a cualquier eclosión social o porque se comenten errores políticos, siempre el peronismo permanente sobrevive para ofrecerse nuevamente a fin de continuar en carrera.
En la versión local, el peronismo permanente es encarnado de forma magistral por el principal candidato de Somos Mendoza, Omar Félix. Como bien sabemos, éste último fue quien ganó la interna dentro del Justicialismo, relegando a un segundo puesto al candidato kirchnerista, Juani Jofré. Este triunfo en la interna obligó a Félix a rearmarse de cara a Octubre, siendo que la distancia de 8% que lo separa de Cambia Mendoza, parece ser irremontable. Para poder conquistar los dos diputados que su espacio quiere ubicar en el Congreso Nacional, encuadró a quienes jugaron por afuera del peronismo y los instó a que se comporten como “buenos peronistas”. Estos dardos fueron dirigidos a Emanuel Fugazzotto del Partido Verde (hijo de Juan José, quien supo pasar por las filas del peronismo y luego del radicalismo) un entusiasta defensor de Juan Domingo Perón a quien considera un pionero en “política ambiental” y a María José Ubaldini de Encuentro Por Mendoza, quien se mostró como una crítica acérrima del peronismo provincial pero que en última instancia, respondió a las leyes inmanentes del peronismo y cerró filas con el benévolo Omar Félix.
Éste último también tuvo que ordenar a las huestes que jugaron por dentro del peronismo, sobre todo el ala kirchnerista. Luego de un mes de idas y vueltas, logró sentar base sobre una serie de puntos y encolumnar al peronismo contingente. Ahora veamos a qué renovada propuesta debe apostar el progresismo, en general, y el kirchnerismo, en particular.
Moliendo una cosa que llaman “verdad”…
Si el “voto desgarrado” de Horacio González le había estrujado el corazón a todo el arco kirchnerista en tiempos de ballotaje, el voto a Félix en Mendoza suena a desesperanzador e hipócrita. Cuando toda esa juventud que se volcaba incipientemente a la política, que veía con buenos ojos las posibilidades de soñar con un modelo de país inclusivo y prometedor, la famosa coyuntura los forzó a optar por un candidato que ni los propios convencidos querían votar. El sapo Scioli o el “mal menor”, como prefieran llamarlo, fue la primera incursión en la cocina anfibia de aquellos sectores juveniles. Como recién estaban dando sus primeros pasos, se les explicó que muchas veces en política, hay que taparse la nariz y cerrar los ojos en aras de continuar un proyecto de país. La desazón posterior a la derrota sumió a varios de ellos en la confusión, el desencanto y la angustia. Sin embargo, se levantaron, con menos fuerzas que antes, pero se autoexplicaron que lo de “tragarse un sapo” había sido cosa del momento, una situación límite que no volvería a suceder.
Sin embargo, pocos años después, en otra coyuntura electoral, aquellos sectores vuelven a ser interpelados en la misma disyuntiva. Familiarizados o no con la batraciofagia, nuevamente se los somete a deleitar y engullir otro anfibio, con la diferencia de que este es mucho más difícil de tragar. Para algún que otro desprevenido Omar Félix fue un ferviente opositor a la ley de Matrimonio Igualitario cuando le tocó ser diputado nacional; participó de marchas junto a su hermano Emir “para salvar la familia”, a la par del catolicismo sanrafaelino y de la ultramontana orden religiosa del Verbo Encarnado; está a favor de abrir la discusión sobre la llegada de proyectos mega-mineros a la provincia; está vinculado al empresario (ex ministro menemista) José Luis Manzano acusado de corrupción, lavado de dinero, evasión fiscal, entre otras causas; Félix (padre) está asociado al colaboracionismo con las autoridades militares locales durante la última dictadura; entre otros.
Sin embargo, lo más curioso es que a través de sus representantes en la Legislatura provincial (Félix es presidente del PJ provincial), avaló las principales medidas de Cornejo, entre ellas: (1) el bloque del PJ votó a favor del presupuesto de ajuste (con endeudamiento de 3000 millones de pesos); (2) a favor de la designación de Valerio en la Suprema Corte con los votos de los senadores del PJ; y (3) de la privatización del Trole (ausentándose tres legisladores del PJ con los cuales se podría haber empatado la votación).
Desde el núcleo duro del Partido Justicialista convocaron a todos los sectores afines a volcarse por esta opción, aunque para eso deban estirar lo más posible el ya mancillado ideario progresista. Una vez más el kirchnerismo mendocino sintomatiza lo que un destacado intelectual argentino describe como el “síndrome de la repetición novedosa”. Este síndrome resurge cada vez que se agota la paciencia ante un gobierno de derecha y se le pide a la ciudadanía apostar por alguna especie de opción más o menos social-demócrata, progresista, nacional-popular o lo que fuere. Una opción que se repite una y otra vez, en la cual siempre hay un escollo, un sapo, un mal menor, algo que no les gusta y que hasta incluso detestan, pero que es necesario sortear en pos de no continuar con el mal mayor. Y así cada vez una frustración y una vuelta a empezar, siempre cercados por los límites de lo coyunturalmente posible. Y así siempre la misma apuesta, la misma repetición presentada como novedosa.
¿Será el momento de imaginar algo diferente para los sectores progresistas? ¿Representará el Frente de Izquierda una opción distinta para esos sectores? No lo sabemos aún. El Frente de Izquierda y de los Trabajadores es hoy la única alternativa independiente que opone resistencia en la calle, en los lugares de trabajo, en las universidades, en el Congreso y en las legislaturas provinciales. El feroz ataque que el gobierno de Cornejo ha lanzado contra el FIT, a través de imputaciones a sus legisladores, de descalificaciones por parte de intendentes cornejistas, de represiones en marchas o paros de trabajadores, demuestra que es el Frente de Izquierda la única oposición real a un gobierno marcadamente de derecha.
Hoy está en disputa la quinta banca que va al Congreso Nacional. De repetirse los resultados electorales de las PASO 2017, tres bancas irían para el Frente Cambia Mendoza y dos bancas para el Frente Somos Mendoza. Pero si en Octubre el Frente de Izquierda logra llegar al 14% de los votos, una de las tres bancas de la derecha cornejista podría ser conquistada por la izquierda. ¿Le hará el progresismo el “juego a la derecha”? Quizás sea el momento de acompañar a un espacio distinto, que no le exige a la ciudadaní a cerrar los ojos y taparse la nariz en el cuarto oscuro. Votar con la convicción de plasmar un voto genuino y llevar una voz independiente al Congreso Nacional.